El Economista - 70 años
Versión digital

jue 28 Mar

BUE 22°C

¿Pensar enojado?

Sin presente y con futuro frágil, el PRO se sostiene, básicamente, por el terror que produce la presencia del kirchnerismo.

Carlos Leyba 28 marzo de 2019

Por Carlos Leyba

Jorge Luis Borges sembró anécdotas ejemplares. Cruzó hasta la galería para tomar un vaso de leche. Quiso pagar, el mozo le dijo “aquellos muchachos ya pagaron”. Cantaautores, pelilargos. Borges se acercó para agradecerles. ¿Qué hacen? “Escribimos canciones de protesta”. Entre admirado y burlón, les dijo, “¡Que suerte que ustedes pueden pensar cuando están enojados!”.

[newsletter-banner]

Mauricio Macri está enojado. Pronuncia discursos de protesta. Un papel opuesto al que lo llevó a la Presidencia. Quiere, enojado, imponer su visión encantada de la realidad. La inmensa mayoría no lo comparte.

El Indice de Confianza del Consumidor (UTDT), 20% debajo del nivel de marzo de 2018. El de Confianza en el Gobierno (UTDT) cayó 10% en marzo. Las expectativas son de 40% para la inflación 2019 (UTDT).

¿Está enojado porque todo está mal? ¿O porque, al ignorarlo, no entiende por qué los demás están enojados? No más globos ni bailecito. En días de triunfo (2015) decía “pobreza cero, unidad de los argentinos y combate a la droga” y que lo juzguemos por la disminución de la pobreza; daba “otra mejilla” para la grieta y sugería, ante la droga, investigación de las maniobras financieras, protección de las fronteras y de los niños sometidos al paco.

Señalaba un camino despejado: no tenía sentido recordar la herencia del kirchnerismo y desanimar a propios y a ajenos que podrían dudar en venir.

La pobreza ha crecido, la grieta se ha ampliado y, si bien se han hecho cosas contra la droga, hasta Elisa Carrio criticó la teatralidad de acciones para desviar la atención de la ministra a cargo. Mauricio cree que su presencia excluyente es suficiente. Alfonso Prat-Gay confirmó ese credo. Le dijo a Alejandro Fantino que un “Gran Acuerdo Nacional” (empresarios y trabajadores) era la clave del programa original del PRO. Pero (enero de 2016), Marcos Peña le dijo “no vamos a compartir el poder del Presidente”.

Deseo íntimo de no acordar, de no procurar la “unión de los argentinos”, pre-requisito para luchar contra los flagelos de la pobreza y la droga. Mauricio afirmaba que él garantizaba la “lluvia de inversiones”. Luis Tonelli sintetizó “sobreestimación de la capacidad y subestimación de la realidad”.

Además de las inversiones (que no llegaron), Macri creía contar con el mejor equipo de los últimos 50 años. Los problemas (inflación) eran una pavada y dijo, en la mesa de Mirtha Legrand, “terminar con la inflación es lo más simples que tengo que hacer”. Cara imperdible de asombro de Juliana.

Las inversiones no llegarán, la inflación anual aumenta mes a mes hace 19 meses, la bomba de las Lebac (hoy Leliq) y el mercado, nervioso. Riesgo de tsunami de pesos, multiplicados por gigantescas tasas de interés, que quieren convertirse en dólares.

La única barrera disponible (FMI) es la tasa de interés. No apaga el fuego sino que lo desplaza al futuro. En subsidio, ingeniería de dólares (Tesoro) para convertirlos en pesos para financiar sus gastos. Gotas de agua, fuego a ritmo del proceso electoral. Recuerdos: Plan Bonex y, luego, Cavallo. Corralito y, luego, Plan Remes.

Desconfianza social: encuestas. Terreno negativo fértil. Impacto de tasas de inflación que no amainan en marzo. Le pegan al dólar de la economía real. Cuidado. Economía que no repunta y desempleo que amenaza. Un escenario electoral en el que la continuidad de los que están, está muy discutida. El porvenir es de una gigantesca incertidumbre. Si juega Cristina, la oposición irá divida. ¿Qué versión de la oposición llega al balotaje?

Si es CFK o si es la versión light del peronismo, el resultado del balotaje puede ser, respectivamente, el triunfo o la derrota del PRO. En ese marco, MM inauguró el “enojo” como programa. Y un discurso de alternativas. Dice “no se puede hablar de crecer sin lograr primero la estabilidad”.

Un cambio. El PRO sostenía que “la confianza” generaba estabilidad y crecimiento. “La confianza” era él y el “mejor equipo de los últimos 50 años”, lluvia de inversiones y estabilidad. Círculo virtuoso del mercado.

El fracaso es la pérdida de la confianza. El Gobierno no la tiene. Un período presidencial de crecimiento cero y de proceso inflacionario continuado.

Sin presente y con futuro frágil, el PRO se sostiene, básicamente, por el terror que produce la presencia del kirchnerismo.

La grieta es, para el electorado Macri y aún para muchos que no lo quieren, un foso que los separa del terror.

Mantengamos la grieta es la consigna PRO, porque sin confianza, sin crecimiento y sin estabilidad, la única manera de mantener el poder es agitar el fantasma de CFK. “La mentira me calienta”, ha dicho.

¿O me calienta que Cristina se baje y se resguarde en los fueros dad que, con ellos, no irá presa? La composición del Senado, presente y futura, continúa la “doctrina Pichetto”. CFK puede prorrogar su senaduría sine die.

Por otra parte ninguna causa estará firme hasta que la Corte la resuelva. Tal vez 15 años. Sin contar los casos que empiojan, como los D'Alessio o las complicaciones de la causa de los cuadernos que, siendo todo cierto, cómo dudarlo, tiene complicaciones como lo son, por ejemplo, los mega empresariosque debiendo estar citados ni siquiera lo han sido. Si CFK no es candidata, Macri pierde. Cualquiera de ellos, con una campaña decente, gana en segunda vuelta. El requisito es un discurso lógico, razonable y creíble.

El discurso de Mauricio dejó de ser creíble, es poco razonable y la lógica de su construcción es endeble. No es fácil, en esta Argentina, ser lógico, razonable y creíble. Pero es lo mínimo que se puede pedir. ¿Cuál es el debate que plantea el Presidente? ¿Cuál es el desafío que le plantea al desafiante?

Mauricio acusa a toda la oposición de mentir por la crítica a su política que lo hace, primero, por las consecuencias recesivas; y segundo por la ausencia de resultados, de lo que, él sostiene, es su plan de estabilización.

No es un plan y nada tiene de estabilización. El cree que sí. El carácter secuencial de sus medidas, en realidad, lo hace un verdadero plan de desestabilización, económica, social y política. Pero el Presidente cree que su combate a la inflación es, para él, una condición previa al crecimiento. Una vez que derrote a la inflación llegará el crecimiento. No llegó lo uno y, de lo otro, se instaló lo contrario Argentina hace 10 años que no crece. Pero el gobierno aceleró la inflación. Eliminando moneda no frenó el alza de los precios. Dice, eso llegará eliminando el déficit primario. Pero crece el déficit fiscal financiero. Supongamos que, al término de su gobierno, el déficit primario habrá concluido. En ese caso con emisión cero, déficit primario cero, se habrá producido la lógica estabilizadora del PRO.

¿Pero, entonces, no habrá más motivos para la presión inflacionaria? ¿Se mantendrán las retenciones a todas las exportaciones? ¿Se mantendrán las paritarias libres y sin tope? ¿Cuál será la política tributaria, cambiaria y de ingresos? ¿Cómo saber que son compatibles con la estabilidad y con las condiciones para crecer? ¿Cuáles serían las políticas para el crecimiento? ¿Cuál el motor de arranque? No lo expresa Mauricio y tampoco la oposición. Ni los que estuvieron ni tampoco los que pareciera que quisieran estar.

Macri está enojado porque “se dice”, otros dicen, que ahora hay que crecer. El sostiene que no se puede crecer sin estabilidad. Pero la estabilidad no la logró y el crecimiento tampoco porque, para él, es una consecuencia de la estabilidad. Mauricio acusa a la oposición, en general, de demandar el crecimiento antes de la estabilidad.

Carlos Melconian recordaba el último sábado (programa de Marcelo Bonelli) que la planilla Excel de Lopetegui y Quintana, otrora segundos de Marcos Peña, sostenía que creciendo a 3% se lograba el superávit fiscal y en consecuencia, la estabilidad. Según Melconian también el PRO apostó a crecer para lograr la estabilidad (¿el gradualismo?). Como el crecimiento no ocurrió y la estabilidad tampoco, Mauricio se enojó.

Es que cuando una economía hace 10 años que no crece y lleva 10 años de inflación imbatible, con crecimiento colosal del peso del sector publico sobre el PIB y con una tendencia dominante al déficit fiscal y al déficit de comercio exterior, lo que tiene es un colosal problema político que se transforma en un drama económico, que es la expulsión del 30% de sus habitantes a la pobreza. En estanflación sistémica, no funcionan aisladas ni las políticas keynesianas, que así son inflacionarias; ni las políticas ortodoxas, que así son recesivas. Para salir de los laberintos la solución es por arriba como enseñaba Leopoldo Marechal.

Necesitamos un acuerdo político del 90% por ciento del electorado de las organizaciones obreras (el 70% de los agremiados, en especial del sector público), las organizaciones sociales ?la mayor parte de ellas?, las organizaciones empresarias ?todas las grandes empresas y la mayor parte de las pymes? y de la mayor parte de los centros académicos vinculados a la economía, para que con el concurso de todos formular un programa para la eliminación de la pobreza, el incremento de la productividad, el incremento de las exportaciones, el incremento de las inversiones, la congelación del empleo público y la transformación del existente.

Sin ese acuerdo no hay no estabilización ni crecimiento posibles porque este desacuerdo, el de hoy, desestabiliza y paraliza la inversión. Pero este acuerdo no puede ser liderado por enojados y mentirosos.

Acordar juntar corazones, concertar hace común una verdad colectiva, consensuar es encontrar un sentido común y pactar es comprometerse a dar; es decir sin enojos y sin mentiras. Ortega y Gasset proponía “un proyecto sugestivo de vida en común”. La grieta es lo contrario del acuerdo, de concertar, consensuar y pactar.

Gobernar es hacer Nación y esa tarea es incompatible con el sostén y el crecimiento de la grieta y el alma y la razón nubladas por el enojo.

No habrá estabilidad ni crecimiento mientras la grieta nos gobierne.

No se puede gobernar sin pensar y no se puede pensar enojado, como decía Borges.

En esta nota

últimas noticias

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés