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Breves apuntes sobre las metas de inflación

18 diciembre de 2018

Por Pablo Mira Docente e investigador de la UBA

Las metas de inflación (MI) son un régimen de política monetaria relativamente moderno y que se ha difundido en muchas economías del mundo. Este arreglo establece que la prioridad del Banco Central es el combate contra la inflación, y propone un mecanismo específico para ganarlo. La implementación de MI coincidió con una tendencia a la desinflación en los países que las aplicaron. La aplicación de MI en Argentina, por el contrario, no tuvo el mismo éxito y fue reemplazada tras apenas dos años de funcionamiento por un esquema de metas sobre los agregados monetarios. ¿Qué fue lo que sucedió?

En un esquema de MI, el instrumento por excelencia por el del cual la autoridad monetaria debe alcanzar su meta de inflación es la tasa de interés de referencia. Utilizando esa herramienta, el Banco Central pretende influir sobre el nivel de precios a través de los distintos canales de transmisión de la política monetaria. Dado que al fijar la tasa de interés se pierde la posibilidad de ejercer cualquier tipo de control sobre los agregados monetarios, y que el tipo de cambio es flexible, la principal ancla nominal que tiene la economía es el anuncio explícito por parte del Banco Central de su objetivo de inflación, que debe coordinar las decisiones de precio en períodos sucesivos.

El problema de esta estrategia es su inherente inestabilidad. Como indica un trabajo académico reciente de Gibbs y Kulish de 2017, cuando la meta del Banco Central no es completamente creíble, los costos de la estabilización de precios pueden ser elevados. Y lo cierto es que en nuestro país la credibilidad de los anuncios sufrió durante los dos años en los que el MI estuvo vigente, pues las metas no pudieron cumplirse en más de una oportunidad. Una dificultad de estos esquemas es que la teoría económica no ha estudiado en profundidad cómo se determinan las expectativas del público.

¿Son diferentes según el país? ¿Importa la historia en su conformación? ¿Todos los agentes estiman de la misma manera? ¿Distinguen los decisores de precios ante shocks transitorios y permanentes? ¿Y separan los shocks exógenos de aquellos que son endógenos al sistema?

A todos estos interrogantes debe agregarse el más importante de todos. ¿Hasta qué punto los agentes “prefieren” fijar precios en función de la cotización del dólar y no de las promesas oficiales? En un trabajo reciente titulado “Metas de inflación y tipo de cambio real: volatilidad, estabilización y credibilidad”, los economistas Mariano Beltrani y Juan Cuattromo encontraron que cuando el tipo de cambio es una señal de precio relevante para las decisiones de corto plazo, las reglas tradicionales de política monetaria pueden inducir una importante volatilidad sobre el nivel de actividad económica. Esto sugiere que se pueden obtener ganancias significativas de estabilidad real reduciendo el peso de la inercia y del tipo de cambio en la formación de precios.

Pese a su popularidad en otros países, la aplicación de las MI en Argentina fue una apuesta riesgosa, porque este régimen no se había utilizado en el pasado para estabilizar una economía que partía de niveles de inflación moderadamente altos. Queda entonces la paradójica sensación de si en el futuro será creíble reinstalar un modelo que dependía de la credibilidad y que no fue eficaz, justamente, por no ser creíble.

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