Con el 2018 jugado como un año malo (quizás el peor desde 2002) y con el 2019 perfilándose como uno mejor, pero amarrete, la expectativa es que, cuanto menos, opere como un punto de inflexión hacia un estadio superador.
La gerencia de research del Banco Supervielle, a cargo de Walter Ramírez, acaba de hacer una interesante presentación, en el marco del Coloquio Industrial de Río Cuarto, para otear ese escenario. ¿Qué sostiene? Luego del ajuste de 2018-2019 (con caída de 2,4% del PIB en el primer caso y un 0% en el segundo), la economía retomará el crecimiento, pero a tasas moderadas. La proyección de Supervielle es 2,8% para todos los años desde 2020 hasta 2023.
Con una inflación en lento descenso. Cuanto menos, en comparación con la expectativa del Gobierno. Luego de 43,5% de 2018 y el 25,1% de 2019, sería de 19,9% en 2020, 16,8% en 2021, 15,9% en 2022 y recién bajaría a un dígito en 2023: 7,9%.
“Nuestras perspectivas para el futuro son positivas, aunque no demasiado optimistas. Vemos la economía creciendo, en promedio, a la tasa de crecimiento histórica y la inflación bajando lentamente. Sin embargo, luego de transcurrido este largo período de reordenamiento macro, creemos que la tasa de crecimiento podrá acelerarse facilitando el desarrollo de nuestras fuerzas productivas. Recién estamos empezando a encarrilar la situación. No creemos que este encarrilamiento finalice con el Gobierno actual. Van a hacer falta muchos años más para terminar de corregir los desequilibrios macro, revertir la tendencia creciente del endeudamiento y así comenzar a bajar impuestos para impulsar la actividad productiva”, dicen desde Supervielle.
