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¿Ajustar y después crecer o crecer para ir ajustando?

26 febrero de 2019

Roberto Lavagna sabe capear tormentas, como aquella que azotaba el país allá a comienzos de 2002. Como todos, Lavagna tiene sus “haters” y quienes dicen que Jorge Remes Lemicov, su antecesor en el cargo, hizo todo el trabajo sucio previo y dejó la máquina lista para crecer. En parte, puede ser cierto, pero el escenario de abril de 2002, cuando asumió, distaba de ser ideal y había que tomar decisiones fuertes. Eso ya es terreno historiográfico. Hoy, más de 15 años después, y con un trasfondo que algunos asemejan a aquel (esperemos que el desenlace sea mejor), Lavagna vuelve. Si será candidato o, incluso, el próximo Presidente es terreno del futuro. Por ahora, aporta visiones e ideas sobre qué debería hacerse en el terreno de la política económica.

Días atrás, en San Juan, planteó “eliminar la palabra ajuste” y “empezar a hablar de crecimiento”. Ese es, dijo sin ahondar en demasía, el camino para “salir del estancamiento”. Por cierto, no es la primera vez que se escucha esto, ni será la última. El propio Presidente, días atrás, habló de poner el foco nuevamente en el crecimiento, luego de un año, como 2018, signado por tormentas globales, que hicieron epicentro, casi excluyente, en Buenos Aires y Ankara. Los motivos para argumentar que Argentina necesita crecer son obvios, y no ameritan menciones. La pregunta es qué se puede hacer para crecer sin que el barco vuelva a volcarse. ¿Hay margen y es conveniente? El Economista pidió la visión a varios consultores para conocer su visión.

Guido Lorenzo

LCG

Desde LCG, Guido Lorenzo plantea: “Hay que crecer para ajustar. Ajustando no se crece, y simplemente se entra en una espiral recesiva. El desafío pasa por decir cómo crecer y allí la pregunta no es sencilla porque hacen falta reformas y, por lo tanto, hay que lograr eficientizar el actual nivel de gasto e impuestos aunque sea alto”. Además, agrega: “Con esto quiero decir que no hace falta incrementar el déficit fiscal, sino tener un Estado de calidad. Una vez que la productividad crezca existirá lugar para ajustar, una parte licuando sobre el mayor ingreso y otra parte reduciendo la carga de impuestos sobre el sector privado”.

Barbara Guerezta  

Arriazu Macroanalistas

Cada tanto resurge una idea de que el Gobierno puede elegir entre reducir el déficit fiscal o impulsar la economía, dice Bárbara Guerezta. “Lamentablemente esa disyuntiva no siempre, y me atrevería a decir que casi nunca,  es parte del set de decisiones que puede tomar un gobierno. Cuanto menos, en Argentina. Para poder elegir entre gastar o ahorrar debe contarse con el financiamiento asegurado. En 2018 se cortó el financiamiento para nuestro país, lo que implica en la práctica que no hay otra opción que la de ajustarse el cinturón y adaptar el nivel de gasto al nuevo nivel de ingreso”, dice. “Ignorar esta realidad nos puede llevar a situaciones peores que las que se quieren evitar. Conducir la economía a un déficit sin tener asegurado el financiamiento seguramente ahogue todavía más al sector privado, fracasando en el intento por impulsar la economía. Si el sector privado se asusta cuando ve a un gobierno gastador, huye y, en Argentina, el que huye compra dólares. En ese caso, la dinámica perversa termina destruyendo todavía más los ingresos de la economía: se deprecia la moneda local, hay más inflación y la demanda interna cae se profundiza”, agrega, tajante. Como proposición, dice: “Los gobiernos que han implementado ajustes exitosos son aquellos que han podido reactivar el círculo virtuoso de austeridad fiscal,  confianza, ingreso de capitales,  financiamiento y aumento de la actividad económica”. Por último, dice: “Cualquier receta mágica de aumento de gasto puede terminar desatando una crisis todavía más pronunciada”.

Matías Carugati  

Management & Fit

“En el contexto en el que estamos, con una incipiente estabilización, es lógico que muchos pidan cambiar el rumbo”, dice Matías Carugati desde Management & Fit. “Pero creo que hasta que la crisis de balanza de pagos no quede lejos en el retrovisor, es mejor mantener los lineamientos generales de la política económica”, agrega. “Eso no quiere decir que no se pueda hacer nada para mitigar el impacto del ajuste sobre la economía y la sociedad. Hay que utilizar todo el margen de maniobra posible para amortiguar los efectos negativos y, sobre todo, hay, o habría, que ir trabajando sobre el período 2020-2023”, amplía y concluye: “Salgamos de las falsas dicotomías. Hoy la agenda es de ajuste, inexorablemente. Pasada la crisis, la agenda va a cambiar sola a una de crecimiento y quienes advierten por un espiral recesivo no sé qué película están viendo, ya que es imposible pensar en 2020 sin antes pensar en lo que deje el 2019. La agenda de 'poner plata en el bolsillo de la gente' no es posible y hoy hay poco margen para eso”.

Rodrigo Alvarez  

Analytica

“En medio de declaraciones de cariz electoral comienza a aplicarse el Teorema de Baglini”, dice Rodrigo Alvarez. Para los jóvenes: las declaraciones políticas tienen menor grado de responsabilidad social cuanto más lejos se está de gobernar. “Hasta abril de 2018, se podía discutir el rumbo soberano de la política económica y el debate 'ajuste sí versus ajuste no' podía tener sentido”, repasa. Hoy, eso ya no corre. “Hoy el debate está zanjado desde afuera y es ineluctable. Lo cierto es que a partir de 2021 hay que devolver US$ 57.100 millones al FMI, que va a haber que renegociar los plazos y que para honrar los compromisos asumidos hay que conseguir un superávit fiscal, cuya magnitud dependerá de la capacidad de negociación del próximo Gobierno y el manejo de sus pasivos. Además, como los compromisos son en moneda extranjera, habrá que conseguir un superávit externo de magnitud similar, para recorrer una trayectoria estable de tipo de cambio”, dice Alvarez. “En ese sentido, las posibilidades de crecimiento son acotadas y demoran en llegar. Una posibilidad que venimos planteando hace tiempo es orientar recursos fiscales hacia las exportaciones no convencionales, como la industria liviana. Si bien la reacción es lenta, se sientan las bases para sostener un modelo de crecimiento basado en la exportación de valor agregado con generación de empleo. En suma, la discusión válida hoy, menos ambiciosa, pasa a nuestro parecer por la distribución hacia adentro de una torta más chica. Los errores de política económica que nos llevaron a ese punto son también discutibles, pero los compromisos fiscales con el FMI están tallados sobre mármol como los mandamientos que recibió Moisés, y son vinculantes”, sentencia.

Eliana Scialabba  

UADE

“Hay que ajustar para crecer”, dice Eliana Scialabba, quien también forma parte del equipo de José Luis Espert. “Crecés con inversión y si no achicás el Estado para poder bajar impuestos, no hay quien invierta”, dice.  “Allí recién vas a tener inversión para reactivar. La inversión es más producción y empleo mientras que más gasto público y más impuestos es menos inversión y trabajo. Si seguís así, profundizas la crisis”, dice Scialabba y sostiene que el ajuste fiscal en curso es insuficientes.

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