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La economía de la polarización

26 junio de 2019

Por Guido Lorenzo Director Ejecutivo de LCG

El escenario político parece haberse polarizado por anticipado. Quizás la desintegración de Alternativa Federal junto con la autodestrucción que se provocó Roberto Lavagna mostrándose dubitativo llevó a ese enfrentamiento directo entre el oficialismo y el kirchnerismo. Escenario que probablemente se vea reflejado en una segunda vuelta o, a lo sumo, en las elecciones generales de octubre.

Dado el protagonismo de Marcos Peña y Cristina Kirchner en los cierres de listas, la polarización parece encontrarse nuevamente entre Mauricio Macri y Cristina. El escenario es riesgoso para el Gobierno ya que no da lugar a un peronismo competitivo en el centro que pueda quitarle caudal de votos a la fórmula Fernández-Fernández. Sin embargo, creemos que la economía le está jugando a favor al oficialismo.

La recuperación del consumo de la mano de los programas Ahora 12 y Créditos Argenta junto con la recomposición salarial empiezan a generar estímulos. Por otro lado, el dólar calmo amaina la inflación y permite que la recomposición nominal se traduzca en mayor poder de compra.

No hay economía que resista una corrida de los depósitos hacia las reservas: ni los K ni los M pueden contra ese escenario.

Las mejores noticias en la economía se deben a la calma en la cotización del dólar. La guerra de tasas entre Estados Unidos, el BCE y China está cooperando y da un marco en la economía internacional favorable para la estabilidad del tipo de cambio.

La polarización adelantada de la elección podría tener efectos negativos si en las PASO el oficialismo obtiene un mal resultado. Aunque, en ese caso, una eventual pérdida de estabilidad se podría endosar a la posibilidad de volver al pasado.

No hay economía que resista una corrida de los depósitos hacia las reservas. Ni los K ni los M pueden contra ese escenario. Si bien actualmente le asignamos una muy baja probabilidad de ocurrencia a un evento como ese, el nerviosismo se va a presentar a medida que avance el cronograma electoral.

La clave para que la situación no se desborde es la capacidad del BCRA de demostrar que puede tener al dólar controlado. Independientemente de si se ubica en un nivel más alto, si la percepción es de descontrol como sucedió en febrero y marzo, las chances del oficialismo se reducen y la posibilidad de una vuelta de la inestabilidad a la economía se amplían.

Es por ello que, en parte, si bien la tasa de interés nominal cae junto con la expectativa de desinflación, es lógico que el BCRA no quiera pecar de optimista. A fin de cuentas, una brusca baja de tasas de interés que coincida con un mercado de cambios inestable podría costarle la elección al oficialismo.

Cabe preguntarse si la economía soporta estas tasas de interés por mucho tiempo. La tasa de interés elevada lejos de estar fomentando el ahorro parece estar haciendo el ajuste vía cantidades, es decir, con caída de la actividad. En nuestra opinión es preferible pagar el costo de la tasa de interés elevada a la de un rebote del dólar donde el BCRA parezca que no tenga control de la situación. Sin embargo, salir de esta situación será difícil para cualquier Gobierno que le toque asumir en diciembre.

La recuperación de la actividad vendrá asociada a un mayor nivel de importaciones y al tipo de cambio actual no parece que le vaya a sobrar espacio en diciembre. Por otro lado, la necesidad de continuar con una política de desinflación hace que el futuro sea menos promisorio en términos de crecimiento y empleo. Lamentablemente, y gane quien gane, deberá administrar asumiendo las restricciones presupuestarias y recursos. Esto sería una novedad para el kirchnerismo, que podría encontrar dificultades en ese sentido, así como el Gobierno actual parece no haberle encontrado la vuelta.

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