Esta semana generaron impacto los datos de actividad de mayo publicados por el Indec. Se sabía que la sequía iba a golpear, pero la fuerza del dato (recordemos, una caída de 5,8% interanual) sorprendió por su magnitud, que además dejó entrever que la devaluación, y la caída en el poder adquisitivo que generó, ya metió la cola. Para junio, se esperaba continuidad en la caída y ayer Orlando Ferreres y Asociados lo confirmó con la publicación de su Indice General de Actividad (IGA), que cayó 4,5% interanual y 0,8% desestacionalizado contra mayo.
Con todo, según el Centro de Estudios Económicos de Ferreres y Asociados, el primer semestre terminó con una variación acumulada de la actividad de 0,9%. La medición que suaviza las distorsiones propias de la estacionalidad confirmó que la actividad se encuentra en niveles inferiores a los que se registraban a fines de 2015. Es decir, la economía volvió al pozo del que había logrado salir tras la recuperación de 2017.
“El rubro agropecuario dio cuenta de una baja del 28%, con una cosecha de soja y maíz que se estiman 34,5% y 18% más bajas que durante la campaña precedente. Este desempeño se trasladó a la industria manufacturera (cayó 5% interanual), que padeció adicionalmente de un contexto externo poco favorable”, detalló Ferreres. Hacia dentro de la industria se registró que la baja estuvo fuertemente influida por una caída de 6,8% del rubro alimentos y bebidas y una de 13,4% en la automotriz, “la cual se vio perjudicada por los conflictos laborales en Brasil, que afectaron el normal funcionamiento de las terminales”.
Y agregó Ferreres: “En conjunto, estos resultados impactaron negativamente en el volumen de comercio mayorista, sobre lo que hay que adicionar que algunos sectores de relevancia como la construcción informan una importante desaceleración”. En total, tal como mostró el informe del IGA publicado ayer, el comercio mayorista y minorista cayó 5,8% interanual en junio.
