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“Proyectamos una tasa de inflación de 25% para 2019”

El Economista dialogó a fondo con Hernán García (Economista Jefe del Banco Galicia)

Alejandro Radonjic 22 octubre de 2018

Entrevista a Hernán García Economista Jefe del Banco Galicia Por Alejandro Radonjic 

El Economista dialogó a fondo con Hernán García, Economista Jefe del Banco Galicia, sobre las proyecciones que tienen para las principales variables en 2019.

¿Cómo están viendo el 2019 en el Banco Galicia?

El consenso apunta, aun con variaciones, a un nuevo año de retracción del PIB. ¿Coinciden y creen que, más allá de la caída punta a punta, la economía puede pegar la vuelta antes del segundo semestre de 2019? El 2019 arrancará con una desventaja, que es la inercia negativa que deja 2018. Este año será recesivo a causa de la sequía (que afectó la cosecha de soja y maíz), a lo que se suman las secuelas de la turbulencia cambiaria en la segunda mitad del año. La volatilidad e incertidumbre repercuten sobre la inversión, a la par de que la aceleración de la inflación y la consecuente pérdida del poder adquisitivo están teniendo un impacto negativo en el consumo privado. El gasto de las familias también se está viendo negativamente afectado por la suba de tasas de interés, que a su vez complica la cadena de pagos del sector productivo. Todo este combo seguirá afectando negativamente la actividad económica por lo menos durante los primeros meses de 2019. No obstante, las perspectivas de una buena cosecha gruesa apuntalarán el segundo trimestre, mientras que la expectativa de una moderación de la inflación y una reducción de las tasas de interés podrían dar lugar a un rebote económico a partir de la segunda mitad del año que viene. A pesar de ello, el 2019 viene cerraría con una leve caída o, en el mejor de los casos, en niveles similares a los de 2018.

¿Qué esperan en el frente nominal?

El 2018 cerrará en la zona de 45%. ¿Cuánto se puede aspirar “desinflar” en 2019? La inflación viene acelerándose por tres motivos distintos. En primer lugar, tenemos el impacto directo de la suba de tarifas sobre los precios regulados. Estos ajustes responden al atraso después de años de congelamiento de las tarifas de servicios públicos, y son necesarios para que se lleven a cabo inversiones en estos sectores y libere capacidad de crecimiento en el futuro. Por otro lado, el efecto pass-through del tipo de cambio, que es el traslado a precios de la devaluación. El período comprendido entre abril y agosto, particularmente, mostró saltos bruscos del tipo de cambio, que se tradujeron en una aceleración de los incrementos de precios. Sin embargo, estos dos aspectos (tarifas y devaluación) impactan directamente sobre precios relativos de bienes y servicios, y se traducen en inflación (incremento de todos los bienes de la economía) en función del grado en que la política monetaria convalida este fenómeno. Para 2019 creemos que la regla monetaria implementada recientemente constituye un ancla nominal fuerte que permitirá volver a tasas de inflación sensiblemente menores. Por otra parte, la fuerte depreciación de la moneda de 2018 deja margen para tener mayor estabilidad cambiaria el año próximo, colaborando en anclar expectativas de inflación. Es esperable también cierta recomposición de los salarios en términos reales. Con todo, esperamos una inflación que a diciembre podría ubicarse en torno a 25% anual.

¿Cómo está viendo la evolución de la Cuenta Corriente en 2019?

Según muchos de sus colegas, ese déficit, hoy en la zona de 5 puntos del PIB, fue el dato que cambió el “mood” inversor hacia Argentina... La cuenta corriente venía mostrando un claro deterioro hasta la primera mitad de este año, producto principalmente del fuerte atraso cambiario acumulado entre 2016 y 2017. Por un lado, la apreciación del peso llevó en estos años a que se intensificara el rojo de la balanza de servicios, principalmente por la salida de turistas al exterior, a la par que la emisión de deuda en el exterior dio lugar a mayores erogaciones de cuenta corriente por pago de intereses. Además, el crecimiento de la economía y de la inversión llevó a mayores importaciones, mientras que las exportaciones se vieron comprometidas por la sequía. El segundo semestre de 2018 ya muestra un cambio notable en la tendencia de la cuenta corriente, que se terminará de consolidar en 2019. La suba del tipo de cambio ya empieza a desincentivar la salida de dólares por turismo, moderando el rojo de la balanza de servicios, a la par que la recesión económica está afectando negativamente las importaciones, lo cual quita presión a la balanza comercial. A ello se le sumará una buena cosecha el año próximo, que apuntalará las exportaciones de bienes. En definitiva, de un déficit de cuenta corriente rondando los 5,5% puntos del PIB a mediados de este año prevemos que pasaremos a un rojo de alrededor de 3% a fines del 2019.

¿Cómo están viendo el dólar durante el año próximo?

El Gobierno cree que rondará los $40. ¿Coinciden y es un buen Tipo de Cambio Real? Aún falta conocer el ritmo mensual al que el BCRA decida llevar el esquema de bandas móviles en 2019, pero creemos que intentará coordinar expectativas a la baja, en línea con la inflación buscada por las autoridades monetarias. Nuestro escenario asume un esquema con bandas moviéndose 20% a fines del año próximo, con un ritmo decreciente trimestralmente. Esto permitiría mantener cierta estabilidad en tipo de cambio real, siempre que la inflación en dólares de nuestros socios comerciales se mantenga levemente positiva.

En 2017 se cumplió la meta fiscal y 2018 también viene bien. Pero en 2019 el partido es bastante más exigente y la intención es llevar el déficit primario a 0%. ¿Lo ven posible?

Coincidimos con que es una meta por demás exigente sobre todo para aplicar durante un año electoral, pero también creemos que el Gobierno es consciente de que el no cumplimiento de la meta tendría consecuencias mucho más profundas sobre nuestra economía. Por otra parte, respecto de la factibilidad, vale la pena mencionar que el esfuerzo adicional respecto de la meta anterior (-1,3% del PIB), podría ser financiado casi exclusivamente por el nuevo impuesto a las exportaciones y que sumarían en torno a 1,1% del PIB. El objetivo estructural de reducir la presión impositiva sobre el sector privado y mantener el equilibrio fiscal sigue siendo un desafío que deberá resolver quien asuma en 2019.

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