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Vaca Muerta: los desafíos de la infraestructura

28 febrero de 2019

Por Nahuel Guaita Economista

La formación de Vaca Muerta es conocida desde los años '60 y '70, aunque en ese entonces ni los precios ni la tecnología permitían su explotación.

En Argentina, la explotación de shale comienza en 2010 y en 2012 comienza a regir el Plan Gas, que aseguraba un precio mínimo al gas natural para el mercado interno con el objeto de maximizar inversiones.

En el 2013 se firma el acuerdo YPF-Chevron con el objeto de “aprender haciendo”, buscando que el resto de las operadoras aprovechen la experiencia de la empresa americana para incentivar la producción de no convencionales.

Con tan poca historia productiva, aún se conoce poco sobre la performance que tendrán los pozos no convencionales, sobre el potencial de extracción de cada pozo, sus tasas de recuperación y tasas de declinación.

En el 2015 se comienza a revertir la tendencia y la producción de gas empieza a aumentar en términos interanuales.

En 2017, el aumento de las inversiones en gas natural no convencional fue evidente, la producción de shale gas aumentó más de 42% y, por otro lado, solo se importaron US$ 5.500 millones en combustibles y lubricantes. En 2013 se habían importado alrededor de US$ 13.000 millones.

Actualmente existe una posibilidad de disminuir totalmente las importaciones de energía y su probabilidad de ocurrencia dependerá de factores políticos tanto a nivel interno como externo.

Podemos determinar dos desafíos principales que deben ser resueltos para lograr un boom de shale gas en Argentina. Estos refieren a la logística de transporte para realizar el fracking e infraestructura de transporte de gas.

Partiendo de estimaciones del Instituto de Energía de la Academia Nacional de Ingeniería, sabemos que es necesario conocer el perfil de pozo para poder determinar la cantidad de fracturas a realizar y la correspondiente necesidad de agua, cemento, potencia por fracturas, tubos, químicos y arena.

Si bien es muy variable la producción de cada pozo, para poder visualizar el esfuerzo de explotación, estimamos la necesidad de camiones para poder mantener activo un solo pozo de shale.

Mínimo de 333 camiones para transportar agua.

Mínimo de 167 camiones para transportar proppant (“arena”).

Mínimo de 5 camiones para transportar tuberías.

Mínimo de 16 camiones para contar con potencia de fractura y/o bombeo.

Es pertinente señalar que, si bien estos requerimientos pueden disminuir con el tiempo por los aumentos en la productividad, ganancias de eficiencia, mejoras tecnológicas, etcétera, si tenemos en cuenta cuestiones geológicas, el número de camiones necesarios para desarrollar el potencial de Vaca Muerta podría crecer de manera exponencial, con lo cual buscar alguna alternativa que reduzca los costos de transporte se vuelve esencial. En diciembre de 2018, había 217 pozos activos de shale gas a nivel nacional, según datos del Ministerio de Energía.

La productividad de un pozo no convencional es muy elevada en los primeros años y luego cae fuertemente a partir de los 5 años de la puesta en actividad. Dada esta característica es necesario perforar una gran cantidad de pozos para mantener un nivel de producción constante y adecuado a las necesidades internas. Esto hace que el costo de transporte en camión reduzca los márgenes a puntos donde podría no ser productivo mantener el pozo activo, sino importarlo.

Una solución es el transporte de insumos por ferrocarril y dejar el transporte por camión para la última milla. Es decir, desde lo que sería un centro de acumulación de insumos que se llegaría por tren hasta la boca de pozo.

El tren Bahía Blanca-Añelo permitiría bajar los costos de transporte de la arena (uno de los insumos más utilizados para el proceso de fractura hidráulica) que actualmente es transportada en camión desde Entre Ríos afectando los márgenes de explotación.

Las inversiones en la industria de petróleo y gas de shale principalmente lideradas por YPF, han tenido un gran impactoen la economía, por causa de los grandes eslabonamientos productivos. Desde proveedores de insumos para la industria hasta los sectores que consumen productos derivados de la explotación de gas y petróleo se han visto favorecidos. También el empleo del sector de hidrocarburos ha aumentado en los últimos años y los ingresos por regalías de los gobiernos provinciales y nacionales permitieron financiar mayores presupuestos.

El objetivo de explotar Vaca Muerta debe estar en proveer un insumo básico (energía) para la industria y un bien de consumo final para el sector residencial a bajo costo y con seguridad de abastecimiento.

En segundo lugar, el segundo desafío en lo que refiere a infraestructura surge de los gasoductos para transportar el gas desde Vaca Muerta a los centros de consumo y procesamiento del resto del país. Hoy se encuentran a pleno uso de capacidad, con lo cual, cualquier aumento en la producción de gas no puede ser transportada.

Es pertinente señalar que las necesidades en infraestructura serian aún mayores si se piensa en exportar gas, lo cual implicaría construir plantas de licuefacción y/o nuevos gasoductos.

Sin una asociación públicaprivada, con regulaciones claras y un apoyo sostenido del estado es poco probable que se aproveche todo el potencial de Vaca Muerta. La experiencia de países pioneros en la explotación de hidrocarburos da cuenta de la importancia de las políticas públicas desde la regulación hasta las inversiones en innovación y desarrollo. Los cambios estructurales en la economía pueden acelerarse con políticas macroeconómicas sostenidas y no deberían ser ignoradas.

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