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Argentina ante la disputa de fondo del Siglo XXI

07 agosto de 2019

Argentina, y el mundo, deben estar alertas: la disputa de fondo del Siglo XXI ha comenzado. Era inevitable, pero Donald Trump la aceleró y los orientales no recularon. Los polos del mundo bipolar (Estados Unidos y China) empiezan a dejar atrás la coexistencia más o menos pacífica y entran en una zona de coexistencia conflictiva. Estados Unidos buscará que China no ocupe el lugar que ellos ocupan hoy, es decir, el de primera potencia mundial mientras que el Gigante asiático, que cree que ese es su lugar (así como ocurrió durante largos siglos), buscará recuperar el cetro histórico.

Las tensiones tendrán coletazos en todos los rincones del globo e irán desde las monedas hasta el comercio global. Más adelante, incluso, podría llegar a obligar a los países a tomar partido.

En diálogo con El Economista, los analistas Tomás Múgica e Ignacio Labaqui ofrecen sus visiones sobre la disputa y el impacto de corto plazo sobre Argentina.

“El impacto del enfrentamiento entre Estados Unidos y China sobre nuestro país pone de relieve dos cuestiones sobre la posición que ocupa la Argentina en el sistema internacional”, dice el analista internacional Tomás Múgica ante El Economista. “Primero, es un país mediano, afectado por decisiones que toman las grandes potencias sobre las cuales no tiene incidencia, como las variaciones en la tasa de interés fijada por la Fed o en el valor del yuan, adonde tiene una gran influencia el Banco Popular de China. Segundo, a ello se suman las vulnerabilidades propias, sobre las que el Gobierno puede incidir, aunque no en el corto plazo, como el alto nivel de dolarización, el elevado déficit fiscal, el endeudamiento externo y la dependencia de la exportación de materias primas. Es decir, pasan cosas y cuanto más vulnerable es un país mayor es el impacto negativo de las cosas que pasan. Por ello es importante trabajar sobre nuestras debilidades y sobre las variables que podemos controlar. Esa es una tarea de largo plazo”, agrega.

“Es muy probable que el escenario de tensión entre Estados Unidos y China se prolongue, con momentos de tregua y otros de enfrentamiento. Estados Unidos resiste el ascenso chino y China busca que se le reconozca un rol prominente en los asuntos mundiales. Compiten en diversos tableros, no sólo el económico sino también político y el militar. Este es un panorama con el cual deberemos convivir en el futuro, evitando caer en falsos dilemas e intentando aprovechar al máximo todas las oportunidades de cooperación”, concluye.

A su vez, el politólogo Ignacio Labaqui complementa: “El escenario global es un problema. La disputa entre Estados Unidos y China es algo que excede a Donaldo Trump, aunque es cierto que sus modos potencian la volatilidad. De alguna manera, Trump ha cambiado el papel de Estados Unidos a nivel global. Con él, el país deja de hacerse cargo de la provisión de bienes públicos globales y se saca de encima los costos asociados al liderazgo”. Asimismo, proyecta que “la disputa entre ambos es algo que llegó para quedarse y la guerra comercial es solo una manifestación de esa disputa, pero la excede y es un tema al que probablemente haya que acostumbrarse”.

¿Podemos llevarnos bien con EE.UU. y China? Días atrás, El Economista consultó a Francisco de Santibañes (CARI) sobre la cuestión. “Por ahora es posible”, dijo, pero agregó: “Si se acentúa la disputa entre ellos va a ser muy difícil mantener buenas relaciones con ambos y, de hecho, la mayoría de los países medianos hoy están viendo cómo se acomodan ante esta situación”.

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