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Septiembre no viene fácil

El retorno del dólar a $40 es el reflejo de incertidumbres no resueltas

Héctor Rubini 14 septiembre de 2018

Por Héctor Rubini Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la USAL

Algo de paz llegó con los anuncios de un inminente acuerdo político para aprobar el Presupuesto 2019, una de las condiciones básicas para que el staff del FMI evalúe positivamente los esfuerzos para acceder a un adelantamiento de los fondos comprometidos por el FMI hasta 2021. El mercado de bonos encontró oportuno comprar títulos de deuda excesivamente castigada en las últimas semanas y la baja del riesgo país ayuda a calmar nervios. Sin embargo, el escenario no está para el triunfalismo. La recuperación del Merval y de los bonos todavía no es claro que se pueda sostener. Tampoco el alejamiento del crispamiento de la última semana de agosto.

La inflación de agosto (3,9%) ha estado en línea con las proyecciones de consenso, pero el pass-through de los saltos recientes del dólar tendrán impacto en nuevas subas de precios, a las que se sumarán los aumentos de las tarifas de gas en octubre y de electricidad en noviembre. Nada indica un cierre de 2018 con una inflación al 42,4% que “se le escapó” al Ministerio de Hacienda la semana pasada, sino más bien por encima del 45%.

El escenario externo, a su vez, dio señales mixtas. El dólar se debilitó frente a buena parte de las monedas de países emergentes. Es el caso de la lira turca, que registró una recuperación en una jornada que puede marcar un antes y un después. El dólar abrió ayer a la suba luego de que el presidente de Turquía, Recep Erdogan, criticara la política del Banco Central de intentar combatir la inflación con subas de tasas de interés. La meta de inflación anual es de 5%. En julio alcanzó 15,85% (récord desde enero de 2004) y en agosto se habría acelerado al 18%. Sin embargo, el titular del Banco Central de Turquía aumentó la tasa de control monetario de 17,75% a 24%, señalizando una independencia y una actitud confrontativa contra las interferencias de Erdogan que fueron bien recibidas, y la lira turca cerró a la baja.

La mayoría de las monedas emergentes se apreciaron respecto del dólar, pero el real se depreció con un cierre a $4,19, el nivel más alto de los últimos 25 años, luego de haber superado $4,2. La nueva cirugía a la que fue sometido el candidato Jair Bolsonaro generó nerviosismo, junto a las expectativas no muy auspiciosas para este candidato en el sondeo de Datafolha que se va a difundir hoy, después del cierre de los mercados. El delicado estado de saludo de Bolsonaro y la “poca fe” en los números de Datafolha reavivaron los temores de que en octubre, y eventualmente en el balotaje triunfe un candidato menos comprometido con las metas fiscales vigentes de 2016 como sería el caso de Fernando Hadad.

En un marco externo volátil, y con persistentes dificultades para renovar los vencimientos de Letras del Tesoro, el BCRA enfrenta la necesidad de absorber no sólo el salto de emisión de pesos de agosto sino del esperable a partir del vencimiento de Lebac de la próxima semana. ¿Se podrá absorber con nuevas Letras del Tesoro, en pesos o en dólares? Si el mercado no muestra interés, ¿a cuánto aumentaría el exceso de oferta de pesos que se viene arrastrando desde agosto?

El eventual acuerdo entre oficialismo y oposición para aprobar la Ley de Presupuesto de 2019 ayudará a estabilizar expectativas y a destrabar el adelanto de fondos solicitado al FMI. Sin embargo, subsiste una dinámica de desarme de deuda cuasi fiscal que ha generado un exceso de oferta de pesos que seguirá alimentando el exceso de demanda de divisas y de bienes.

No es casualidad que la titular del FMI afirmara esta semana que apoyará a la administración Macri si propone reformas “en serio”. No es del todo claro cómo alcanzar el déficit primario cero en un escenario que al menos hasta el próximo verano será de una fuerte recesión con aceleración inflacionaria. Tampoco es claro cómo se hará para esterilizar la emisión monetaria atada al repago de Lebac en carteras de inversores que no desean otros pasivos del BCRA (Leliq o Nobac) y/o del Tesoro (en pesos o dólares). Tampoco se entiende cuán sólido es el compromiso con un ajuste fiscal cuando ya esta semana se conoció la autorización a un nuevo aumento de gasto público superior a los $40.000 M.

El retorno del dólar a $40 es el reflejo de incertidumbres no resueltas. Algo que desde hace meses venimos insistiendo como corregible con un programa de estabilización y crecimiento coherente y sostenible. Es probable que ello requiera algunas heterodoxias que por ahora no convencen a las autoridades ni al FMI. Subir la presión tributaria, y con sesgo antiexportador no es sino otra inconsistencia temporal de una administración que nueve meses atrás promulgaba una legislación para reducir la presión impositiva. Reforma que además incluyó la extensión a la renta de las Lebac del Impuesto a las Ganancias, disparador inicial de la crisis cambiaria que no parece haber terminado.

Por ahora estamos en una meseta de calma, pero sin una reformulación integral de las políticas en curso, la volatilidad cambiaria y de las expectativas volverán a repetirse. Si algo se ha aprendido de los errores en la materia durante los '80, es que los programa parciales, graduales y carentes de credibilidad son liquidados por los vaivenes de los mercados mucho antes de lo que desean las autoridades. Las vacilaciones y las demoras en definir cambios de política no harán más que reavivar la percepción de falta de ideas para revertir los desbalances en las cuentas fiscales y externas, y en los mercados de dinero y de divisas. Algo que en caso de ocurrir conducirá a nuevas corridas contra la moneda local y una aceleración de las subas del tipo de cambio, precios y tasas de interés que será cada vez más difícil de controlar.

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