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Industria 2020: exportar sin red de contención

Si el tipo de cambio real se estabiliza en estos niveles más altos, la industria requerirá cierto esfuerzo para reemplazar mercado interno por mercado externo

03 septiembre de 2018

Por Fausto Spotorno Centro de Estudios Económicos OJF

La industria manufacturera argentina tendrá un gran desafío en los próximos años, en especial si el tipo de cambio real se estabiliza en estos niveles más altos, porque ello requerirá cierto esfuerzo para reemplazar mercado interno por mercado externo. En efecto, aproximadamente el 70% de la industria argentina está atada al mercado interno mientras que el 30% está vinculada al mercado externo. Con una devaluación real, como la que está experimentando Argentina, queda claro que el mercado interno se debilitará y los rendimientos del mercado externo mejorarán substancialmente. Por ello, exportar o vincularse a sectores exportadores será clave para sobrevivir o crecer. Sin embargo, será necesario mantenerse flexible porque no hay red de contención. Las instituciones, las regulaciones y los impuestos argentinos no ayudan a la hora de competir con otros mercados.

La industria no es un sector homogéneo. Pero podríamos dividirla (aproximadamente) en cinco grandes grupos: 1) la industria vinculada al agro que incluye el crushing de granos (producción de aceites, harinas y alimentos balanceados), los agroquímicos, la maquinaria agrícola, entre otras; 2) la industria emparentada a la construcción, que incluye cemento y otros productos similares y también una parte de la industria siderúrgica y metalúrgica; 3) la industria afín a la energía, como las refinerías o las petroquímicas; 4) la industria relacionada con el Mercosur y Brasil, entre las que se encuentra principalmente, la mitad de la industria automotriz que a su vez se vincula también con la siderúrgica y otros sectores. Finalmente, el rubro más grande es el vinculado al consumo interno que incluye no solo el consumo minorista sino también el consumo de bienes durables y a la que pertenece casi el 40% del sector manufacturero.

Como se puede ver todos estos sectores dependen a diferentes variables. El sector relacionado al consumo interno responderá con más fuerza al salario real y al empleo. Mientras que el vinculado a la construcción o al consumo de bienes durables va a responder no sólo a esas variables sino también a la tasa de interés. Pero lo que está claro, es que la proporción de la industria vinculada a la exportación es muy limitada y eso, en parte, es el resultado de años de atraso cambiario, cepo, etcétera. Con lo que exportar, era algo riesgoso y poco rentable.

Así una bodega, por ejemplo, que produjera vinos de calidad, tenía más estímulos a enfocarse en el mercado local que pasar por todas las dificultades de exportar y que no generaría demasiados beneficios, si generaba alguno. Naturalmente, con un tipo de cambio más devaluado, las condiciones para exportar mejoraran considerablemente, pero lo cierto es que tampoco se puede decir que haya algo garantizado. Los impuestos siguen siendo muy altos, la infraestructura no es del todo confiable y las fluctuaciones cambiarias que hoy pueden favorecer la exportación pueden cambiar.

Los desafíos que vienen

Por todo ello, el escenario puede resultar desafiante. El año que viene, es de esperar que aquellos sectores que estén vinculados a la exportación reaccionen más rápido y puedan empezar a crecer primero. También es posible que haya alguna reacción inicial positiva en las industrias vinculadas al consumo interno y que compitan con importaciones. Pero todo ello en gran medida dependerá de la tasa de interés. A estos niveles, en los que la tasa de interés de corto plazo en pesos alcanza el 60%, será mucho más difícil crecer y obtener resultados positivos. Por ello, las perspectivas de una mejora de la actividad económica industrial para el año que viene se basa en la posibilidad de que se reduzca la tasa de interés, que a su vez, dependerá de que se estabilice el tipo de cambio.

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