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¿Por qué no se desarrolló ningún país de la región?

Más allá de tener tierra, trabajo y capital, y casi 200 años de Historia a cuestas, ningún país latinoamericano pegó el esquivo salto hacia el desarrollo

09 octubre de 2017

Por qué ningún país de América Latina ha alcanzado un nivel de vida como el que tienen los países desarrollados? Hay tierra, trabajo y capital, y casi 200 años de Historia. Aun así, ninguno dió el esquivo salto hacia el desarrollo.

En un nuevo libro, “The Economics of Contemporary Latin America”, Beatriz Armendáriz y Felipe Larraín analizan la cuestión.

“Nuestro libro destaca cinco teorías sobre por qué América Latina ha quedado rezagada, algunas de las cuales se remontan a los orígenes coloniales de la región”, dijo Larraín en diálogo con el portal del FMI.

La primera es geográfica. Más del 70% de América Latina se encuentra en los trópicos, y eso hace todo más difícil. La región está más expuesta a enfermedades como, entre otras, la malaria, la fiebre amarilla, el dengue y el cólera; y está alejada de los principales mercados.

En segundo lugar, tras su independencia, América Latina se ha basado en el derecho civil tradicional, en vez del derecho consuetudinario. Un sistema de derecho consuetudinario, donde los jueces juegan un papel más activo, es más propicio para el crecimiento económico y el desarrollo.

En tercer lugar, tenemos las plantaciones agrícolas a gran escala en América Latina. En el norte, hubo más agricultura mixta centrada en el grano y el ganado, con unidades más pequeñas, lo que propició el establecimiento de instituciones políticas más democráticas, una protección más sólida de los derechos de propiedad y una clase media más extendida.

En cuarto lugar, el legado institucional de la región también es una parte de la historia: las disposiciones institucionales en el Sur son más débiles comparadas con las del Norte.

Y, por último, la fragmentación cultural y etnolingüística en América Latina, que se remonta a la época colonial, también ha frenado a la región, aunque la influencia de este factor es mucho menos importante que en

Africa, por ejemplo.

Y hay más, sugiere Larraín. Un lastre adicional para América Latina es el proteccionismo, dice. “A partir de la década del '50, América Latina intentó desarrollarse aplicando un proceso de industrialización basada en la sustitución de las importaciones, en el marco de la cual se protegen las industrias de la competencia exterior, con el objeto de convertirse en países industrializados. Tres décadas más tarde, esto resultó ser un completo fracaso y las industrias protegidas no crecieron”, dice, categórico, el ex ministro de Hacienda de Chile. Mientras tanto, en ese período, “Asia oriental estaba plenamente centrada en la promoción de las exportaciones, los incentivos fiscales a los exportadores, las bajas barreras comerciales, menos proteccionismo y menos controles y regulaciones”. Y agrega que “la mayoría de los países siguen siendo muy dependientes de las materias primas”. Con la excepción, quizás, de México, adonde la dependencia de los recursos primarios cae a 25%.

“La transición hacia una economía más diversificada requerirá una nueva estrategia. Por ejemplo, apoyo a la investigación y el desarrollo, mejora de la educación y una fuerza de trabajo más calificada que pueda trabajar en diferentes sectores, incluido el sector de los servicios. Esto ayudaría a América Latina a formar parte de la revolución tecnológica que se está produciendo ahora mismo”, sugiere Larraín.

Mientras se diversifica, hay que estar preparados para cualquier shock externo dado que la dependencia de los recursos naturales o de un comprador en particular es una situación de debilidad. “Un segundo desafío es cómo actualizar las normativas e instituciones, como los bancos centrales autónomos, las reglas fiscales, los fondos soberanos de inversión, y los consejos fiscales independientes, para ayudar a estas economías a amortiguar los efectos del ciclo de auge y caída de las materias primas”, dice.

Ultimo desafío: la desigualdad. “Si bien la región ha podido reducir considerablemente la pobreza, no ha tenido el mismo éxito en la reducción de la desigualdad. Contar con instituciones adecuadas para continuar con la lucha contra la pobreza y reducir la desigualdad será un factor clave”, concluye.

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