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Estados Unidos inicia una guerra comercial contra México

Héctor Rubini 03 junio de 2019

Por Héctor Rubini  Instituto de Investigación en Ciencias Económicas USAL

El jueves por la noche el presidente Donald Trump anunció un arancel a las importaciones provenientes de México, porque este país no logra detener el flujo de migrantes ilegales a Estados Unidos. Desde el 10 de junio la alícuota a aplicar será de 5%. Si México no logra detener la “crisis” migratoria, la Casa Blanca elevará la tasa al 10% a partir del 1% de julio, y luego a 15% en agosto, 20% en septiembre y 25% en octubre.

Un objetivo es el de forzar a México para detener el flujo migratorio, que según Trump explica el ingreso del 90% de drogas a Estados Unidos. Otro, el de revertir el déficit comercial con México. Según Trump es de US$ 100.000 millones, pero las cifras del U.S. Census Bureau son otras: en 2018 fue de US$ 81.517 millones, y comercio bilateral de bienes y servicios con México resultó en un déficit menor, de US$ 72.700 millones.

Esta decisión pone en riesgo el futuro de la versión modificada del T-MEC, que modifica el Nafta original por iniciativa, y presiones, de la Administración Trump. De hecho, no cayó nada bien una decisión anunciada el mismo día en que la Casa Blanca informara al Senado sobre el nuevo T-MEC.

Si bien el miércoles se reunirán en Washington funcionarios estadounidenses y mexicanos para evaluar alternativas, informalmente ya desde el viernes comenzaron las negociaciones. La Casa Blanca no ha revelado qué tipo de medidas debería aplicar México para que Washington suspenda o postergue estas subas de aranceles. Sin embargo, el secretario interino de Seguridad Nacional, Kevin Mc Aleenan, dijo que le van a pedir tres tipos de medidas al gobierno mexicano: 1) aplicar medidas de seguridad más restrictivas en la frontera con Guatemala, 2) medidas más estrictas en el combate a las bandas criminales que ayudan a los migrantes, y 3) mayor cooperación con Estados Unidos para dar asilo a los inmigrantes.

El gobierno de México ha optado por mantener la compostura, pero está entre dos fuegos: Trump lo presiona para que “finalmente haga lo que debe” en materia de controles migratorios, y las cámaras empresariales mexicanas que exigen firmeza y que López Obrador haga “lo que debe” recurriendo a represalias y a la Organización Mundial de Comercio. Por ahora nada indica que Trump vaya a dar marcha atrás, y no tiene prejuicio alguno para subordinar la política comercial a prioridades de seguridad nacional.

Según el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no se detendrá ese proceso, pero es algo que está por verse. De mínima varias cámaras empresarias mexicanas sugieren abandonar ese acuerdo y aplicar de inmediato aranceles espejo contra Estados Unidos. Ya el Consejo Nacional Agropecuario de México pidió actualizar el mapeo de las importaciones de bienes agrícolas estadounidenses. Las principales son maíz, soja, productos lácteos y carnes porcinas y bovinas, y se sugiere aplicar aranceles espejo a esos productos y otros, como papas, whisky, manzanas, arroz y pollo estadounidense.

El impacto en los mercados financieros se hizo sentir fundamentalmente en los mercados accionarios de los países desarrollados. Casi en su totalidad cerraron en baja, al igual que el petróleo cuyo precio registró la mayor caída en el último semestre. La expectativa prevaleciente es el de un sesgo proteccionista más exacerbado de la administración Trump que conducirá a medidas análogas de otros países, a una retracción del comercio mundial y a una desaceleración del crecimiento económico en gran parte del mundo.

Aun cuando Trump se salga con la suya, no podrá evitar las consecuencias de mediano plazo: aumento del costo de vida en Estados Unidos., ruptura de cadenas de suministros con proveedores extranjeros, desconfianza en el exterior (no sólo en los países afectados) hacia el gobierno de los EE.UU., y menor crecimiento económico. El banco JP Morgan ha advertido que los aranceles del último año y medio reducirán el crecimiento del PIB estadounidense de 1,75% a 1,50% en 2019. La OCDE, a su vez ha estimado que la extensión de aranceles a todo el comercio con China tendría un impacto negativo sobre el PIB de Estados Unidos de poco más de 0,8%, sobre el de China de algo más de 1,1%, y sobre el PIB mundial de casi 0,7%. Naturalmente el efecto será algo mayor de aplicarse los anunciados aranceles contra las importaciones desde México.

En el caso del conflicto con China, Estados Unidos los aplicó sobre importaciones de ese origen por US$ 200.000 millones (US$ 250.000 millones según Trump) y sanciones a la empresa Huawei. La respuesta china fue con aranceles a importaciones desde Estados Unidos por US$ 60.000 millones, la suspensión por tiempo indefinido de compras de soja estadounidense, y la implícita amenaza de cortar el suministro de tierras raras a empresas de Estados Unidos. Más silenciosamente, el gobierno chino ha permitido una gradual depreciación del yuan respecto del dólar. Entre el 5 de mayo (día en que Trump anunció por Twitter las sanciones contra China) y el último viernes, el dólar subió de 6,745 a 6,943 yuanes (2,5%).

La “Guerra Fría” con China y la intempestiva medida contra México perfilan a un mundo diferente, con un gobierno de Estados Unidos impredecible, y una agresividad comercial que lo perfila, como un socio comercial cada vez menos confiable para el resto del mundo. Y esto abre la puerta a una andanada de represalias y contrarrepresalias de efectos más que previsibles: contracción del comercio mundial, desaceleración del crecimiento del PIB y del empleo en el resto del mundo, y potenciales conflictos en otros terrenos, incluso el militar. Un escenario que sólo aporta más problemas que soluciones.

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