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¿Nuevo contexto socioeconómico o reacomodamiento poscrisis?

La recuperación de los indicadores sugiere que aún no es tiempo para confirmar si estamos en una nueva dinámica virtuosa o si es un reacomodamiento tras el 2016

12 abril de 2018

Por Anabel Chiara Economista de la Fundación Capital

No todas han sido buenas noticias para las autoridades en términos económicos. En efecto, las dificultades para bajar la inflación o reducir los déficits, tanto fiscal como externo, son manifiestas. Los buenos anuncios vinieron por el lado de los indicadores socioeconómicos que comenzaron a mostrar mejoras de la mano de una expansión en la actividad económica.

Uno de los primeros datos positivos fue el incremento del empleo, que finalizó el último trimestre de 2017 con un alza del 3,8% anual. Así, la mejora en los niveles de empleo sumada a la suba de dos puntos en el salario real y a los mayores ingresos de la seguridad social, implicaron mejores resultados en los índices de pobreza e indigencia, al igual que en los indicadores de desigualdad, como el Gini y las brechas entre deciles.

Si bien la trayectoria es positiva, se compara con el punto más álgido de la crisis de 2016, y en este sentido tres cuestiones no deben perderse de vista. Primero, la pobreza aún no logró romper su barrera histórica y todavía hay 10,2 millones de pobres, de los cuales 1,9 millones viven en la indigencia. Segundo, la suba del salario real, que se concentró en mayor medida en la segunda mitad del 2017, no compensó la pérdida de casi 6 puntos de 2016 y permanece en los menores valores desde 2010. Tercero, el empleo continúa con una trayectoria positiva aunque su dinámica es heterogénea y no debe perderse de vista que el 60% de la creación de empleo en el último cuarto de 2017 fue explicada por el alza de los trabajadores informales.

Más aún, entre los trabajadores registrados se observa un cambio en la configuración del empleo. El sector de asalariados privados, aquel que mayor cantidad de trabajadores emplea, comenzó a perder participación sobre el empleo total, que fue en parte compensada por el trabajo independiente. En efecto, respecto a enero de 2016, la participación del empleo privado se redujo un punto, mientras que la de los independientes, entre los que se encuentran los monotributistas, monotributistas sociales y autónomos, se incrementó en la misma cuantía. También se destaca que el empleo público continúa manteniendo la misma participación sobre el empleo total, tras la suba de 3 puntos entre 2012 y el 2015.

Así, en el primer mes del 2018 el empleo registrado se incrementó 1,7% anual, aunque con distintas dinámicas al interior del mismo. En efecto, los trabajadores independientes mostraron una suba anual del 2,9%, entre los que resalta el alza del 10,1% anual de los monotributistas sociales; los asalariados de casas particulares se incrementaron 1,9% anual; los asalariados públicos, 1,7% anual y los del sector privado crecieron 1,2%. En este sentido, se evidencia una mejor dinámica en el empleo independiente y una lenta velocidad del empleo asalariado privado.

Dentro de este segmento, destaca que en los últimos doce meses, por cada 10 nuevos trabajadores en el sector privado, siete fueron del sector de la construcción. En sentido opuesto, la industria manufacturera lleva 24 meses consecutivos de caídas. En efecto, en enero se destruyeron 14.5000 empleos comparado al mismo mes de 2017, pese a una mejora en la actividad. Este es un punto importante a seguir, ya que la industria concentra al 20% de la masa total de trabajadores privados registrados.

En definitiva, si bien los datos son alentadores, el sostenimiento de la trayectoria positiva en la mejora de los indicadores sociales y laborales dependerá de diversos factores. Entre ellos se destaca el crecimiento económico, la sensibilidad del empleo, la calidad de la inserción laboral y la evolución de los salarios y la inflación. Las aristas que mostró la recuperación de los indicadores en la segunda mitad de 2017 indican que aún es pronto para confirmar si estamos frente a una nueva dinámica virtuosa a nivel social y laboral o si se trata de un reacomodamiento de las variables, tras el valle de 2016.

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