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La volatilidad es el verdadero enemigo

El peor enemigo de las decisiones económicas no es cualquier inflación sino la inflación volátil

31 octubre de 2018

Pablo Mira Docente e investigador de la UBA

La apreciación de que la inflación es un enorme costo para la sociedad se sigue repitiendo como un mantra. Pero, ¿cuáles son los costos de la inflación? En otra nota ya hemos tratado estos temas, y no nos extenderemos sobre la cuestión. Vale recordar, sí, que el peor enemigo de las decisiones económicas no es cualquier inflación, sino la inflación volátil. Una tasa de aumento de precios permanente, constante y predecible de 3% mensual, por ejemplo, no es tan dañina como un régimen de inflación en el que esta tasa puede variar, digamos, en un rango entre el 1% y el 5% mensual, y es completamente impredecible e inesperada.

La inflación volátil afecta tanto las decisiones de consumo como las de inversión. Es esta volatilidad lo que en buena parte decretó perdida la década de los '80 en Argentina. Pero la variabilidad de la inflación no es la única que importa. La volatilidad cambiaria (que en nuestro país suele estar asociada a la volatilidad de precios), suele complicar los planes de los exportadores y de los importadores. Y la volatilidad de la tasa de interés afecta negativamente las decisiones financieras. Cuando los precios relativos de los bienes y servicios, de los insumos y de los bienes de capital fluctúan mucho, el resultado más natural es un aumento de la confusión, y un retraso de las decisiones de producción, inversión y consumo. Ante la duda, los agentes no actúan, o actúan defensivamente.

El sistema de precios es un proveedor de señales para los agentes económicos. Cuando esta señal es confusa o gris, los individuos dejan su decisión para otro momento. Un ejemplo concreto de estos costos son los sectores que dicen ser perjudicados tanto cuando su precio relativo no los beneficia como cuando sí les conviene, lo que a priori parecería una contradicción. Una posible explicación de esta paradoja es la siguiente. Cuando un sector se topa con un precio de venta demasiado bajo, es evidente que se perjudica. Pero cuando su precio de un día para otro se vuelve demasiado alto, la ventaja no es tan clara, porque el productor evalúa qué pasará con sus costos y con su demanda futuros. Como la producción y la inversión son decisiones riesgosas, un precio repentinamente favorable no redunda en un aumento automático de la producción, sino que abre puros interrogantes.

La volatilidad es la gran enemiga de una economía que utiliza los precios como portadores de información real y duradera, y no como fuente de riesgo e incertidumbre. Sin precios la economía difícilmente funcione eficazmente, como lo demostraron los esquemas de planificación centralizada. Pero con demasiada variabilidad, tampoco logra su objetivo. Por eso, atender el tratamiento de la variabilidad es prioritario respecto del trabajo para alcanzar un nivel de precios relativos adecuado. Tipo de cambio, tasa de interés e inflación son las tres variables macroeconómicas que, si mantienen una elevada variabilidad, no permitirán a la economía argentina salir del parate de actividad y empezar a trabajar en cuestiones centrales de mediano plazo.

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