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La recesión afecta el empleo y podrían crecer los despidos

El trabajo informal y cuentapropista, los principales motores en 2017, son los sectores más sensibles a la crisis

11 julio de 2018

Por Juan Strasnoy Peyre

La ola polar avanza sobre la economía argentina y es un hecho que vendrán meses recesivos. Con un mercado laboral estancado desde comienzos de año, que ya empezó a sentir los golpes de la crisis, el panorama para el empleo es de retroceso. Hasta ahora, los analistas señalaban que la política de las empresas era hacer hoarding, esperar con miras a una recuperación que cada vez parece más lejana y, en los mejores pronósticos, aparece como un leve rebote en 2019. ¿Se avecina un crecimiento de los despidos? ¿Qué sectores tienen mayor riesgo?

En las últimas semanas, se conocieron cesantías masivas en el sector privado en la refinería de Trafigura ?ex Petrobras? en Bahía Blanca (200 despidos); en la cadena de confiterías marplatense La Boston (60), que está al borde del cierre; en Radio Del Plata (53), que además adeuda salarios y aportes patronales; y Nevares (10), que en los últimos dos años recortó el 78% de su planta de Luján. Se trata de algunos de los casos más resonantes por su volumen.

El Ministerio de Trabajo se apoya en los datos de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) de mayo ?la última disponible? para sostener que la tasa de salida del mercado laboral no varió significativamente, sino que el freno vino por el lado del retroceso en la tasa de entrada. Sin embargo, en el Gobierno reconocen por lo bajo cierta preocupación por lo que llaman “despidos por goteo”: argumentan que en los recortes masivos en grandes empresas tienen mecanismos para intervenir (pese a las críticas en varias oportunidades por no hacerlo), pero que eso es más difícil en los casos dispersos. Y justamente los pequeños establecimientos y los sectores con mayor precariedad, que impulsaron la creación de puestos de trabajo durante 2017, son los más vulnerables a los embates de la crisis.

Motores apagados

Los analistas consultados por El Economista explicaron que las características de la recuperación del empleo de 2017, marcada por el trabajo inestable e informal, deja el terreno allanado para la destrucción puestos laborales. Según los datos de la EPH del Indec, de los cerca de 700.000 trabajadores incorporados el año pasado, apenas 186.000 fueron asalariados en blanco, 223.000 asalariados en negro y 285.000 no asalariados (una categoría en la que predominan los monotributistas y monotributistas sociales).

“El cuadro es bastante oscuro porque esta recesión irrumpe, rompiendo un ciclo de crecimiento de siete trimestres que en términos de empleo no fueron nada especialmente festejable. La creación de empleo de buena calidad en ese período fue supermezquina, aumentó muy poco, incluso por debajo del crecimiento poblacional. Y ahora empieza un ciclo de por lo menos dos trimestres de recesión”, señaló el economista Martín Trombetta. Y agregó: “Todos estos puestos generados en monotributo (o supuestamente generados, porque no se puede asegurar que todo nuevo monotributista implica creación de empleo) son los principales candidatos a desaparecer en la recesión. Todo lo que es empleo por cuenta propia hoy está en riesgo”. Para Trombetta, el otro gran motor del año pasado, los asalariados no registrados, también peligra ya que “no hay costo por despedirlos, en general son empleos de baja calificación y por eso son tremendamente cíclicos”. En cambio, apuntó que “el empleo formal privado no es tan sensible al ciclo corto porque tiene el tema de los costos de despido. Así y todo, podría haber una caída. Si en una economía que crecía al 3% se generaba tan poco empleo de buena calidad, en una economía que cae 1,5% yo casi festejaría que el empleo no caiga”.

Por otra parte, el decreto publicado ayer en el Boletín Oficial dejó en claro que el Estado no oficiará como contrapeso. Más bien todo lo contrario. El DNU firmado por Mauricio Macri congeló los ingresos a la administración pública hasta el 31 de diciembre de 2019 y confirmó que no se renovarán los contratos precarios a través de universidades, lo que pone en jaque la continuidad de unos 7.000 puestos de trabajo a fin de año.

En términos de ramas de actividad, el principal motor del empleo durante 2017 y el 1º T de 2018 fue la construcción. Otra alerta. En tiempos en que el Ejecutivo impulsará un ajuste en la obra pública de la mano del acuerdo con el FMI, el informe del SIPA de abril mostró un freno del empleo sectorial y la EIL de mayo, un importante retroceso.

En tanto, el economista de ACM Guido Lorenzo señaló a las pymes como el gran foco de preocupación. “Hay tensiones propias de una recesión. El empleo es generado por pymes principalmente y a estas tasas de interés muchas son inviables. El riesgo de aplicar una política monetaria tan dura es deprimir la actividad y el empleo. A estas tasas nominales y reales muchas empresas son inviables, el switch hacia productores de bienes transables no es inmediato y no demanda tanta mano de obra como el sector servicios (no transables)”.

Por su parte, Matías Ghidini, gerente general de GhidiniRodil, consideró que la mayor vulnerabilidad no depende necesariamente del tamaño de las empresas: “Lo que sí hay son diferencias sectoriales”, planteó y precisó que las TIC, las exportadoras y las economías regionales se vieron beneficiadas por la devaluación, mientras que lo más afectado es “todo lo que tiene que ver con el consumo, como los canales de comercialización, el retail, el consumo masivo, y ciertos sectores de la construcción y la industria manufacturera”.

¿Caída sin desplome?

Ghidini, cuya consultora de recursos humanos está abocada al sector ejecutivo, profesional, privado y formal, dijo que no ve una “situación de despidos activa”, sino “una situación de 'hiring freez', es decir, un congelamiento de la contratación de personal”.

Trombetta, que espera un segundo semestre gris en materia laboral, tampoco vislumbra un shock de cesantías: “Todo el mundo tiene la mirada puesta en 2019, que va a ser un gran punto de inflexión. Todavía en las esferas más altas hay cierto optimismo residual. En ese sentido habría motivos como para continuar en esa lógica de hoarding, de ajuste en el margen intensivo y un 'aguantemos con lo que hay'. Yo no pensaría en un clima tan extremo de boom de los despidos. Eso sí me lo esperaría si el año que viene arrancara como este”.

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