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Un documento que adelanta el ajuste y prolonga la incertidumbre

El Gobierno presentó el Presupuesto 2019 en el Congreso

05 julio de 2018

Por Joel Vaisman Economista

El adelanto al Presupuesto que el Ejecutivo ha enviado al Congreso, en conjunto al memorándum de entendimiento enviado al FMI, sigue mostrando algunas inconsistencias, pero confirmado el incremento en la velocidad del ajuste que el Gobierno espera emprender.

Un recorte de crecimiento real de 3,5% a 1% del PIB para 2018 y un incremento, también real, de la producción de bienes y servicios de 2% para 2019. Podríamos suponer que esas pautas podrían cumplirse, pero se siguen dejando de lado algunas variables clave para nuestra economía que dejan algunas incertidumbres.

Como dice el memo que el Gobierno envió al FMI, la inflación de 2018 tendría que ser “igual, o inferior a la encuesta de relevamientos de mercado (REM)” que mide el BCRA.  En ese momento -principios de junio- estaba en 27% pero, hoy, ya se ubica en 30%.

Si este último dato se cumple, con una inflación que ya se mide en 14,43% para el semestre dejamos atrás, nos espera, aproximadamente, otro 13,61% de incrementos en los precios. La meta (corregida) de 15% parece alcanzarse?si ésta hubiera sido semestral. ¿Promedio mensual esperado para 2018? 2,18%. Siempre y cuando el dólar no siga sufriendo “fluctuaciones”, como en el segundo trimestre.

Con pautas salariales que están lejos, muy lejos, de seguir ese ritmo de crecimiento en los precios, se espera más ajuste en el poder de compra de los argentinos. ¿Puede crecer el PIB en la cuantía que espera el Gobierno, o se acerca más al 0,5% que espera la REM?

Extraño: cuando el Ejecutivo mismo señala que el EMAE mostró, en abril, una contracción del 0,9%, con tendencia a continuar en los próximos meses, y extenderse hasta el tercer trimestre.  En términos del estadístico norteamericano Julius Shiskin, una recesión.

El Gobierno espera que esta devaluación provoque ahora un crecimiento expansivo en las exportaciones de origen industrial. Nuevamente, eso solo puede suceder suponiendo una destrucción del salario real porque el resto de los costos estarán afectados por la aceleración inflacionaria. Aun es dudosa la recuperación de la demanda internacional de productos argentinos, frente a posibles escenarios de guerras comerciales entre países desarrollados, y al alza de las tasa de interés en EEUU.

La inflación que sabremos conseguir

En segundo lugar, según el Gobierno, para 2019 la canasta básica medida por el IPC debería incrementarse 17% punta contra punta.  Esto implica una caída de casi a la mitad esperada para 2018.

Teniendo en cuenta que en Argentina la inercia inflacionaria es fuerte, una caída en esa magnitud implica tener pisado el tipo de cambio (lo cual no debería suceder, dado el compromiso de mantener el régimen de metas de inflación y una flotación libre del dólar), o un ajuste feroz, que supere los incrementos salariales y se traslade en una mayor caída en la actividad mediante el consumo (aunque esperan, singularmente, un crecimiento del 1% en ese rubro). El consumo público claramente bajaría y ya avisan un ajuste de 3,7%.

Podemos rápidamente sacar unos números concretos: la inflación promedio mensual para 2019 sería de 1,3% y semestral, 8,05%.

Pero, nuevamente, si el tipo de cambio está librado al mercado, ¿cómo proyectar esta variable? Si el dólar no sería la variable de ajuste, debería ser la tasa. Ante un nuevo incremento potencial en la tasa de corto plazo de la Reserva Federal de EE.UU., Argentina podría enfrentar un nuevo efecto de “vuelo a la calidad”, poniendo más presión sobre el dólar. ¿Subiría aun más la tasa en pesos (pese a que el Gobierno manifiesta un sendero descendente) o intervendría en el mercado cambiario para mantener el precio de la divisa norteamericana, a costa de reservas?

Otro interrogante será la independencia del BCRA, al que se le pretende nuevamente reformar la Carta Orgánica y frenar el financiamiento al Tesoro, salvo para casos en los que se excedan niveles “adecuados” y con “utilidades realizadas”. ¿Será la conducción del BCRA efectivamente leída como independiente por los tomadores de decisiones cuando el Presidente es un amigo del Presidente y saliente ministro de Finanzas?

Por supuesto, el Presupuesto aun no ha finalizado, y queda margen de maniobra para mayores precisiones que el mismo debate político demandará.

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