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Vidal y un malestar sin consecuencias políticas ni electorales

Las molestias de Vidal son obvias, y lo hace saber, pero no tendrán las consecuencias políticas que una parte del círculo rojo supone

16 octubre de 2018

Distintas notas publicadas en los últimos días en los diarios Clarín y La Nación daban cuenta de un creciente malestar de María Eugenia Vidal con algunas decisiones del Gobierno. Por otro lado, todas las encuestas ratifican que la gobernadora de Buenos Aires es la figura política más popular del país. Según el último sondeo Management & Fit, en un hipotético balotaje contra Cristina Kirchner, Vidal ganaría mientras que Mauricio Macri perdería.

Con esos datos, no faltarán sectores del establishment económico que sostengan que la candidatura presidencial del oficialismo no debería ser un tema cerrado porque la prioridad es evitar el retorno del kirchnerismo para lo cual habrá que enfrentarlo con la figura que suscite más votos.

Pero se trata de especulaciones propias de algunos sectores del círculo rojo, pero que están totalmente alejadas de la política real. El candidato del oficialismo será Macri y no se contempla ninguna otra alternativa ni en La Plata ni en la Casa Rosada. Cualquier otra candidatura, además de pertenecer al ámbito de la política ficción, estaría destinada al fracaso. La explicación es sencilla: si se toma la decisión de que un Presidente que tiene la posibilidad legal de aspirar a un segundo mandato no se presente porque no le conviene al espacio político que él mismo creó, es porque la situación económica tiene un deterioro tal que condenaría a la derrota a cualquier candidato del oficialismo.

Pero es cierto que Vidal está disconforme con las decisiones de algunos funcionarios nacionales y lo ha hecho saber en algunas reuniones y lo dejó en evidencia con su ausencia en algunas actividades públicas y partidarias.

Es lógico que así sea, porque las devaluaciones que impactan sobre la inflación pegan en el GBA más que en ningún otro lugar del país. El tipo de cambio competitivo resultante comienza a hace sentir sus efectos favorables en las zonas con producción agropecuaria, en las distintas economías regionales y en los centros turísticos. Lejos del GBA que concentra el 25% del padrón nacional, que es donde el kirchnerismo es fuerte y la pobreza se hace sentir más. El radar de Vidal es más sensible a una realidad social dura que el de algunos funcionarios nacionales que recién la descubren cuando ya es tarde.

Está también la preocupación sobre la situación en la cual quedará la provincia como consecuencia de las negociaciones del Gobierno con los gobernadores para lograr la aprobación del Presupuesto. El acuerdo con el FMI y el duro ajuste fiscal que impone tendrá entre una de sus víctimas a las finanzas de la provincia de Buenos Aires.

Las molestias de Vidal con algunas políticas nacionales son obvias y comprensibles, y lo hace saber, pero no tendrán las consecuencias políticas que una parte del círculo rojo supone. De todas maneras, no es bueno para el oficialismo que su figura más taquillera muestre disconformidad en un momento en el cual otros integrantes de Cambiemos hacen oír sus críticas.

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