El Economista - 70 años
Versión digital

mar 16 Abr

BUE 17°C

El FMI y un programa frágil

Héctor Rubini 08 abril de 2019

Por Héctor Rubini Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la USAL

De acuerdo a lo esperado, el FMI aprobó el cumplimiento de las metas del Gobierno y girará U$S 10.800 millones al Ministerio de Hacienda. Este, a su vez, iniciará el próximo lunes el anunciado ciclo de subastas diarias de U$S 60 millones.

Según la 3ª revisión del FMI al acuerdo Stand-By, la proyección de caída de 1,7% del PIB para este año fue reducido a 1,2%, y la de inflación fue elevada del irrealista 20% inicial a un 30%, cifra que hoy luce en extremo voluntarista. El organismo indicó que los funcionarios argentinos proponían recortar más gastos en capital, pero lo que la opción para este trimestre serían nuevas medidas para mejorar la recaudación en IVA, e identificar contribuyentes incorrectamente registrados como monotributistas para que pasen a tributar en el régimen general del Impuesto a las Ganancias. En breve: aumentar la presión sobre los contribuyentes.

Por otro lado, el organismo formula una dura crítica a la reforma tributaria de fines de 2017. Según el FMI, “la reforma tributaria de 2017 y el Pacto Fiscal de 2018 correctamente tenían la intención de promover la inversión y la creación de empleo reduciendo la carga tributaria sobre los ingresos de las empresas, los impuestos sobre las ventas y la carga fiscal efectiva sobre los salarios de los trabajadores de más bajos ingresos. Sin embargo, presentan una confianza excesiva en impuestos distorsivos (incluyendo el impuesto a las transacciones financieras y a las exportaciones hasta al menos 2020), y una necesidad de mayores reducciones a impuestos directos sobre los trabajadores y sobre nuevas inversiones”.

El organismo propone una nueva reforma tributaria de carácter “neutral”, con nuevas bajas de impuestos compensadas por una mayor cobertura del Impuesto a las Ganancias sobre los trabajadores (según el FMI lo paga hoy sólo el 10% de los asalariados), la eliminación de exenciones al IVA, e impuestos más altos sobre el consumo. El FMI admite haber sido advertido por las autoridades que esa idea no contaría con apoyo alguno en el Congreso y que no es factible antes de las elecciones presidenciales.

En materia monetaria el FMI ratificó el programa monetario y cambiario en curso y entiende que su mantenimiento en el tiempo va a “fortalecer la credibilidad en el esquema del BCRA”. Más aún, en la página 16 de esta 3ª revisión aprobada por Nigel Chalk y Zuzana Murgasova se lee que “requiere una política fiscal y monetaria conservadora todo el tiempo que sea necesario para anclar expectativas y reducir la fijación de salarios y precios mirando hacia atrás”. No se entiende qué puede aportar un ajuste fiscal y monetario para eliminar mecanismos de indexación que van por andariveles separados de lo que haga el BCRA o el Ministerio de Hacienda. Tampoco su coherencia con el final del citado párrafo donde se sostiene que “los aumentos en las tarifas públicas y la descompresión de márgenes se esperan que mantengan las presiones inflacionarias en los próximos meses”. La palabra “descompresión” misma se presta a equívoco, además de no guardar relación alguna con decisiones de política fiscal y monetaria.

Además, en el párrafo anterior el organismo sorprende con una interpretación no monetarista de la suba de la inflación de los últimos meses: no menciona la insuficiente absorción del “bombazo monetario” de diciembre pasado, sino que entiende que “la reciente suba de la inflación respondió a una combinación de varios factores incluyendo la suba de las tarifas públicas, aumentos salariales superiores a los esperados (según el FMI), y a una recomposición (léase como incremento) de los márgenes de rentabilidad de productores y mayoristas”.

Es llamativo también que sobre el proyecto de reforma de la Carta Orgánica del BCRA sostenga por un lado que “provee un sólido fundamento para un eventual retorno a un régimen de inflation targeting”, mientras que por otro describa, de manera acrítica, y como al pasar, que el nuevo proyecto “permite la remuneración de cuentas de bancos comerciales en el BCRA” (léase, encajes legales). También que el staff afirme en página 23 que un proyecto de nueva Carta Orgánica que fortalezca la independencia del banco central y su autonomía operativa debería fortalecer la credibilidad en el ancla nominal del BCRA. Pero si algo no existe con el actual régimen es un ancla nominal que la sociedad debe percibir como una variable identificada como inequívoco centro de gravedad para la formación de expectativas. Además, como se ha observado desde esta columna la semana pasada, ese proyecto no elimina “toda forma de financiamiento al Tesoro”, como se afirma en la “información suplementaria” de esta revisión. Llamativamente parecieran dar por sentado su tratamiento sin riesgo de rechazo en el Congreso, cuando como lo han observado otros economistas y otros medios, dicho proyecto elimina efectivamente el requisito de que los futuros miembros del Directorio del BCRA sean de nacionalidad argentina. Algo que sin ser modificado, provocará el rechazo de plano de todo el texto de ese proyecto.

La evaluación del FMI mantiene, en definitiva, la defensa del ajuste fiscal permanente como la base para recuperar reputación. Sin embargo, la consecuencia es una estanflación con renovada volatilidad cambiaria y suba del riesgo país que ha exacerbado la incertidumbre. Algo que torna dudosa, de mínima, la frase del staff del FMI en la página 23 donde afirma que estas políticas “están ayudando a estabilizar la macroeconomía”.

Con relación a la capacidad de pago de la deuda pública, el FMI sigue siendo lamentablemente ambiguo. Por un lado, sostiene que el gobierno está contando con un ambiente favorable para extender los plazos de la deuda pública y concentrarse en endeudamiento en pesos, aun cuando esto signifique pagar tasas de interés más altas. Pero en el párrafo 42 de la página 19 se afirma lo siguiente: “Mientras la trayectoria proyectada de la deuda es menos favorable con relación a la 2ª revisión, el staff todavía evalúa que la deuda es sostenible, pero no con alta probabilidad”.

En definitiva, un documento con un enfoque y una línea discursiva poco clara, pero con foco en justificar el programa en curso. Un programa orientado a evitar una corrida cambiaria, pero hasta ahora de impacto negativo en vario frentes. el ingreso disponible, el empleo, las perspectivas del oficialismo para las próximas elecciones presidenciales, y las expectativas de no pocos tenedores de deuda pública.

En esta nota

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés