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Pax cambiaria: aquí no ha pasado nada

14 junio de 2019

Por Santiago Gambaro Economista en Analytica

La tranquilidad cambiaria, producto de la buena digestión del mercado financiero de la fórmula Macri ? Pichetto, no permite pensar en que la golondrina esté indicando la presencia de un nuevo verano.

Es que la fragilidad financiera de la Argentina no reside exclusivamente en factores políticos, sino más bien en la exposición al contexto internacional y a la dificultad para financiar los servicios de deuda a futuro. El panorama económico será similar para cualquier color de gestión.

Mientras tanto, pareciéramos estar ante la presencia de dos posibles espirales de difícil salida. La tranquilidad cambiaria, de acuerdo a la evolución de las encuestas, pareciera tener una elevada correlación con la imagen positiva del presidente. A su vez, reduce el impacto sobre precios, mejora el consumo y con ello la actividad económica de cara a las elecciones. Este escenario podría además mejorar el riesgo país. Preocupados por el día a día, este pareciera ser el mejor de los mundos, pero como veremos más adelante, el meollo del problema lo veremos en 2020, cuando la apreciación cambiaria que se derive de este escenario nos encuentre con un atraso difícil de corregir.

Del otro lado, la fragilidad financiera es tal, que una noticia negativa local o tensiones a nivel global pueden generar el efecto contrario. Esto es, una suba del tipo de cambio que se traslade a precios, que obligue al Banco Central a intervenir y esto aumente el riesgo país por una menor disponibilidad de reservas para afrontar los servicios de deuda. Llegado el caso, se debería apelar incluso a una actitud contemplativa del FMI para aprobar el waiver para el año que viene. De llegar al techo de la banda, el Banco Central debería intervenir con todo su poder de fuego, aumentando la tasa de interés y empeorando la actividad económica.

Al final de la película, cualquiera sea el partido que gobierne a partir de diciembre deberá enfrenar el mismo panorama: luego de negociar con el FMI y los acreedores privados, habrá que generar un superávit comercial que cubra el faltante de dólares de la economía. De eso antes se ocupaba el sector público a través de colocaciones de duda, hoy restringido por el elevado riesgo país. Esta configuración de variablesrepresenta el verdadero factor de inestabilidad cambiaria hoy, con mayor peso que el posible cambio de signo político.

Este escenario es el responsable de la dolarización de carteras récord que se viene verificando desde principio de año, porque pareciera que, dada la magnitud de compromisos hacia adelante, el tipo de cambio real actual no alcanza para cubrir la brecha entre necesidades de importaciones, fuga de capitales, obligaciones de deuda y el ingreso por exportaciones.

Hacia adelante, dado que las exportaciones no tradicionales tienen una limitación física para crecer en un plazo tan corto, el ajuste provendrá por el lado de las importaciones. Si la respuesta es exclusivamente a través de una devaluación, la consecuencia va a ser nuevamente una espiral inflacionaria y el impactosobre la actividad que se deriva de ello. Hay variables para evitar que esto pase y que deben operarse en simultáneo: i) retenciones para evitar el traslado a alimentos de una devaluación, ii) impuestos a las importaciones y al turismo para minimizar la necesidad de depreciación cambiaria, iii) un mínimo de restricciones a la cuenta financiera para evitar la salida abrupta de capitales de manos grandes iv) recursos fiscales orientados a las exportaciones y a la competitividad logística.

El desenlace no está claro, pero la incertidumbre no se despeja con una fórmulaelectoral más competitiva, sino que permanece en un horizonte donde hay todavía mucho por hacer. Sobre la pax cambiaria: aquí no ha pasado nada.

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