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Cristina y un regreso complicado

Todo indica que Cristina competirá en 2019, pero sus probabilidades de ganar son bajas: “techo” bajo; el “efecto campaña” ayudará a Cambiemos, así como cierta mejora de la economía y los no alineados son más amarrillos que kirchneristas. La estadística, también ayuda a Macri.

Alejandro Radonjic 19 febrero de 2019

Por Alejandro Radonjic 

Por estas horas, el círculo rojo debate si Cristina Kirchner jugará en las presidenciales (algo consecuente para quien se declaró “una militante de toda la vida”) o se mantendrá a la vera del camino. Ella, sin hacer mucho, mantiene viva la expectativa del primer camino, así como sus seguidores: políticamente, caería su precio si se baja. Jamás lo diría hoy.

Más allá de su decisión final, la posibilidad permite que vaya sumando lealtades, y quitando oxígeno a quienes la quieren arrebatar la llave del cofre peronista. Pero más allá de esa estrategia de manual, diversos datos indican que, finalmente, jugará y que la decisión será tomada sobre la chicharra. ¿Recuerdan el suspenso del “veremos si es pingüino o pingüina” de 2007?

Entonces, si Cristina va a jugar, ¿qué chances tiene de ganar y regresar, como sólo lo hizo Juan D. Perón, para un tercer turno en la Casa Rosada? Hoy, más allá de las encuestas parejas (que deben ser tomadas con pinzas) y el elevado (y sólido) apoyo relativo que mantiene en la ciudadanía, las probabilidades son bajas. Así coincidieron diversos expertos sondeados por El Economista.

El techo es bajo

Para imponerse en primera vuelta, Cristina necesita superar el 45% de los votos o sumar más de 40% y, además, una ventaja de 10 sobre el segundo. El 45% aparece muy lejano hoy mientras que el 40%, va de suyo, está más cerca, pero resulta difícil conseguir esa diferencia de 10 puntos. Si sus números merodean el 40% en las PASO o hay una seguidilla de victorias peronistas a nivel subnacional, la polarización se acentuará, las terceras fuerzas se licuarán (más) y Mauricio Macri recibirá un envión extra para evitar ese desenlace. Por eso, todo camina hacia un balotaje y es muy probable que Cristina llegue a esa instancia, pero allí aparece el límite del “techo bajo”, es decir, el elevado nivel de rechazo, aunque algo menguante, que aún suscita su figura. Según el último sondeo de UdeSA, 64% declaró que “nunca la votaría”. Si bien la imagen de Macri también se “cristinizó” y su valoración negativa creció fuerte en 2018 y lo sigue haciendo, aún se ubica en niveles algo más bajos. “Cristina tiene un núcleo duro de votantes que le otorgan un alto apoyo electoral, que probablemente ronde el 30% de los votos. El mayor desafío que tiene Cristina es el alto rechazo que tiene su figura. Es decir, para ganar necesitaría seducir a una porción de ese electorado que rechaza tanto la vuelta del kirchnerismo como la continuidad de Macri”, escribió Ignacio Labaqui en este diario. “Y ahí es donde temas como los cuadernos o Venezuela se tornan problemáticos”, dice, y explica que eso no impacta en el núcleo duro sino “entre los votantes que están entre medio de las dos minorías intensas”. Desde Poliarquía, Nicolás Solari dice que las posibilidades de un regreso “son de moderadas y bajas” y así lo explica: “Las razones que hacen difícil prever un regreso de Cristina son la resistencia del peronismo del interior a encolumnarse detrás su candidatura de CFK y la dificultad del cristinismo para seducir electores más allá de lo que es su base de apoyo”. A su vez, Daniel Kerner (Eurasia Group) se ubica en una línea similar: “Hoy, esa posibilidad es media-baja. Sus niveles de rechazo son altos y hay un porcentaje alto del electorado que no quiere dar marcha atrás”. Sin embargo, reconoce que “el proceso es aún muy incierto” y que los números de Macri “son muy malos”.

El “efecto campaña” ayudará a Cambiemos Así como Cristina tendrá problema para crecer, Cambiemos tendrá más margen. Las campañas importan y, quien controla los “fierros” del poder, tiene una ventaja enorme. Más aún si controla la Casa Rosada, la provincia de Buenos Aires y la CABA. Es cierto, también, que el límite (en lo económico, cuanto menos) será importante dado que la caja está seca, el Tesoro debe apuntar a un déficit 0% y el FMI todo lo monitorea, pero la Casa Rosada, y María E. Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, se han guardado varios cartuchos y ases en la manga para ir sacándolos antes de las elecciones. Por ejemplo, obras públicas simbólicas y vistosas.

El dato. El 87% de los mandatarios latinoamericanos que buscó su reelección la consiguió y, desde 1978, apenas tres que lo intentaron no tuvieron éxito. Si bien 15 presidentes lograron regresar al poder, otros 14 perdieron.

Cierta recuperación (en el margen) de la economía La economía importa siempre y el bolsillo manda, ¿pero qué serie tomar las comparaciones interanuales, las de todo el mandato o las de corto plazo? En principio, las de corto plazo son las más influyentes y eso ofrece cierto aire, pax cambiara mediante, para las aspiraciones de Cambiemos. ¿Por qué? Porque, en el margen, la economía tenderá a mejorar en los próximos meses, más allá del balance versus 2015 o contra el annus horribilis que fue 2018. Muy lentamente, se espera que la inflación se modere a la zona de 2% en la época electoral y que la actividad económica empieza a tomar algo de calor. Una encuesta de Query Argentina en la provincia de Buenos Aires, muestra que, entre los que hoy no elegirían a Macri, 36% podría cambiar su voto “si la economía mejora”. En diálogo con El Economista, el politólogo Santiago Rodríguez Rey dice: “Las encuestas que vemos hoy están fuertemente influenciadas por un escenario económico que no necesariamente sea el mismo dentro de 6 meses. Por citar un ejemplo, en el primer trimestre de 2018, la economía mostraba un robusto crecimiento de casi 4% y hoy hablamos de un annus horribilis. El derrumbe se da luego de la devaluación y repercute fuertemente en el humor social. A partir del segundo trimestre de 2019 la comparación es con números cada vez más bajos en 2018, y eso puede dar una sensación de mejora económica. Si la inflación es controlada, la nueva fórmula de aumento para jubilaciones debería poner los ingresos de una parte importante de la población, en particular a una sensible capa de electores de Cambiemos, por encima de ella”.

Los terceros son (un poco) más amarillos. Según el último sondeo de Query Argentina, 33,7% votaría por Cristina y 29,2% por Macri en la provincia de Buenos Aires, es decir, el restante 37% votaría por Sergio Massa, José L. Espert, Nicolás del Caño, entre otros o aún no decidió su voto. La encuesta posterior entre ese 37% muestra que 30% votó a Macri en Cambiemos en 2017 y sólo 5% optó por Unidad Ciudadana. Eso muestra, primero, que Macri perdió votos contra 2015 (ninguna novedad), pero que, también, son más cercanos a Cambiemos que a Unidad Ciudadana: es decir, serían recuperables. En 2015, pasó algo similar: entre la tropa renovadora de Massa en aquel año (unos 3,1 millones de votos), casi 70% de sus electores en la primera vuelta fueron para Cambiemos. Hoy, sin embargo, ese empuje (así como el caudal renovador o federal, por estos días) podría ser menor ya que el cambio dejó de ser una expectativa.

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