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Economistas aconsejan no flexibilizar (aún) las metas de inflación

Podría afectar la credibilidad del BCRA y, además, hacer más lenta la desinflación

11 diciembre de 2017

Una discusión que promete no desaparecer en los próximos meses, mantiene atentos a varios analistas. Nuevamente el BCRA no cumplirá sus metas de inflación (el pifie no sería menor a 6-7 puntos en 2017) y tampoco se espera que lo haga en 2018, aunque aún queda un trecho largo. Casi ningún economista duda de que las metas que se impuso Federico Sturzenegger son exigentes y, lógicamente, se va imponiendo el debate sobre si conviene flexibilizarlas o no.

Mañana el foco volverá a estar puesto sobre el presidente del BCRA y el Consejo de Política Monetaria: definirán nuevamente la tasa de interés del centro del corredor de pases a 7 días, con poco margen de acción tanto para subirla como para bajarla. Además, se publicará el IPC Nacional de noviembre, que según el último REM daría 1,3%.

Muy exigente

Federico Muñoz y Asociados destacó un trabajo reciente del director de Desarrollo Económico de CIPPEC, Martín Rapetti. Ahí el economista mostró cómo los regímenes de metas de inflación exitosos se tomaron algo más que un par de años para desacelerar una inflación de entre 10% y 40% hasta un nivel más normal de 5%. Y sobre todo que lo lograron sin tener que hacer modificaciones de precios relativos en el medio, como debió (y aún debe hacer) el Gobierno de Cambiemos.

“La evidencia tiende entonces a demostrar que las metas de inflación que se propuso alcanzar el BCRA eran excesivamente ambiciosas. El debate de esta cuestión ha ganado actualidad porque la persecución de este objetivo obliga al BCRA a ejecutar una política monetaria decididamente contractiva. Las tasas de interés que fija el BCRA son hoy más de doce puntos porcentuales superiores a la inflación esperada. Un nivel récord”, concluyó Muñoz.

Margen de acción

En ese sentido señaló que todo tiene un costo: “Tasas de interés tan altas en términos reales traen aparejados efectos colaterales perturbadores. En concreto, un déficit cuasifiscal que tiende a engordar rápidamente y ?sobre todo- una fuerte apreciación real del peso que fastidia a los productores de transables y comienza a inquietar a varios analistas e ?inclusive- a algunos funcionarios del equipo económico”.

Y agregó: “En este contexto, Sturzenegger carecería de margen de maniobra para subir aún más las tasas de interés, a pesar de que las expectativas inflacionarias distan de estar ancladas. Los analistas consultados en el REM siguen subiendo sus proyecciones de inflación para 2018, que ahora ubican en 16,6%. Es probable entonces que el BCRA deba resignarse a volver a fallar por varios puntos la meta inflacionaria del año próximo”.

Además, el alto stock de Lebac (116% de la base monetaria hasta noviembre) limita la posibilidad de bajar la tasa porque una baja renovación en un vencimiento puntual podría desembocar en una salida inflacionaria hacia el “billete”. En ese mismo sentido operan las expectativas crecientes para la inflación del año que viene (por encima de lo que esperan los economistas, en la calle, según la UTDT, esperan una de 24,7% para los próximos 12 meses) y las subas de precios de diciembre. En el sentido contrario, complicando la posibilidad de ofrecer más tasa, presionan el atraso cambiario y el rojo cuasifiscal de Reconquista 266.

Gap de credibilidad

La meta para 2017 era lograr un incremento de precios de 17% como máximo en la interanual de diciembre, pero la mayoría de los análisis de economistas prevé que finalmente cerrará en la zona del 24%. Para 2018 la película nominal pinta, en el mejor de los casos, parecida: la meta tiene un techo (incluido el margen de error) de 12%. Y, según la mediana del REM que publicó la semana pasada el BCRA con la visión de 56 analistas de la city, se espera una de 16,6% para el 2018.

Desde PwC, sin embargo, consideran que esa no es buena razón para modificar las metas: “El hecho de que la reducción de la tasa de inflación no sea más rápida y converja a los valores fijados por la meta, no necesariamente implica un fracaso de la misma, ya que la dinámica de la inflación ha sido descendente. Fijar una meta más elevada podría inducir a una desaceleración más lenta por su impacto en las expectativas”.

Una posición similar sentó Federico Furiase (Eco Go) ante Clarín. “No es el momento de cambiarlas aún. En un contexto de recomposición tarifaria y de paritarias, no me parece grave incumplirlas, siempre y cuando la inflación baje”, dijo el economista.

Ahí hay una clave para la discusión. La interanual de diciembre de 2016 dio 41% para el IPC CABA (el mejor índice que permite hacer comparaciones de algo más parecido a un largo plazo). Ahí se ve una desaceleración interesante si se toma el 24-25% con el que cerraría el 2017. En cambio, si se compara con el 23,9% de noviembre de 2015, no se observa una trayectoria tan positiva.

Aun así, desde Muñoz señalaron: “El incumplimiento de una meta demasiado exigente no debiera interpretarse como un fracaso del programa estabilizador. A nuestro juicio, el plan funciona satisfactoriamente, dadas las complejas circunstancias en las que está operando. Si tomamos el IPC oficial de CABA vemos que la core ha bajado desde un pico de 41% en julio de 2016 al mínimo histórico de la serie (23%). No creemos que la estrategia antiinflacionaria esté fallando. Quizás, sí, esté sobrando ansiedad”.

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