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La Fed no lo escucha a Trump

La tasa seguirá subiendo (y fortaleciendo al dólar), lo que no quieren los emergentes ni la Casa Blanca

23 agosto de 2018

Tanto Donald Trump como los países emergentes quieren un dólar más barato porque lo consideran una de las claves para mejorar sus posiciones externas. Pero en el corto plazo los incentivos van en otra dirección.

Trump insiste con sus críticas a la Reserva Federal por subir las tasas de interés porque considera que puede frenar la expansión económica y fortalecer al dólar quitándoles competitividad a las exportaciones estadounidenses e incentivando la importación. Pero ayer se conocieron las actas de la última reunión de la Fed realizada el 31 de julio y el 1 de agosto. Y de su lectura surge con claridad que volverá a subir las tasas en septiembre y diciembre en línea con lo que descuenta el mercado. A los cuatro incrementos que habrá este año le seguirían otros tres en 2019 a más allá de las quejas presidenciales. Mañana el titular de la Fed habla en la tradicional cumbre de banqueros en Jackson Hole y en este marco de discrepancias con la Casa Blanca sus palabras serán escuchas con particular atención.

El dólar retrocedió los últimos cinco días frente a una canasta de monedas (ayer lo hizo 0,2% según el índice Bloomberg) reflejando que las palabras de Trump pudieron haber tenido algún impacto. Pero sería algo transitorio porque la clave sigue estando en los fundamentos económicos que hoy favorecen al fortalecimiento del dólar y hasta tanto eso no se modifique no cabe esperar cambios significativos en la tendencia de las cotizaciones más allá del deseo de los gobiernos.

En este momento, la economía estadounidense está creciendo a buen ritmo y se pronostica que el PIB subirá 3,1% en 2018, su mayor incremento desde 2005, mientras que el nivel de actividad en China se está desacelerando suavemente y la zona euro se expande a una tasa menor. Ese contexto económico favorece al dólar y lo mismo ocurre con el diferencial de tasas. En un momento de elevado nivel de actividad y con una tasa de desempleo de sólo 3,9%, la Fed procura evitar el recalentamiento de la economía que obligue a un ajuste brusco posterior y por eso lleva adelante una política de subas graduales de las tasas de interés. Mientras tanto, el Banco Central Europeo va recortando muy lentamente sus estímulos monetarios y no tiene previsto subir las tasas hasta dentro de un año.

Por lo tanto el atractivo por los activos dolarizados seguirá siendo fuerte. Por otra parte, cada vez que Trump amenaza con aplicar sanciones comerciales a otros países para mejorar las cuentas externas estadounidenses, genera incertidumbre a nivel global con lo cual potencia al dólar y se aleja del cumplimiento de su objetivo.

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