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La importancia de las primarias del 11 de agosto

02 julio de 2019

Por Juan Radonjic

De las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias realizadas desde 2011 se pueden extraer algunas conclusiones que permiten anticipar el impacto que tendrá el resultado del 11 de agosto sobre las elecciones generales del 27 de octubre. Un primer dato es que en las primarias la participación es menor que en las generales; en 2015 la diferencia fue de 3.000.000 de votantes.

Otro rasgo relevante, es que en las generales se suele premiar a los ganadores y castigar a los perdedores de las primarias. El ejemplo de 2011 es claro al respecto: Cristina Kirchner subió casi 6 puntos entre ambas instancias mientras que el caudal de Eduardo Duhalde se redujo a la mitad.

En las legislativas de 2013, Sergio Massa desafió a Cristina y obtuvo 36,7% en las PASO imponiéndose a la lista que encabezaba Martín Insaurralde. La decidida actitud de Massa, y el resultado obtenido, lo convirtieron en la figura del momento - porque nada le da más prestigio a un político que ganar elecciones - y en las generales alcanzó el 44% de los votos con una diferencia de 12 puntos sobre el kirchnerismo.

Si se concreta ese escenario polarizado, que deje muy relegados al resto de los candidatos, las primarias cumplirían el papel de una primera vuelta, y entonces, muchos votantes adelantarán a octubre el comportamiento que tendrían en noviembre.

En 2015, Daniel Scioli ganó las primarias con el 38% de los votos contra el 30% que sumaron los tres precandidatos de Cambiemos. Sin embargo, pese su triunfo, la lectura política fue que Scioli no iba a poder cumplir con su objetivo de ganar en primera vuelta mientras que Macri podría lograr el suyo que era forzar un balotaje. Por eso, en la primera vuelta, la diferencia fue de sólo 37% a 34%, que junto al triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, selló la suerte de Scioli.

En la elección de senadores de la provincia de Buenos Aires en 2017 ocurrió algo similar, porque si bien Cristina se impuso en las primarias, lo hizo por un porcentaje mínimo, muy inferior al que se esperaba, y en las elecciones generales el resultado se revirtió porque la mayoría de los nuevos votantes se inclinó por Cambiemos.

Por lo tanto, importan la cantidad de votos pero también la lectura política que se hagan de los resultados.

En las encuestas sobre intención de voto para las primarias se registra una ventaja para el Frente de Todos y el antecedente de 2017 muestra que se trata de una instancia que favorece al kirchnerismo porque los que lo votan tienden a participar en mayor medida que aquellos que prefieren otras alternativas. Pero si pretende consolidarse para la primera vuelta, el FdT no sólo debe ganar sino que debe hacerlo por una diferencia amplia. Si eso ocurriese, al Gobierno se le complicaría el manejo de la economía lo cual potenciaría aún más las chances de la oposición en octubre. Si la diferencia que obtiene es acotada, se instalará la percepción de que Juntos por el Cambio puede revertir la situación de la mano de los nuevos votantes, del apoyo mayoritario de quienes se inclinaron por otros candidatos en las primarias, de una leve mejora de la economía, y por contar, además, con los recursos del Gobierno. En ese escenario, los mercados responderían muy favorablemente generado un clima económico positivo lo cual acrecentará las chances del oficialismo. ¿Cuál es una diferencia que podría ser considerada reversible? No hay una respuesta exacta, pero cinco puntos parecerían ser un límite. Si la primaria sale virtualmente empatada, o con una leve ventaja del oficialismo, la elección estará resuelta.

Una característica que las encuestas anticipan para las primarias es que habrá una polarización elevada. En las de 2015, Scioli y Macri siquiera llegaron a reunir el 70% de los votos, básicamente por el 20% que obtuvo el espacio en el que compitieron Massa y José Manuel de la Sota. Pero al no haber ahora terceras fuerzas con peso electoral significativo, es probable que los dos candidatos más votados acaparen cerca del 80% de los votos con lo cual crecen las posibilidades de que haya un candidato que gane en primera vuelta obteniendo el 45%. Si se concreta ese escenario polarizado, que deje muy relegados al resto de los candidatos, las primarias cumplirían el papel de una primera vuelta, y entonces, muchos votantes adelantarán a octubre el comportamiento que tendrían en noviembre.

Más adelante se debatirá el futuro de las primarias porque este año funcionarán como una gran encuesta dado que no serán utilizadas para definir ninguna de las fórmulas presidenciales. Pero mientras tanto, una vez más, anticiparán quién gobernará Argentina.

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