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Maduro no se mueve

Por la sospecha de que los camiones de ayuda introduzcan armas, cerró el ingreso por tierra de alimentos, medicamentos y otros bienes.

Héctor Rubini 11 febrero de 2019

Por Héctor Rubini Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la USAL

El régimen de Nicolás Maduro sigue dispuesto a resistir y para nada no se lo ve debilitado. Por la sospecha de que los camiones de ayuda humanitaria introduzcan armas a Venezuela, cerró el ingreso por tierra de alimentos, medicamentos y otros bienes de primera necesidad.

La hiperinflación juega a favor del régimen: a mayor desesperación de la población y menor ingreso disponible, menor capacidad para financiar compras de armas u organizar una resistencia armada. Eso sí, hasta que el hambre y las enfermedades golpeen a los hogares de la cúpula de las FF.AA. Mientras tanto el régimen sigue ganando tiempo y conservando todos los medios materiales para cometer todos los abusos de poder que se le ocurran.

Si bien algunos jefes militares que manifiestan su rechazo al régimen, nada ha debilitado a la dictadura gobernante. Guaidó cuenta con gran apoyo internacional, pero es Maduro quien retiene el control de las FF.AA., las fuerzas de seguridad, y lo que queda en pie del sistema de pagos y del sistema financiero del país. El acceso a divisas no ha sido bloqueado y se mantiene con cierta fluidez a través de la venta de oro físico. La suspensión de compras por parte del consorcio Noor Capital de Emiratos Arabes no fue acompañada por los compradores de Turquía. Por ahora el ingreso de divisas y alimentos a cambio de oro se mantiene fuera de peligro. El oro es comprado a mineros individuales en el llamado “arco del Orinoco” y en áreas selváticas cercanas a la frontera de Brasil. El gobierno paga un precio superior al de mercado para incentivar la extracción de oro que es fundido por la empresa estatal Minerven. Luego se transportan las barras al Banco Central de Venezuela, que desde el año pasado ha optado por vender oro a cambio de alimentos. Probablemente la última vía para financiar el mínimo acceso a alimentos por parte del régimen. Mientras tanto, abrió la semana pasada una cuenta bancaria en Rusia para pago de deudas con las empresas extranjeras que extraen petróleo en el país.

Con divisas y poder de fuego, Maduro no se ve realmente amenazado por la oposición. Tampoco desde el exterior, al menos mientras no haya una acción militar de EE.UU. Como era de esperar, se mostró a favor del llamado “Mecanismo de Montevideo”, una propuesta para un diálogo no condicionado entre gobierno y oposición aprobada el miércoles pasado en la reunión de cancilleres de la comunidad del Caribe (Caricom), México, Uruguay, a la que luego adhirió Bolivia. A su vez, el jueves pasado el Grupo de Contacto Internacional (GCI), de algunos gobiernos europeos y de América Latina y el Caribe suscribió un documento con dos objetivos: a) promover el llamado a elecciones libres, transparentes y creíbles, y b) permitir la entrega urgente de asistencia de acuerdo con los principios internacionales de ayuda humanitaria. Esa declaración no fue suscripta por los representantes del Caricom y Bolivia. Tampoco por México, que no integra el CGI, pero asistió a la reunión, pero sí por el representante de Uruguay, que hasta entonces sólo pedía diálogo entre las partes.

Maduro aprobó el Mecanismo de Montevideo, y Guaidó la declaración del CGI. A su vez, la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio también se expresó en contra del Mecanismo de Montevideo.

En este escenario, sin rumbo definido, las Naciones Unidas oscilan entre promover el Mecanismo de Montevideo y alguna Resolución del Consejo de Seguridad. Hasta el 26 de enero Rusia, China y Guinea Ecuatorial habían logrado impedir que el caso Venezuela llegue a dicho Consejo, pero ahora EE.UU. y Rusia se enfrentan por una declaración, con proyectos contrapuestos. Rusia quiere una salida negociada, en línea con el Mecanismo de Montevideo, mientras EE.UU. no reconoce la legitimidad de Maduro ni confía en Rusia. Una Resolución requiere nueve votos a favor y ningún veto de sus miembros permanentes (EE.UU., Rusia, China, Francia o Reino Unido). Resultado probable: no habrá acuerdo.

Sin alguna nueva presión externa sobre el régimen, mantener el statu quo empezará a debilitar a Guaidó y aliviará la presión sobre Maduro. Estos movimientos diplomáticos son todavía tanteos iniciales, meras guerras de palabras, sin efecto práctico alguno.

Mientras tanto, el régimen seguirá limitando el acceso de la población a la alimentación básica y a medicamentos, atacando a la libertad de expresión, y amenazando y reprimiendo a la población. En breve, el cuadro de hiperinflación, hambre, enfermedades y crimen seguirá agravándose. Y sin inversiones ni aumento de la producción y exportación de petróleo y derivados, una cesación total de pagos tarde o temprano aparecerá en el tablero de los tenedores de deuda publica del gobierno venezolano y de la petrolera PDVSA

El empeoramiento de este aumentará la presión migratoria hacia países vecinos, algo que puede ser germen de nuevos episodios difíciles de manejar. Colombia, por ejemplo, ya canceló las tarjetas de movilidad fronteriza que les permite ingresar a Colombia a comprar alimentos, u obtener asistencia médica a más de 300 personas identificadas como partidarias del régimen de Maduro. Una medida que podrá anticipar a otras más restrictivas que pueden complicar más la situación fronteriza entre Colombia y Venezuela.

Una intervención militar conduce a indebidas víctimas inocentes, pero también la persistencia de una dictadura que restringe el acceso a medicamentos y alimentos. Por acción y omisión, la comunidad internacional ha tenido una increíble tolerancia con este régimen y lamentablemente nada va a cambiar al menos en el corto plazo. Y estas idas y vueltas simplemente seguirán sosteniendo en el poder a una dictadura dispuesta a someter a la población venezolana a padecimientos aún peores que los observados en los últimos cuatro años.

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