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Postales del analfabetismo financiero

Hoy, jóvenes emprendedores

02 agosto de 2018

Por Ezequiel Baum (*)

Una encuesta de la agencia Standard & Poors que mide el analfabetismo financiero estima que sólo uno de cada tres adultos puede responder correctamente cuatro preguntas que reflejarían conocimientos básicos para tomar decisiones que afectan sus finanzas personales.

El panorama es desalentador y podemos apreciar postales de este paisaje en muchas anécdotas cotidianas. Como especialista en educación financiera, la idea de esta columna es compartir periódicamente estas postales y acercar reflexiones que contribuyan a divulgar información que ayude a tomar mejores decisiones con el dinero.

Banco Galicia acaba de relanzar EconoMIA, su programa de educación financiera en secundarios, proceso para el cual fui convocado en virtud de mi experiencia en el entrenamiento en el manejo de dinero. Fue un proyecto al que me pareció clave sumarme porque creo que es ahí donde hay que hacer foco estratégico por el potencial de largo plazo.

Pero da la sensación de que aunque acerquemos contenidos básicos para los que salgan en breve al mercado de trabajo tomen mejores decisiones financieras, en la formación de los próximos adultos todavía faltan cubrir aspectos centrales sobre como funciona el capitalismo.

Hace unos meses me invitaron a dar una charla sobre Introducción a las Inversiones en ORT, colegio del cual egresé. Sobre el final, un chico de unos 16 años, alumno, se acercó a contarme que con unos compañeros estaban desarrollando un proyecto y querían conseguir inversores. Le pedí que me llamara para compartirle algunas ideas sobre como encarar un proceso de búsqueda de fondos. Semanas más tarde coordinamos una videoconferencia. El que se me acercó en la charla, claramente el más valiente de los tres, me contó que estaban trabajando en varios proyectos y querían saber cómo conseguir fondos para concretarlos. Les sugerí que piensen que conseguir dinero implica convencer a alguien que todo el tiempo recibe propuestas de gente que le pide dinero para sus proyectos.

Así que la primera lección al buscar financiamiento es poner foco y pensar en el poco tiempo que tiene un interlocutor, la cantidad de propuestas que recibe y como hacer para ir directo al punto y lograr que se interese. La capacidad de atención disminuida no es sólo patrimonio de las nuevas generaciones. Así que les propuse simular un ejemplo y que elijan presentarme uno de los proyectos puntuales. Me explicaron que quieren desarrollar una app para transformar el celular en un botón de emergencia para discapacitados.

La idea me pareció buena. Les propuse que pensaran si esa app es para hacer un negocio o para brindar un beneficio sin fines de lucro porque la estructura jurídica que debían armar (sociedad vs. asociación civil) y el tipo de financiamiento (donación versus aporte de capital) serían diferentes y, por lo tanto, el interlocutor para financiarse y lo que obtendría a cambio no sería lo mismo. La segunda lección al buscar dinero para un proyecto es determinar si puede generar ganancias para repartir o si el beneficio para quien pone dinero está en el prestigio por el apoyo a la causa: en el primer caso necesitamos un inversor y, en el segundo, un “sponsor”. En el primer caso además la promesa de ganancias tiene que superar lo que podría obtener invirtiendo en otro lado. Quizás suene a trillado pero estos chicos no habían pensado que el capital sale de diferentes billeteras y que existe un costo de oportunidad y nadie en el secundario lo enseña.

La charla siguió en torno a los “sponsors”. Querían saber qué empresa podía poner dinero en su proyecto. Traté de resumirles cómo funciona la Responsabilidad Social Empresaria o el área de Sustentabilidad de una empresa y les sugerí que empezaran a buscar a los que están apoyando hoy iniciativas que resuelven problemáticas similares a las que ellos querían abordar. La tercera lección para conseguir apoyo financiero es identificar a los que pueden obtener un beneficio simbólico al apoyar una iniciativa por la publicidad positiva que haga que, al final del día, los consumidores simpaticen con esa iniciativa y generen más ventas y beneficios concretos que justifiquen la inversión. Les sorprendió escuchar que para las empresas mejorar la reputación puede redundar en ganar más dinero.

Por último, me preguntaron sobre la posibilidad de hacerse millonarios emprendiendo. Traté de ser honesto al blanquearles que emprender no es para cualquiera, que la mayoría de los negocios fracasan. Pero que uno como emprendedor se capitaliza con el aprendizaje y eso, a diferencia del dinero, no se pierde. Hacerse millonarios es casi un golpe de suerte. La última lección sobre como conseguir fondos es que los emprendimientos no tienen el éxito asegurado y que todo el dinero que se consigue es por la confianza en la experiencia del equipo, que se consigue a fuerza de emprender y emprender y emprender. Nadie te regala el ticket que ganó la lotería.

La videoconferencia duró 45 minutos. Lo que aprendieron espero que les dure toda la vida.

Es indudable que estamos frente a un nuevo paradigma en el cual el trabajo y la forma de hacer negocios están cambiando y cada vez vamos a escuchar más seguido palabras como “emprender” o “start-up”. Por eso es fundamental que el conocimiento de los aspectos de estas transformaciones que van a influir en la capacidad de jóvenes y adultos de ganarse la vida empiecen a estar disponibles junto con la mayor cantidad posible de información sobre el manejo de las finanzas personales.

(*) Economista especializado en educación financiera, autor de Ordená tu Economía y fundador de Trainer Financiero

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