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Ante un escenario electoral con similitudes al de 2015

Las preferencias electorales registradas durante las últimas dos semanas guardan muchas similitudes con los resultados de la primera vuelta de 2015, cuando Scioli, candidato por el kirchnerismo, obtuvo el 37% de los votos, frente al 34% de Macri y el 21% de Massa.

18 marzo de 2019

Por Nicolás Solari Director de RTD

Cuando aún faltan 150 días para las elecciones primarias, Cristina Kirchner encabeza las preferencias electorales de los argentinos para acceder a un tercer mandato presidencial. Como ya sucedió en las elecciones de 2015, y también en la legislativa de 2017 en la provincias de Buenos Aires, Cambiemos inicia el año electoral corriendo de atrás, y deberá remontar un déficit de apoyo si pretende conseguir la reelección de Mauricio Macri. Esas son las principales conclusiones del sondeo nacional de RTD que hoy El Economista publica en exclusiva.

Las preferencias electorales registradas durante las últimas dos semanas guardan muchas similitudes con los resultados de la primera vuelta de 2015, cuando Daniel Scioli, candidato por el kirchnerismo, obtuvo el 37% de los votos, frente al 34% de Macri y el 21% de Sergio Massa.

La foto que presenta la encuesta es apenas una simulación electoral, en tanto que aún no está confirmada la participación de Cristina Kirchner en la elección presidencial, ni menos aún la estrategia del peronismo moderado. Hasta el 22 de junio ?plazo en el que vence la inscripción de candidaturas- habrá tiempo para sorpresas.

De lo que no hay dudas, es de que el oficialismo llega debilitado al recambio presidencial y deberá hacer gala de su probada maquinaria proselitista (no pierde una elección desde 2003) para revertir una situación económica compleja que predispone del mal modo al electorado. Será crucial, en este sentido, oxigenar la desgastada figura de Mauricio Macri con un compañero de fórmula que le aporte frescura a la candidatura presidencial. La elección de un radical, como reclama el centenario partido, parece una quimera imposible. La experiencia de Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez, primero y la de Cristina y Julio Cobos después, desaconseja la designación de extrapartidarios como compañeros de fórmula.

Más probable es que el macrismo busque entre los suyos quien acompañe al presidente. La continuidad de Gabriela Michetti en la fórmula parece no aportarle a Macri el plus que requiere en esta difícil parada electoral. Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal deberán defender sus distritos y apuntalar la elección desde el territorio. Entre las demás figuras competitivas -en términos de opinión pública- sobresalen las ministras Patricia Bullrich y Carolina Stanley.

Ambas satisfacen el cupo duranbarbista para las fórmulas macristas, aunque expresan diferencias notables de cara a la campaña. La figura de Stanley está en línea con las campañas históricas de macrismo. Su perfil joven y desacartonado, lejano de la rosca política, sugiere una campaña centrada en la paciencia, la contención, la esperanza y el entusiasmo. Bullrich, en sentido contrario, es una experimentada política que se ganó la ponderación del Presidente por su gestión en la cartera de seguridad, pese a no ser una macrista pura. Su perfil calza mejor en una estrategia más dura, enfocada en resaltar valores como el orden, la justicia, la seguridad y el combate al narco.

Aunque aún Cristina no confirmó su participación en la elección presidencial, la ex mandataria tiene fuertes incentivos para presentarse. En primer lugar porque los números le dan bien, la ponen liderando la intención de voto y, muy probablemente, disputando una segunda vuelta electoral en la que nada está dicho. Además, su presencia al tope de la boleta garantizaría una elección competitiva de su candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires y el fortalecimiento de su tropa legislativa a nivel nacional y en la provincia. La competitividad de Cristina no surge paradójicamente de un fortalecimiento de su figura, sino del derrumbe del resto de la dirigencia política como producto del párate económico, la aceleración inflacionaria y la disparada del dólar. Si estos elementos desaparecieran, su estrella declinaría también.

En el peronismo moderado, las certezas son menores. La irrupción de Roberto Lavagna como eventual candidato presidencial recoge muestras de apoyo en el círculo rojo y números mejores que los Massa en las encuestas de opinión. El problema de Lavagna pasa por su determinación de evitar la interna, una condición que, por ahora, Massa y Juan Manuel Urtubey descartan de plano. Todo indica que si los tres contertulios mantienen la intransigencia, Massa será el candidato del espacio (con o sin primaria frente a Urtubey) y si, en cambio, prima el acuerdo, subirán las acciones de Lavagna.

En el plano provincial la elección de Neuquén confirmó que no pareciera existir un cambio abrupto de preferencias electorales. Es muy probable que, tal cual sucediera en 2015, los oficialismos provinciales se mantengan mayoritariamente en el poder. De cara a la presidencial, las previsiones se hacen mucho más complejas. Macri perdió las primarias y las generales de 2015, para luego imponerse por una diferencia mínima (51% a 49%) en el balotaje. En los detalles se esconde el diablo y, probablemente también, el nombre de quien gobernará Argentina después del 10 de diciembre.

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