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El nivel de actividad, con buenas y malas noticias

Las estadísticas oficiales difundidas ayer confirman un buen febrero para la actividad. Sin embargo, y si bien es temprano para tener un panorama claro, los pocos datos que se publicaron apuntan a que la actividad se habría frenado en marzo.

05 abril de 2019

Por Matías Carugati Economista Jefe M&F Consultora &  Florencia Hernández Economista M&F Consultora

Los datos oficiales confirman un buen febrero para la actividad.

El Indec informó que la producción industrial aumentó 2,4% mensual (sin estacionalidad), mientras que la construcción mejoró un 8,3%. En ambos casos, la variación anual sigue en terreno negativo (-8,5% y -5,3%, respectivamente), pero esta comparación resulta engañosa ya que ambos sectores (y la economía en general) mostraban buen dinamismo en el arranque del 2018, previo a la crisis. Por ello conviene utilizar las variaciones en el margen para entender mejor cómo viene la actividad. En este sentido, la información oficial confirma lo adelantado por estimaciones alternativas (Fiel y Construya) y por las estadísticas sectoriales: el 2019 arrancó con dos meses consecutivos al alza en sectores importantes para la economía.

Sin embargo, en marzo se cortaría la (pequeña) buena racha.

Si bien es temprano para tener un panorama claro, los pocos datos que se publicaron apuntan a que la actividad se habría frenado en marzo. Los datos de recaudación (en términos reales) fueron flojos, aunque desde el Gobierno se justifican en la menor cantidad de días hábiles. Las ventas de autos 0 km y de motos cayeron fuerte en marzo, señal de que el consumo de bienes durables sigue muy débil. Algo similar refleja la producción de automotores, con una baja pronunciada en marzo. Y los despachos de cemento al mercado interno también disminuyeron el mes pasado. A pesar de la mejora en el ingreso de los hogares (arrancaron las primeras paritarias, junto con el aumento de jubilaciones y planes sociales), el nivel de actividad podría terminar sufriendo el impacto de la depreciación de 11% del peso, de la inflación, que el mercado estima en 3,8% (REM), y del endurecimiento adicional de la política monetaria. El aumento de la incertidumbre, lógicamente, tampoco habría colaborado.

El mercado sigue pensando en una tenue y gradual recuperación.

La visión de consenso sostiene que la recuperación económica comenzó en el primer trimestre del año (+0,3% trimestral en el último REM), alineándose con el discurso oficialista. La mejora habría llegado antes de lo esperado, pero el proceso sería más lento de lo previsto. Para el segundo trimestre, pese a las buenas perspectivas del campo y a la recomposición parcial del poder adquisitivo, la volatilidad cambiaria y el endurecimiento adicional de la política monetaria afectaron las expectativas. Las proyecciones pasaron de 1,5% trimestral esperado en febrero a 1% trimestral en marzo, mientras que para el tercer trimestre (crucial por las PASO en agosto) las estimaciones se ubican en 0,5%. De todos modos, según la mirada de consenso, la mejora no alcanzaría para contrarrestar la caída del año pasado, y el 2019 cerraría en terreno negativo (-1,2% promedio) por segundo año consecutivo.

El dato. Ayer, el dólar subió 54 centavos para cerrar en $43,41, máximo del día, en el MAE y fue una de las monedas emergentes más golpeadas.

La economía sigue sujeta a equilibrios múltiples.

Si los últimos meses dejan una enseñanza clara es que la estabilidad cambiaria (no confundir con dólar fijo) es condición necesaria pero no suficiente para que mejore el nivel de actividad. El “círculo virtuoso” de la política monetaria implicaba empujar el tipo de cambio al piso de la zona de no intervención, relajando (algo) el sesgo restrictivo y dando margen para la recuperación, retroalimentando todo el ciclo. Pero esta dinámica es muy sensible a shocks. El dato de inflación de enero (conocido en febrero) fue una sorpresa que empujó hacia un sendero divergente, con volatilidad cambiaria, suba del riesgo país y aumento en la tasa de interés. Los datos de marzo apuntan a que la actividad se pinchó el mes pasado, en medio de renovadas tensiones financieras. Con la economía embarcada en este sendero, el Gobierno tuvo que dar señales contundentes que permitieran frenar el “círculo vicioso”. En esta ocasión, las señales pretenden ser la venta de US$ 60 millones diarios del Tesoro y el refuerzo a la potencia de la política monetaria.

El problema es que la estrategia política genera ruido económico.

El Gobierno decidió confrontar con CFK porque es la opción que maximiza (en teoría) las chances de reelección de Macri. Sin embargo, esa estrategia mantiene elevado el riesgo económico. Aún si las posibilidades de regreso del kirchnerismo son bajas, la prima de riesgo de ese escenario es muy alta y presiona sobre el mercado financiero. En la medida que no haya novedades positivas en el frente electoral, el nivel de actividad va a estar moviéndose sobre un sendero muy inestable. Y no sabemos cuántos “ases en la manga” tiene el gobierno para evitar que el proceso de estabilización macro descarrile o que, aún evitando nuevas corridas, la economía llegue muy desgastada a las elecciones.

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