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Hacia 2019 con la bandera del ajuste

¿Quién gana predicando el ajuste e izando la bandera del equilibrio fiscal, las tarifas plenas y demás? La opción es arriesgada

01 agosto de 2018

El Presidente, y casi todos los demás, saben que la economía será poco atractiva en 2019. No lo dice, ni lo dirá. La inflación seguirá alta, el crecimiento será chato o escaso, los bolsillos estarán apretados, el dólar alto, el crédito caro y las tarifas serán más pesadas en los presupuestos familiares y la lista puede seguir. Pero también sabe (y está muy convencido) que más no se puede hacer y menos después de la crisis cambiaria del segundo trimestre.

Las “recetas mágicas”, en su habitual argot, son meros paliativos de corto plazo. No solucionan problemas sino que incuban nuevos. El rol del Estado debe ser menor (gasto social, exceptuado), el mercado debe ser el gran asignador y los precios, las señales. Ortodoxia convencional. “Nos habían hecho creer que todo era regalado”, dijo ayer el Presidente mientras se aferra cada vez más a su manual sobre como debe funcionar la economía.

En noviembre de 2016, un grupo de periodistas de Clarín entrevistó a Mauricio Macri en Olivos. Entre otras preguntas, lo consultaron por el bajón del consumo privado. “¿Cómo hacés para que el consumo aumente? ¿Volvés a imprimir billetes y a aumentar la inflación?”, dijo, por ese entonces, el Jefe de Estado.Toda una definición. Hoy, después de la corrida, está más convencido que antes. El mercado sepultó el gradualismo y su nueva obsesión es el déficit, “esa mochila que cargamos desde hace setenta años”. Cree en eso, por cierto. Y no lo esconde. Lo dice y cada vez con más alto tono. Eso mismo que, en 2015-2016, se negó a decir porque era antipático y desesperanzador. Así de convencido está.

Un estratega político clásico diría que está firmando su derrota electoral en 2019. ¿Quién gana predicando el ajuste e izando la bandera del equilibrio fiscal, las tarifas plenas y demás? Ciertamente, la opción es arriesgada. Pero Macri está convencido. Además, no queda otra porque la billetera global se cerró. Se lo ve y está bien. Para eso fue electo: hacer lo que cree que el país necesita para evitar que su decadencia continúe. Luego, los argentinos dirán si coinciden con él.

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