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Para Estados Unidos y China, ya no es una guerra comercial, es algo peor

03 junio de 2019

Lo que comenzó hace dos años como un esfuerzo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para obtener mejores términos de China en los aspectos básicos del comercio exterior bilateral, ahora amenaza con convertirse en una confrontación mucho más amplia y siniestra.

El conflicto continúa enmarcado como una "guerra comercial" entre las dos economías más grandes del mundo, mientras Washington y Beijing persiguen una serie creciente de aumentos de aranceles y otras medidas de represalia.

Bajo la superficie, un nuevo tono ha comenzado a surgir desde que las conversaciones comerciales se interrumpieron a principios de mayo y Trump aumentó los aranceles a los productos importados de China, una acción que se que tuvo como respuesta los impuestos de represalia de Beijing. Los funcionarios de ambos lados del Pacífico comenzaron a retratar la relación entre Estados Unidos y China en términos nacionalistas y cargados de emociones que sugieren un conflicto mucho más profundo.

Recientemente, por ejemplo, un grupo privado de economistas y expertos en comercio estadounidenses con una larga experiencia en China viajó a Beijing, esperando su habitual intercambio técnico con los funcionarios del gobierno chino.

En cambio, un miembro del Partido Comunista chino los arengó durante casi una hora, describiendo la relación Estados Unidos-China como un "choque de civilizaciones" y alardeando de que el sistema controlado por el gobierno de China era muy superior a la "cultura mediterránea" de Occidente, con sus divisiones internas y su agresiva política exterior.

Del lado estadounidense, un alto funcionario del Departamento de Estado, durante un foro celebrado el mes pasado en Washington, advirtió sobre un enfrentamiento cada vez más profundo con China que expresó en algo cercano a los términos raciales.

"En China tenemos un competidor económico, tenemos un competidor ideológico, uno que realmente busca un tipo de alcance global, que muchos de nosotros no esperábamos hace un par de décadas", dijo Kiron Skinner, directora de planeamiento del Departamento de Estado de EE.UU.. "Y creo que también es sorprendente que esta sea la primera vez que tendremos un competidor de gran poder que no sea caucásico".

Sobre los asuntos comerciales en sí mismos, las dos partes aún pueden llegar a una tregua en la cumbre económica de las principales naciones a fines de junio en Osaka, Japón. Trump y el presidente chino, Xi Jinping, asistirán a la reunión del G20.

El conflicto, sin embargo, ahora va más allá de la escalada de tarifas. Las actitudes se han endurecido en los últimos días después de que la administración de Trump pusiera en la lista negra a la firma de telecomunicaciones Huawei, impidiendo que una de las compañías globales más exitosas de China comprara componentes y software cruciales de firmas estadounidenses.

La Casa Blanca está preparando acciones similares contra otras firmas chinas de alta tecnología , según informes de prensa.

Por si fuera poco, en China el órgano de propaganda del partido dominante desempolvó viejas películas patrióticas de la Guerra de Corea, cuando el ejército chino rechazó a las fuerzas estadounidenses que avanzaban hacia el norte, y la reciente gira por el campo de Xi transmitió un mensaje de preparación para una nueva "Larga Marcha" para resistir un matón extranjero.

Pero más allá del nacionalismo imperante, Beijing podría devolverle el golpe de otras formas. De acuerdo con una encuesta reciente realizada por las Cámaras de Comercio de Estados Unidos en Shanghai y Pekín, 1 de cada 5 firmas estadounidenses que operan en China dicen que se enfrentan a un aumento de las inspecciones y despachos aduaneros más lentos.

También, según los informes, China suspendió las compras de miles de millones de dólares de la soja de EE. UU..

Pekín también podría incitar a boicots de productos estadounidenses populares como los iPhones de Apple o reducir el turismo a los Estados Unidos, lo que sería particularmente doloroso para estados como California. Y las universidades estadounidenses ya están preocupadas por una posible baja en los estudiantes chinos que pagan la matrícula completa.

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