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Crónica de una pobreza anunciada

28 marzo de 2019

Por Pablo Neira Coordinador de Análisis Económico en Radar Consultora

La magnitud del incremento de la pobreza observada en el último año es, en gran medida, un resultado del creciente deterioro de las condiciones laborales. El devenir económico de los últimos años ha tenido a la precarización como protagonista principal en el mercado de trabajo: ingresos salariales más bajos, limitados mecanismos para obtener aumentos en contextos recesivos y mayores facilidades para despedir y que el ajuste opere vía cantidades. De esa forma, el deterioro estructural operó en 2018 como un amplificador de la crisis. Los resultados fueron una pérdida de poder adquisitivo de 12%, 400.000 nuevos desempleados y, como corolario, el ingreso de 2.900.000 personas a la pobreza.

Lo que la crisis deja para 2019 es una situación aún más delicada: la informalidad y el trabajo no asalariado no pudieron absorber a la totalidad de los demandantes de empleo y la presión sobre el mercado laboral se ha intensificado, por lo que una nueva aceleración inflacionaria dará un impulso aún mayor al desempleo (que superará el 10% en el semestre actual) y la pobreza. En este sentido, el mejor escenario en esta economía de equilibrios múltiples de 2019 es una economía estancada, donde el nivel de empleo y los salarios reales logren permanecer relativamente constantes y la pobreza no se recrudezca. Sin embargo, a la luz de la gran incertidumbre que revisten la delicada situación financiera, el contexto global y el calendario electoral, la volatilidad estará a la orden del día con lo que incluso esta modesta aspiración sería inalcanzable.

Finalmente, en el marco del acuerdo con el FMI, el margen de maniobra del Gobierno es acotado: el adelanto de los incrementos de la AUH para marzo pareciera que será la única medida de impacto relevante y es probable no represente más que un alivio transitorio a esta alarmante situación. A su vez, la tasa de interés como herramienta para desactivar la suba del dólar y evitar una aceleración inflacionaria pareciera haberse saturado, mientras que la reactivación económica hoy es más un anhelo que algo tangible. En consecuencia, la política tampoco podrá dar una salida y el próximo Gobierno se encontrará con un nuevo deterioro de las condiciones socioeconómicas.

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