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Los datos de septiembre señalan una desinflación con muchos sobresaltos

Las expectativas no ceden y es el principal desafío que debe enfrentar para el Central

13 octubre de 2017

Por Matías Carugati Economista jefe Management & Fit & Martín Mulleady Economista Management & Fit

La inflación se resiste a bajar. El Indec informó que los precios minoristas se incrementaron el 1,9% en septiembre (23,7% anual), cifra que se ubica por encima del 1,4% registrado en agosto (22,8% anual). Los datos oficiales están en línea con lo anticipado por indicadores alternativos. Por caso, el IPC de FIEL (limitado a la CABA) arrojó una suba mensual de 2,1% (26% anual), el promedio de estimaciones privadas publicado por el Congreso dio un aumento de 1,6% (25% anual) y PriceStats (que sólo releva precios de bienes online) registró un incremento del 1,7% (23% anual). A medida que transcurren los meses queda en claro que a la inflación le cuesta perforar la barrera del 1,5% mensual (no casualmente, el promedio de 2004-2015) por diversos factores, tanto temporarios como estructurales. Descartado el cumplimiento de la meta de inflación para este año (ya se superó el máximo de 17%), el BCRA se ha enfocado en alinear precios y expectativas en torno al objetivo de 2018. Todo un desafío para la tasa de interés, sobre todo por la continuidad de la inercia inflacionaria, los aumentos esperados en los precios regulados (tarifas) y un gradualismo fiscal que condiciona la política monetaria.

Las expectativas tampoco ceden. El escenario de inflación proyectado por los analistas para este año y el próximo se mantiene por encima de las metas del BCRA. Por caso, del relevamiento de la autoridad monetaria surge una inflación esperada de 22% anual para fines de 2017 (frente a una meta de 12-17%) y de 15,8% para 2018 (versus meta de 10%, +/- 2 puntos de tolerancia). Este desalineamiento no es nuevo, sino que viene desde el año pasado. Y no se debe exclusivamente al impacto esperado de los aumentos en precios regulados, ya que las expectativas para la inflación núcleo también están por arriba de las metas. Al margen de lo anterior, no sólo los profesionales esperan más inflación que el BCRA: el relevamiento de la UTDT entre la población en general arroja una inflación esperada de 20% anual (aunque no es estrictamente comparable con lo comentado del REM).

Aquí radica uno de los problemas que enfrenta el proceso de desinflación. La ausencia de plena credibilidad en las metas sostiene expectativas relativamente altas y ello impide, a su vez, una desaceleración más rápida de la inflación. El desalinamiento debería tomarse como una señal de alerta. Por ahora, el sendero esperado de la inflación sigue siendo descendente y lo que se “discute” es la velocidad de la convergencia a cifras de un dígito. Sin embargo, en la medida que la inflación observada no ceda, las expectativas pueden comenzar a elevarse y ahí el proceso de desinflación correría riesgo de interrumpirse.

En este contexto, el BCRA no ha modificado la tasa de referencia. El pasado martes la autoridad monetaria decidió mantener la tasa del centro del corredor de pases a 7 días en 26,25%, observando que “la inflación núcleo no habría quebrado los valores observados desde mayo” y que “el nivel general se vería afectado por aumentos de precios regulados". En efecto, esto ocurrió en septiembre, pero, mirando hacia adelante, ya se programaron aumentos en las tarifas de agua, electricidad y gas para luego de las elecciones, lo que provocaría una aceleración inflacionaria en el último tramo del año. Esto obligará al BCRA a mantener su postura o incluso a subir la tasa de referencia (y, acaso, la de las Lebac). Manejando la tasa de referencia como herramienta principal de política monetaria, el esquema de metas de inflación es claro. Frente a desvíos, la autoridad debe reaccionar endureciendo su postura. Pero con una política monetaria condicionada por factores que exceden al BCRA, llevar esto a la práctica no es tan sencillo, ya que forzaría tasas de interés reales sumamente altas y, acaso, un freno al proceso de expansión económica.

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