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Los salarios crecen 23% mientras que la inflación es 35%

Además, en octubre la inflación interanual trepará hasta casi 40% y los salarios se rezagarán cada vez más

26 septiembre de 2018

Guido Lorenzo ACM

El paro general de ayer fue opacado por la renuncia del presidente del BCRA, Luis Caputo. No obstante, y si bien el acatamiento puede ser discutido debido a que hubo paro de transporte, el mismo es entendible dentro de la coyuntura y es esperable que sea uno más dentro de una secuencia donde la conflictividad social siga en el centro de la escena.

Los salarios actualmente están creciendo a un ritmo del 23% interanual con una inflación que es del orden del 35%. Además, en octubre la inflación interanual trepará hasta casi 40% y los salarios se rezagarán cada vez más. La distinción entre salarios en dólares y salarios reales se minimiza cuando el pasaje a precios del tipo de cambio es alto y, definitivamente, los efectos de la devaluación van a seguir deteriorando el salario real en los próximos meses.

Por otro lado, el deterioro de la actividad económica está impactando en la creación de empleo. Lo que en principio fue la sequía del agro, se terminó transmitiendo a la industria y al comercio, que son trabajo intensivos y esos sectores, junto a otros de servicios, están impulsando la tasa desempleo al alza. Según nuestras proyecciones, llegará a los dos dígitos antes de fin de 2018.

La mayor tasa de actividad parece estar reflejando la necesidad de “trabajador adicional” que tienen los hogares, relacionado con lo comentado acerca del deterioro del salario. Es esperable que tanto la tasa de actividad como la de desocupación sigan empeorando hasta fin de 2018. Porque incluso cuando la actividad pueda recuperarse, el empleo y el salario son variables coincidentes en el mejor de los casos, o rezagadas habitualmente. Esto se debe a que las empresas tardan en renovar los planes de contratación cuando se revierte la crisis.

Si uno suma los efectos de menores salarios reales y mayor desocupación, el resultado es una menor participación de la masa salarial sobre el Valor Agregado Bruto (VAB). Este indicador llegó a tocar los 53,8% en el primer trimestre de 2017 y esperamos que tenga una pérdida hacia fin de año del orden de los 9 puntos, llegando a cerca de 45% del VAB.

Estos valores son inclusos serían inferiores a los registrados en el segundo trimestre de 2016 cuando la participación rondó 47%. Esta menor apropiación en la distribución primaria o funcional del ingreso tendría que ser muy fuertemente compensada con la distribución secundaria, es decir, con políticas de ingreso para que el consumo no se vea deteriorado.

Dado el escaso margen para realizar gasto social (por el objetivo del déficit 0%), esa capacidad se reduce y, por lo tanto, el menor gasto privado y público (por menores salarios y subsidios sociales que no llegan a compensar la pérdida de poder de compra) brinda un escenario parecido al planteado en el Presupuesto. El consumo agregado caerá durante varios trimestres y sólo las exportaciones podrían hacer revertir la situación. El problema es que las mismas son el componente más exógeno del gasto y el que genera un efecto en la distribución del ingreso, a veces, poco parejo.

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