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Febrero tendrá tasas más bajas y otro comprador de dólares

Las reuniones de Dujovne y Sandleris con Lagarde plantean una nueva estrategia. Habrá que acelerar la baja de las tasas de interés y el Central no será el único comprador de dólares. Esto se da con un mercado global muy inestable. La semana pasada, el mercado local se tomó una pausa.

28 enero de 2019

Por Luis Varela 

Dentro de cuatro días empieza febrero y, tal como están dadas las cosas, los inversores argentinos deben prepararse para un escenario con diferencias importantes respecto de las reglas del juego que reinaron en enero.

Por supuesto, esta gran variación no estará ligada únicamente a factores domésticos. El mundo vive un clima inquietante y lo que está por venir plantea desafíos de proporciones. ¿Hasta qué punto? El FMI acaba de achicar sus estimaciones de crecimiento mundial para 2019.

Hay preocupaciones por la debilidad en Europa. China tuvo su crecimiento del PIB más lento desde 1990. Y en Estados Unidos, la guerra arancelaria aún no resuelta con China y el prolongado cierre del gobierno puede haber tenido un impacto mayor del que se pensaba.

¿De qué estamos hablando? El presidente chino, Xi Jinping, habría sostenido reuniones secretas que advirtieron a los líderes del Partido Comunista que se preparen para los eventos de “cisne negro” que podrían descarrilar la economía de China.

Este tipo de temores hace que muchos abran el paraguas y tomen decisiones para proteger sus bienes. Eso hizo, por ejemplo, que en las últimas diez semanas el precio del oro saltara 11%, de US$ 1.173 a US$ 1.302, y que la onza de plata subiera 12,4%, de US$ 13,98 a US$ 15,71.

Se sabe, la Argentina enfrenta en este momento tres situaciones cruciales. Por un lado está el problema de la inflación, por el otro complica la recesión económica y, por si fuera poco, el país está a nueve meses de la elección presidencial, y se deberá definir si continúa una corriente económica como la actual, si se vuelve a la anterior, o si se busca una alternativa diferente.

Para empezar, tomemos el problema de las suba de los precios. Distintos analistas calculan la inflación de 2019 en la zona del 30% anual, con los más optimistas planteando una variación del 20%. Si se piensa que venimos de un 2018 con casi 50%, es una mejora significativa.

El propio Gobierno demuestra que confía en que la suba de precios será menor. Por eso armó la evolución de la banda cambiaria, piso y techo a defender para el precio del dólar, con una variación mensual del 2% (26,8% anual), cuando en el cierre de 2018 esa variación era del 3% (42,5% anual).

Para intentar aplacar la suba de los precios el Gobierno está utilizando dos herramientas centrales, puramente financieras: tasas de interés en pesos altísimas e intento por evitar que el precio del dólar se retrase.

Las tasas de interés, que en octubre estaban en el 70% anual para las Leliq (el interés que le paga el BCRA a los bancos) y entre 52% y 60% anual en plazos fijos, hoy están algo más bajas (56,6% en Leliq y entre 45% y 47% en plazos fijos. Bajaron 14 puntos en las Leliq y 10 puntos en los plazos fijos.

En base a estos rendimientos, y a la expectativa de que la tasa en pesos sea muy positiva hasta antes de las elecciones, el dólar estuvo muy ofrecido durante los últimos cien días, con inversores haciendo el conocido carry trade: vendiendo dólares, y pasándose a pesos para aprovechar las tasas de interés altas.

Ese movimiento hizo que el dólar mayorista cambiara de posición. A comienzos de octubre estaba un poco arriba de la mitad de la banda cambiaria, cotizaba a $ 40, cuando el piso de la banda estaba en $ 34 y el techo en $ 44. Pero el viernes pasado se colocó en la peor posición relativa de los últimos meses: el piso de la banda estuvo en $ 37,71, el techo en $ 48,81y el mayorista cotizó en baja, a $ 37,03, casi 70 centavos abajo de la denominada zona de intervención.

Este movimiento está generando una nueva posición peligrosa. Pese a que uno de los principales problemas que afronta el país es la inflación, el Banco Central ya lleva comprados en lo que va de enero US$ 390 millones (con máximos diarios de hasta US$ 50 millones) por lo que en un mercado inflacionario acaba de lanzar al ruedo nada menos que casi $ 15.000 millones que, es obvio, no ayudarán para que los precios se sigan tranquilizando.

Por esta razón, en las conversaciones que tuvieron el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, con la titular del FMI Christine Lagarde se pidió que la Argentina deje de emitir pesos. Que no se financie al Tesoro, que no se compren reservas y que desarme el stock de Leliq para frenar lo máximo posible la emisión por intereses.

En consecuencia, desde el viernes que viene el pulso será habilitar al Tesoro a vender US$ 10 mil millones del préstamo que realiza el Fondo a partir del segundo trimestre de este año, al tiempo que también llegarán los dólares de la soja. Y, junto con eso, se vendrán cambios significativos.

¿Qué puede ocurrir? Por ahora son sólo rumores, pero se espera que el BCRA baje encajes y tasas otros 15 puntos anuales para liberar parte de los pesos que ruedan en las Leliq y que esos pesos sean absorbidos por dólares vendidos por el Tesoro, y no por el Central, justo en momentos en que empieza la liquidación de la cosecha de soja.

Todo esto llega con las encuestas electorales en plena ebullición. Y con muchas señales muy complicadas: A nueve meses de las elecciones, después de 37 meses de Gobierno, debido a que la reactivación económica se está demorando, el gobierno de Macri está empezando a tomar decisiones de intervención al mercado, algo que buscaron erradicar la mayoría de los argentinos que rechazaron al PJ en la elección de 2015.

Así, mientras a nivel internacional la pelea entre China y EE.UU. se complicó otra vez, con los chinos dejando de comprar soja norteamericana y concentrando sus compras en Brasil, Macri también sorprende aprobando la creación del “Programa de Creadores de Mercado”, permitiendo la participación de agentes del mercado de capitales local en la negociación secundaria y en la colocación de instrumentos de deuda pública.

La consecuencia fue que el índice de la Bolsa de Buenos Aires y los bonos argentinos perdieron su ebullición. En Navidad, el Merval había caído hasta 28.457 puntos y hace siete días llegó a 35.303 unidades, con una asombrosa recuperación del 24% en pesos y del 28% en dólares, mientras los bonos también brillaban. Pero en las últimas ruedas la suba se detuvo: el Merval volvió a 34.810 puntos, con una baja del 1,4% en las últimas cuatro ruedas. Y los bonos no llegaron a bajar, pero se tranquilizaron bastante.

Con todo esto, se acentúa la apatía inversora. Los que votaron a Macri en diciembre de 2015 lo hicieron para que bajara el gasto público y redujera los impuestos pero lleva 38 meses de Gobierno y si bien hubo reducciones reales en el gasto, le subió los impuestos a muchos sectores.

Ahora, en febrero, veremos tasas más bajas y otro comprador de dólares, posiblemente con algunos días en los que el Central también compra, quizás hasta US$ 150 millones por día, veremos. Para ganar la elección y seguir Macri tiene que bajar la inflación y mostrar que el rojo fiscal se acerca a cero.

Si lo hace, entre marzo y diciembre, en cuatro tramos de US$ 5.700 millones cada uno, la Argentina recibirá US$ 22.800 millones del Fondo. Más otros US$ 5.900 millones en 2020. Con todo eso, si gana en octubre, el macrismo se garantiza el pago de los intereses de la deuda durante todo este año y parte del próximo.

Habrá que ver como reacciona el mercado local (y el internacional) en febrero. Puede llegar a ser un mes con mucho movimiento, en el que habrá que viajar con el cinturón de seguridad. Si la movida sale bien, la suba que tuvo recién el mercado argentino no habrá sido un vuelo de perdiz. Las cartas están echadas.

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