Para algunos sectores de la izquierda, escribió ayer Eli Lake en Bloomberg, la política de Donald Trump hacia Venezuela despierta recuerdos incómodos de las intervenciones de la Guerra Fría en América Latina.
Sin embargo dice Lake, “hay una distinción importante” y “Trump está haciendo lo correcto”. Durante la Guerra Fría, recuerda, Estados Unidos apoyó las dictaduras y juntas como un baluarte contra el comunismo internacional. Fue una política exterior que valoró las alianzas sobre la democracia, escribe.
En cambio, “en Venezuela, Trump está tratando de ayudar a restaurar la democracia”. El reclamo de poder de Guaidó, resume Lake, “tiene una base legal bajo la Constitución de Venezuela”. Por último, dice Lake, el futuro de Nicolás Maduro dependerá de la adhesión que mantengan sus Fuerzas Armadas.
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Un interesante análisis de Federico Merke (UdeSA) muestra que hay tres opciones. Si los militares no sacan los pies del plato, el que tiene los días contados, políticamente hablando, es Guaidó; si se dividen, Venezuela va hacia un enfrentamiento entre leales y opositores y, por último, si se encolumnan detrás del Presidente Encargado, Guaidó “va a Miraflores”, la residencia del Presidente de Venezuela.
