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Preguntas y respuestas II

Supongamos que la nuestra fuera una economía extremadamente cerrada. “La apertura” bien podría ser una salida toda vez que sería lo que no tenemos. Lo que no ensayamos. Pero no es así. Lo hicimos y todos los ensayos terminaron mal: terminamos en una situación peor que la anterior.

Carlos Leyba 28 junio de 2019

Por Carlos Leyba

La semana pasada desgrabé y transcribí, preguntas y respuestas con un joven periodista francés empecinado en desentrañar el enigma argentino de la decadencia. En esa oportunidad también hablamos de “cuando comienzó la decadencia argentina”.

Para Mauricio Macri y los economistas y periodistas del oficialismo todo empieza hace setenta años. El me preguntó por eso.

Le respondí con cifras de los economistas del oficialismo, como Federico Sturzenegger y Juan José Llach, entre otros, y con estadísticas oficiales e internacionales, que hubo notable y sólido progreso económico y social hasta 1975. De ahí en más estancamiento y explosión de la pobreza.

No hay dudas. El Gobierno anterior mentía sobre su presente y el actual lo hace sobre el pasado. Ambos tienen en común una espantosa molicie acerca del futuro. Así nos va.

Me hizo una segunda pregunta.

Pregunta: Trata de ser más breve. Entiendo que es un tema sembrado de “fake news” y comprendo tu indignación por la falsificación de los datos duros. Ahora no me cabe duda de que el punto de quiebre no es ni 90 ni 70 sino sólo hace 45 años.

Pienso que hasta entonces deben haber estado muy bien para que después de las guerras, las hiper, el estancamiento, las idas y vueltas y la falta de inversión, aún estén más o menos en pie. Eso habla de un rico pasado.

La ciudad de Buenos Aires tiene apariencia de modernidad y he recorrido algo del interior y observé pujanza. Claro que hasta ahí. Porque se ve la pobreza en los lugares de lujo y el conurbano es un panorama aterrador.

Los bolsones de bienestar revelan que algo bueno había y que todavía algo bueno hay. Algo ha logrado resistir y la sombra gris de la decadencia no lo ha obscurecido todo.

Pero algo que les traba el camino para que el estancamiento persista. ¿Cuál es esa traba?

Me dicen en el Gobierno y los que llamás comunicadores del oficialismo, que ustedes son la tercera economía más cerrada del mundo. Lo dice el Banco Mundial. En esa restricción autoimpuesta estaría la imposibilidad de salir de la decadencia. Esto lo dicen todos los que hablan de setenta años de decadencia. Asocian una cosa a la otra

Las cifras dicen que la decadencia no es una anciana de 90 años y apenas una adulta de 45 que se puede recuperar.

Pero si esta economía es tan cerrada como Sudán, ¿cómo podemos imaginar una integración al mundo? Me refiero a un intercambio equilibrado, pero no podría haber intercambio equilibrado si no hay intercambio. ¿Es así?

¿Es cierto que son una economía tan cerrada? Los oficialistas dicen que sí y que por eso continúa la decadencia a pesar de haber abandonado hace medio siglo la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI) que, para el establishment, era la madre del fracaso.

Liquidar la ISI, dicen, no fue suficiente para romper la decadencia porque faltó más apertura, más comercio libre, etcétera.

Sé que las cifras de los setenta años de decadencia son falsas. Pero a pesar de ese error ?te acepto, para mí garrafal?, ¿es cierto que la economía es tan cerrada y que esa cerrazón impide crecer y terminar con la pobreza?

Respuesta: Las cifras de la primera respuesta no te han dejado dudas. Entre 1963 y 1975 el crecimiento promedio anual por habitante fue de 3,32% y fue el mayor crecimiento por habitante desde 1870 a la fecha.Y desde 1900 hasta 1975 el PIB por habitante de un argentino fue, en promedio, el 75% del de un australiano. Por no mantener el ritmo de expansión de esos años, por haber cambiado en 1975 el consenso básico de los treinta años anteriores, ingresamos en la debacle comparativa en la que estamos. Debacle de la que los últimos diez años son un ejemplo clarísimo. En esa década el PIB por habitante creció cero. Otra década perdida.

Voy a tu nueva pregunta. Supongamos que la nuestra fuera una economía extremadamente cerrada. En ese caso, “la apertura” bien podría ser una salida toda vez que “la apertura” sería lo que no tenemos, lo que no hemos ensayado. Pero no es así.

Hemos ensayado varias aperturas desde 1975 a la fecha, todas con sobrevaluación de nuestra moneda como ancla cambiaria para contener la inflación, generando presión a la baja de los precios por competencia externa, destrucción de actividades transables con valor agregado, crecimiento de la deuda externa que financió esas importaciones, nueva restricción externa y crisis.

Cada una de esas crisis nos dejó en una situación estructural económica y social peor que la anterior.

Veamos la medida que se usa para hablar de apertura y cierre. El coeficiente es la suma de exportaciones más importaciones dividida por el PIB. Ese coeficiente tiene muchos problemas técnicos. Uno de ellos es determinar el tipo de cambio.

Esta es una “debilidad” del cálculo. Si el tipo de cambio está sobrevaluado (José A. Marténez de Hoz, Domingo Cavallo, Cristina Kirchner) va a resultar un PIB más alto que si la división se hiciera con un tipo de cambio subvaluado (Eduardo Duhalde) En la sobrevaluación (atraso con desequilibrio) la “medida de apertura” sería más baja y con un PIB menor, la apertura sería mayor. Los mismos que procuran el ancla cambiaria (sobrevalúan) predican que la economía está cerrada. ¿Una suerte de profecía autocumplida?

Además, hay que considerar un hecho estructural. Nuestra economía tiene un sesgo hacia los no transables que no es producto de nuestro desarrollo sino de nuestra decadencia.

Una de las razones es el gigantesco y desproporcionado empleo público. Gigantesco en relación a otras ocupaciones transables y desproporcionado porque sus prestaciones son malas.

La ineficiencia del sector público trae como consecuencia más proveedores privados de servicios que siempre fueron públicos y que si el empleo público fuera equilibrado y eficiente, esos empleos privados no estarían en actividad. Hay implícita una duplicación. Otro ejemplo hay también una enorme cantidad de personas que realizan servicios domésticos que, por cierto, no es un indicador de desarrollo sino de todo lo contrario.

Todas esas personas tienen un salario que, para la contabilidad nacional, constituye “valor agregado” y por lo tanto genera un nivel de PIB que contiene, entonces, un “valor agregado”, “improductivo” y “redundante”, pero que por el método de la contabilidad nacional suma al PIB. Tenemos, por el efecto de lo “no transable exótico”, un PIB “inflado”: un “valor agregado” que nada agrega y genera un cálculo de PIB superior al del valor agregado adecuadamente ponderado por “el valor” que realmente agrega.

La economía, entonces, resulta contablemente más grande pero tiene menos bienes y servicios realmente valorables. Ese hecho hace “una economía más cerrada” porque tenemos un PIB mayor que “el real” y eso hace que el coeficiente de apertura disminuya contablemente.

Un error de cálculo que proviene de la ausencia de inversiones creadoras de trabajo productivo y la fenomenal marea de desempleo encubierto que nos ahoga en la improductividad.

Justamente esa es la consecuencia central del modelo instalado en 1975 y que sigue a la fecha. Sus propulsores y ejecutores repiten como un mantra, “decadencia de setenta años y economía cerrada”. Ambas afirmaciones absolutamente falsas.

Hay otra manera de medir. Al decir del prestigioso economista Miguel Cuervo, “cuánto me come del mercado la mercancía extranjera”. Esa es la verdadera medida de la apertura.

Con esa “medición” nuestra economía es muy abierta. Un ejemplo: la industria automotriz que en 1974 producía en el país el 90% del vehiculo, ahora sólo se produce el 20%. El proceso iniciado en 1975 hizo que convirtiéramos “industrias” en “importaciòn y armado”. Un ejemplo de cómo la importación se va comiendo el mercado de la industria local. La medición aplicada a toda la industria de transformación, nos dice que aproximadamente el 50-60 % de lo que “producimos” es importado. Ese es el tamaño de la apertura relevante.

Juntos por el Cambio indentifica “integración al mundo” con apertura económica, digamos, salvaje. La idea es bajar de cualquier manera los aranceles de importación.

Con o sin acuerdo Mercosur y UE los funcionarios PRO quieren bajar los aranceles y llevarlos a los niveles europeos. Lo harán con “ancla cambiaria” (retraso) como hasta ahora junto a la demencial tasa de interés. Más apertura es el nuevo cañon para reducir el alza de precios. Caerán las últimas industrias sobrevivientes y el empleo franco crecerá y con el la presión social de la pobreza que hoy está en 35% de la población.

Como nadie quiere, incluso el PRO, el incendio social por falta de alimentos para la pobreza, el déficit fiscal continuará y el horizonte de la deuda se ensanchará.

El discurso de “la economía cerrada” además de falso, es el más peligroso porque se dirige a agravar cuestiones estructurales.

Todo se se hace más barato en algún lugar del mundo. Integrarnos al mundo, con esta concepción aperturista ingenua, es desintegrarnos socialmente.

Si sólo nos abrimos (UE-Mercosur o TLC con EE.UU.) y nada hacemos para fortalecer la estructura productiva y las demás condiciones siguen igual, seguramente, la industria será el 90% importado, reservando el 10% para el armado: automotriz y electrónica. La excepción podría ser la industria alimentaria.

El problema es que cometimos “industricidio” y por eso tenemos una restricción externa para crecer. Una puerta giratoria.

Cuando aumenta la demanda por bienes industriales, aumentan las importaciones y rápidamente sufrimos la escacez de dólares. Téngase en cuenta una tendencia “natural estructural” a la enfermedad holandesa que podría agravarse si Vaca Muerta se transformara en un éxito.

En ese contexto, con la politica vigente, aumentarán el desempleo y la pobreza. Esto impulsará el gasto público y el déficit, y pondrá la presión tributaria o la inflación, en alza. Y en este último caso continuará la fuga de capitales.

Tenemos demasiada gente trabajando en no transables y una increíble debilidad exportadora: el último dato Indec es que bajaron las exportaciones industriales.

La afirmación “economía cerrada” es falsa porque la cuenta esta mal hecha. Mal diagnóstico, mal tratamiento y si se trata de operación, muerte muy probable. Es así en la medicina y en la economía. ¿Satisfecho? ¿La seguimos?

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