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Una Estrategia Nacional Exportadora

Aumentar las exportaciones es clave para lograr un crecimiento económico sostenido

18 diciembre de 2017

Por Enrique S. Mantilla Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina 

Según Jean Baptiste Say (1767), “en economía está lo que se ve y lo que no se ve”. En materia de exportaciones lo que ve el Gobierno lo plasma en las premisas  con las cuales construyó el Presupuesto Nacional del 2018. Las mismas se encuentran en el cuadro de proyecciones de exportaciones, importaciones y saldo comercial. Lo que no ve el Gobierno es nuestro pronóstico (y no sólo nuestro) para el mismo período: Como el Gobierno en sus proyecciones calcula un déficit comercial creciente, que llegaría en 2021 a US$ 7.600 millones, admite un sendero gradualista en la política exportadora. Pero debería considerar la posibilidad de encontrarse entre este año y el que viene con un déficit acumulado de US$ 17.000 millones.

La primera conclusión es que el Gobierno no ve la magnitud del desafío en el sector exportador, que requiere realizar adecuaciones más rápidas en su política gradualista. ¿Por qué? Dada la estructura productiva de Argentina, la elasticidad ingreso de las importaciones es mayor que la de las exportaciones, por lo que la falta de una oferta adecuada de dólares es una restricción al crecimiento. Esto permite comprender el porqué del papel del sector exportador en el desarrollo sostenible y la necesidad de contar con una Estrategia Nacional Exportadora explícita.

El crecimiento de las exportaciones es esencial para un proceso de crecimiento sostenido con inclusión y éste, a su vez, es una condición necesaria para colocar a una economía en la senda del desarrollo sostenible.

Hay tres conclusiones de política que coviene remarcar:

Dañar la rentabilidad de las actividades transables tiene efectos que van más allá del sector afectado específicamente, porque reduce las chances de impulsar el cambio estructural de toda la economía. El daño genera externalidades negativas.

Frecuentemente se asume que la erosión relativamente transitoria no afecta. Pero en una economía global muy dinámica, los incrementos temporales de costos internos pueden llevar a que la empresa nacional sea desplazada para siempre de un mercado por la competencia.

La rentabilidad de la actividad específica es una condición necesaria pero no suficiente porque la competitividad depende de factores sistémicos. Es particularmente importante considerar, en relación a esto, que los bienes públicos son un componente esencial en el fortalecimiento de la competitividad sistémica.

El Gobierno ha hecho mucho esfuerzo para desmantelar el comercio administrado desde hace dos años. Además, hay problemas de dependencias de trayectorias del pasado que lleva mucho tiempo resolver. Pero aun así no basta desear un futuro, hay que hacerlo posible.

Claro está que nuestras proyecciones pueden estar erradas, la ventaja es que en breve lo sabremos, para el año 2017. Por el momento, paciencia estratégica.

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