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Luis Pomés: “El representante tiene que saber hacer todo”

05 junio de 2019

Por Nicolás Piñón 

La oficina de Luis Pomés habla por sí sola: además del teléfono, la televisión y el escritorio que lo componen, todo lo demás refiere a la pasión que desborda a este intermediario del fútbol, más conocido en la jerga futbolística como representante. El hombre tiene banderines, fotos con jugadores y ex jugadores, libros autobiográficos de grandes de la redonda y pilas y pilas de videos y carpetas. Es que la profesión que en su momento Jorge Cyterzpiller, Gustavo Mascardi, Marcelo Simonián y Guillermo Coppola hicieron famosa, sigue creciendo sin límites hoy. Luis Pomés, de 31 años y con cinco en el rubro, recién llegado del aeropuerto de ver unos partidos en la ciudad de Rosario, describe su actualidad mientras el teléfono suena y suena?

¿Qué hace un representante de jugadores?

Hacemos todo lo que necesite y solicite el jugador. Pero la respuesta oficial establece que un representante se dedica a negociar los contratos en nombre de un jugador cobrando un porcentaje del contrato bruto negociado. Aunque la realidad es que los ayudamos en todo a los chicos y lo que más intentamos es que ellos se dediquen a jugar básicamente, básicamente y que estén concentrados y respaldados para que puedan desarrollarse de la mejor manera.

¿Qué cualidades se necesitan para ser un representante entonces?

Ser un agente de jugadores es una profesión que tiene a la pasión como principal combustible. La realidad es que hay que ser polifuncional, hay que saber adaptarse al cambio constante, tenés que saber hacer absolutamente todo porque lo tenés que ayudar al jugador en cuestiones que exceden lo futbolístico, como ayudarlo a buscar un departamento por ejemplo, a solucionar un tema familiar, a hacerle de psicólogo. Es un trabajo que es cuestión de aptitud y de actitud en un mundo que es muy competitivo. Y dos cosas que para mí son fundamentales son tener una gran tolerancia al fracaso y también ser paciente, porque como mandan los resultados los tiempos en el fútbol son muy cambiantes, entonces ser paciente es clave.

Pomés acaba de pasar un fin de semana en Rosario viendo jugadores de divisiones inferiores, una de las rutinas que se le han vuelto costumbre. Como si fuera un jugador más, suele tomar mate con sus jugadores (tiene más de veinte), habla con sus padres. Pero no le sobra tiempo porque luego debe hablar con gente de Nike y Adidas, sponsors de sus jugadores, otra de sus tareas?

¿El intermediario termina siendo un padre más entonces?

Es intentar asesorarlo en la vida misma. Obviamente el padre es el padre. Y uno debe asesorarlo para que no se desbarranque y demás y nuestro rol es tratar de que vivan lo más tranquilos posibles.

¿Cómo es la relación del intermediario con un negocio donde todas las personas son potenciales clientes?

Es que el fútbol es un negocio donde todo el mundo es potencial cliente porque para dar un ejemplo desde el rincón más recóndito de Africa un chico puede querer la camiseta o la gaseosa que toma Messi, y entonces eso hace que el mundo entero esté ligado a este negocio. Entonces el fútbol tiene eso, es un negocio donde todo el mundo es partícipe, lo que termina generando los valores de los jugadores.

¿Cuál es la relación con la formación de un jugador?

Dado que el jugador vive en constante estado de concentración y tensión por lo expuesto que está, un representante debe asesorarlo y lograr que el jugador mantenga los pies sobra la tierra. Siendo una carrera donde son profesionales desde muy chicos, donde hacen muchos sacrificios que los de su edad no hacen, uno desde afuera debe evitar que los halagos y tentaciones que les llegan los afecte lo menos posible.

¿El intermediario, tiene relaciones comerciales en un negocio sin fronteras?

Lo que sucede es que el nuestro es un negocio en el cual en todos los países del mundo hay una posibilidad, y en todos los países hay una liga. Eso significa que un país como Argentina, que tiene un alto nivel de jugadores respecto al resto, uno tiene mercados por todo el mundo. Un jugador, mientras le interese la parte económica, puede ir a cualquier lado. Entonces el mercado es a nivel mundial, no tiene fronteras. Ahora se abrió el mercado chino, también está el japonés, también estuvo Australia. Así, el jugador puede recorrer el mundo entero, lo que significa que mi trabajo es una cuestión de tiempo, dedicación, credibilidad, y de viajar mucho.

¿El jugador, suele inclinarse más por el dinero o por la gloria deportiva?

No hay un dato claro. El dato por ahí es la edad. Si vos tenés 22 años y estás en un club grande acá y te dicen que te van a comprar desde una liga que te va a pagar una fortuna pero que desde lo competitivo no es buena por ahí el jugador prefiere esperar. O el que tiene 29 años con una carrera buena sin un objetivo ambicioso en lo deportivo suelen ir a la económico. Pero es la edad más que nada la que determina lo que quiere el jugador.

Pomés se desabotona su camisa y descansa un poco tras tanto trajín. Si bien tiene un trabajo sin sueldo fijo, en el que obtiene sus ingresos cuando concreta un contrato laboral del jugador o una transferencia, percibe que pronto cerrará una nueva venta. Mientras, el teléfono sigue sonando una y otra vez. Pero el hombre sigue inmutable, acostumbrado al frenesí habitual de ser intermediario de fútbol, o el representante del fútbol moderno?

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