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Un escenario demasiado incierto aún en Brasil

La situación de Lula es lo que va a definir la suerte del voto en Brasil

Héctor Rubini 23 julio de 2018

Por Héctor Rubini Instituto de Investigación de la Facultas de Ciencias Económicas y Empresariales de la USAL

Faltan 76 días para las elecciones presidenciales de Brasil y la encuestadora Datafolha indica en los sondeos de junio que la gestión de Michel Temer enfrenta una dura reprobación de la mayoría del electorado: el 82% de los brasileños considera que su administración es mala o pésima, y que los brasileños priorizan la resolución de los problemas relacionados con el sistema de salud, la educación, el desempleo y la inseguridad. Los mayores niveles de rechazo a la actual administración se registraron en los estados del Nordeste, entre las mujeres y los jóvenes.

En el sondeo de la semana pasada la agencia mostró que Lula encabeza las preferencias de voto, con el 22%. Supera a Marina Silva, que descendió a 17% respecto del 19% de abril. El resto de las principales figuras políticas también mostró retrocesos: Aécio Neves cayó de 17% a 14%, Jair Bolsonaro de 8% a 7% y Ciro Gomes de 7% a 5%. Una semana ante se había conocido el muestreo de IBOPE, que mostraba a Lula encabezando la intención de voto con 33%, seguido de Jair Bolsonaro (15%), Marina Silva (7%), Ciro Gomes (4%) y Geraldo Alckmin (4%).

En caso de que no se presentara Lula, la encuesta muestra un escenario de mayor paridad, pero con porcentajes de aprobación nada deslumbrantes: primero Bolsonaro (17%), seguido de Silva (13%), Gomes (8%), Alckmin (6%), y luego otros con 3% o menos. Entre ellos, el ex presidente Collor de Melo (2%), el potencial candidato del PT, Fernando Haddad (2%), y el ex ministro de Hacienda del actual gobierno, Henrique Meirelles (1%). Todos con buena presencia en los medios, pero ninguno supera a Lula. Si bien las encuestas de opinión lo muestran como el político que cuenta con mayor popularidad, también aparece como el que genera mayor rechazo entre los votantes.

La situación del candidato del Partido de los Trabajadores (PT) es la que va a definir la suerte del voto en Brasil. A mediados de septiembre, el Tribunal Superior Electoral confirmará o no la impugnación de su candidatura.

Los eventuales sustitutos de Lula, en caso de no poder presentarse a las elecciones que asomaban a principios de este año eran Jaques Wagner y Fernando Haddad. Ninguno de los dos es garantía para el eventual retorno del PT al poder. Wagner, ex gobernador del estado de Bahia, y está bajo investigación en el caso Lava Jato y Haddad, ex alcalde de San Pablo y ex ministro de Educación de Lula y Dilma Rousseff, consigue convencer.

El PT se enfrenta a un horizonte complicado en caso de la impugnación del ex presidente: el de definir claramente la llamada primer “transferencia”, la de la candidatura de Lula a un sucesor que haga un buen papel en las elecciones de octubre, y en caso de un casi seguro ballotage, la de optar por transferir votos a Silva, como la candidata de izquierda más afín al PT. Una decisión a priori racional a nivel de cúpulas, pero de impacto incierto en la decisión de los votantes.

La incertidumbre política no ha tenido gran impacto en la economía. Tanto para consultores locales como del exterior, se espera una inflación para todo el año en torno del 3%. El dólar mostró cierta volatilidad en las últimas dos semanas, explicables en parte por la incertidumbre electoral, pero más por la expectativa de mayores salidas de capitales en caso de profundizarse la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

La relativa calma en el frente externo contribuyó a que en la semana pasada el tipo de cambio se estabilice. El viernes descendió 1,87%, a R$ 3,77, junto con una suba del Bovespa (1,41%, la mayor suba diaria desde el 4 de junio), luego de que el llamado “blocão” de partidos de centro anunciara podría formalizar el jueves de esta semana su adhesión a la candidatura de Alckmin del Partido Social Demócrata (PSDB). Probablemente haya algún ajuste adicional, pero al menos para los próximos dos meses no se espera ningún sobresalto cambiario. Las intervenciones del Banco Central con swaps cambiarios desde el pasado 7 de junio hasta ahora han sido más que suficientes para mantener estables las expectativas.

A pesar de medir muy bajo en todas las encuestas, en los mercados financieros se espera que el “tucano” Alckmin logre debilitar a Bolsonaro y a Ciro Gomes, y llegar al balotaje del 28 de octubre.

Por ahora no habrá grandes novedades hasta agosto. El domingo próximo Bolsonaro oficializará su candidatura, y en los primeros días de agosto harán lo propio Marina Silva y Alckmin. Para entonces Henrique Meirelles deberá confirmar si mantiene su candidatura o si se baja, y el PT definiría si mantendrá la candidatura de Lula, o si anunciará algún “plan B”.

Las encuestadoras, a su vez, están proyectando un elevado nivel de abstencionismo. En un reportaje para O Globo el titular de IBOPE, Carlos Augusto Montenegro, admitió que esta elección es muy difícil de predecir, por el desinterés de los votantes. Razón no les falta. Los que asoman con mayor probabilidad de llegar a la presidencia son Lula, hoy en prisión, Marina Silva, con una agenda estatista, pero después de que los legisladores de su partido votaran a favor del procesamiento de Dilma Rousseff, su partido sufrió una pérdida significativa de afiliados, y no contaría con el PT como aliado. Frente a estos candidatos del “progresismo” se presentan Alckmin, alineado con un gobierno rechazado hoy por la mayoría de la población, Bolsonaro, un ex militar nostálgico de la última dictadura, y Ciro Gomes, con una agenda económica tan estatista como la del PT.

En definitiva, una oferta electoral poco y nada atractiva, y que se refleja en una frase cada vez más común en el vecino país. “Es uno peor que el otro”, se escucha. Sin embargo, para octubre son los únicos disponibles entre los que los brasileños deberán elegir. Hasta entonces el futuro de la economía, las instituciones y la política exterior de Brasil seguirán en un contexto de sustancial incertidumbre.

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