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En una de esas viene el Papa

Unos tienen que abandonar la violencia y otros la ignorancia. Cuanto antes eso ocurra, mejor. Reconocer al otro y acallar la violencia es la condición para acordar. Cuando comencemos, en una de esas, viene el Papa.

Carlos Leyba 08 septiembre de 2017

Por Carlos Leyba

Después de las PASO, la grieta política no ha cesado de agrandarse. ¿Las elecciones de octubre evitarán la continuidad de esa expansión? ¿Cómo se acomodan entretanto los vectores de fuerza?

De un lado, algunos de los que dejaron el Gobierno hace veinte meses, están decididos a socavar, a como dé lugar, las bases de sustentación de la actual Administración. No se trata de una oposición de alternativa sino de un enfrentamiento de base. Grave.

Del otro, los que gobiernan ? sólo el PRO, porque radicales y lilitos concurren a la televisión y no aparecen en la Casa Rosada? se miran para adentro, imaginan la realidad y sueñan con las estrellas de las próximas décadas y, en esa mirada ajena, militan en la ignorancia del otro que vive los problemas.

En ambos casos hay excepciones y, como reza el refrán, las excepciones confirman la regla.

Y en el medio?

Las fuerzas sociales, trabajadores organizados y el empresariado no encuentran, en esa fractura, un espacio para debatir, acordar y encauzar las políticas centrales integradoras dolorosamente ausentes.

De un lado, algunos de los que dejaron el Gobierno hace veinte meses, están decididos a socavar, a como dé lugar, las bases de sustentación de la actual Administración. No se trata de una oposición de alternativa sino de un enfrentamiento de base. Grave.

El oficialismo ignora. Y lo hace en toda la dimensión del concepto porque respira soberbia después del innegable éxito de las PASO. Y los que dejaron el poder, que siguen siendo la fuerza más sólida fuera del Gobierno, trabajan como grupo de demolición y, si alguna vez la tuvieron, perdieron la capacidad de construir.

Antes de las PASO, los grupos políticos comandados por CFK, se ocuparon de señalar la degradación de algunas variables económicas sin asumir la responsabilidad de haber sido ellos los que dieron el empujón a lo que está transitando cuesta abajo.

Pero ahora y seguramente por un tiempo y sin que la economía haya dado señales de buena salud, parece ser que han dejado a un lado las cuestiones de la víscera más sensible -que es el bolsillo-, y entraron a la identificación de esta gestión con la peor de las prácticas de la dictadura genocida que fue la existencia de desaparecidos. Una estrategia discursiva de demolición.

El dictador Jorge Rafael Videla ante la consulta por el paradero de miles de personas respondió “son desaparecidos, no tienen entidad”. Nadie puede ignorar el carácter diabólico de esa expresión y nadie puede dudar que una desaparición, vinculada al Estado, emparienta a quien ejerce el poder con la peor tragedia de nuestra historia. ¿Tiene sentido, tiene lógica, tiene fundamento tal insinuación? ¿Hasta dónde quieren llevar la grieta?

Volvamos a antes de la desaparición de Santiago Maldonado. Entonces el kirchnerismo se aplicaba a la crítica económica al presente. Crítica de quienes desperdiciaron la mayor oportunidad económica de nuestra historia ?los años de la década soplada? y que dejaron una herencia terrible. ¿Crítica indigna sin autocrítica? Lo es porque contiene una dosis gigante de falsificación.

Del otro, los que gobiernan ? sólo el PRO, porque radicales y lilitos concurren a la televisión y no aparecen en la Casa Rosada? se miran para adentro, imaginan la realidad y sueñan con las estrellas de las próximas décadas y, en esa mirada ajena, militan en la ignorancia del otro que vive los problemas

Con el desperdicio de la gran oportunidad me refiero a toda la década. Justamente porque esa oportunidad fue declinando en el tiempo y al tiempo que, esa administración, gestaba el fracaso colectivo al invertir el sentido de la política que es poder hacer las cosas y no hacer las cosas para perpetuarse en el poder.

En esa inversión de sentido de la política está inmersa nuestra sociedad hace cuarenta años y es por esa inversión que las fuerzas políticas se divorcian de las fuerzas sociales y de la realidad.

La década pasada estuvo gobernada por ese signo en un escenario externo favorable cuyas mieses se prorrogaron aún cuando el viento de cola dejó de soplar vigorosamente.

Pero estos 20 meses han convertido al PRO en un inmenso aparato de propaganda de lo malo del pasado y de un imaginario futuro que se lo adorna con interpretaciones exageradas de la información del presente, en particular, de la economía.

Algunos números

Para no perder el hilo y poner en claro el nivel de las exageraciones miremos números. La creación de empleo registrado fue de 186.000 puestos. No está mal. Pero absorbemos poco desempleo. Pero de esos empleos solo 50.000 son asalariados del sector privado. El 73% son monotributistas (incluidos sociales) y empleados públicos.

¿Cuánto de ese empleo es derivado de la inversión y cuánto de ese empleo incrementa la productividad media de la economía? Poco.

Las fuerzas sociales, trabajadores organizados y el empresariado no encuentran, en esa fractura, un espacio para debatir, acordar y encauzar las políticas centrales integradoras dolorosamente ausentes

El salario real actual, del empleo registrado, está 10% por debajo del de agosto de 2012. No hay recuperación del salario real.

Y los sectores productivos como industria, minería, construcción, agricultura y ganadería y pesca, están por debajo de los niveles del segundo trimestre de 2015.

¿Qué entiende entonces el Gobierno por recuperación de la actividad económica?

Completan el cuadro balance comercial negativo, déficit fiscal, aumento de la deuda externa y explosión de la cartera de Lebac.

Lo más grave de una administración, en general, no está en lo que hace sino en lo que deja de hacer. Lo que es común a los años pasados y los presentes, es la ausencia de una política de inversiones y de transformación de la estructura productiva deficitaria en una exportadora y superavitaria. Por eso estamos aquí.

La tasa de inversión es la más baja de la región y hemos consolidado un déficit del comercio internacional del sector industrial que ronda entre 25 y US$ 30.000 millones al año, y una tasa de inversión que, en 2016, fue 15% del PIB.

Para no perder el hilo y poner en claro el nivel de las exageraciones miremos números. La creación de empleo registrado fue de 186.000 puestos. No está mal. Pero absorbemos poco desempleo.

¿Por qué razón, entonces, Luis Caputo, ministro de Finanzas, en la reunión de AEA pudo decir que en las próximas décadas seremos la estrella de la región, poniéndose más allá de los veinte años de crecimiento pronosticados por Nicolás Dujovne? ¿Qué ven que los demás no vemos?

La crítica que se hace a la política o al relato económico, que el PRO practica con similar energía e imaginación que el FpV en el Gobierno, tiene siempre la virtud de alertar.

Pero este Gobierno, como el anterior, es sordo, ciego e insensible a las alertas.

Y encamina a la realidad económica, por los datos duros que observamos y la flojedad de las políticas estructurales que se ejecutan, a un resultado previsible y ? lamentablemente ? conocido, no por virtud sino por los vicios de sus consecuencias. Tipo de cambio retrasado, endeudamiento externo y fe en la apertura. Una fórmula infalible.

De estos números y de estas políticas se preocupan las organizaciones sociales de los que más sufren. 30% de pobreza es la consecuencia acumulada que no se desagota sin un cambio de fondo.

El pleno empleo, y las inversiones que este requiere, son la condición necesaria para el Estado de Bienestar. Necesaria aunque no suficiente. Desagotar la pobreza, con sustentabilidad, implica pleno empleo.

En esa inversión de sentido de la política está inmersa nuestra sociedad hace cuarenta años y es por esa inversión que las fuerzas políticas se divorcian de las fuerzas sociales y de la realidad

El Estado de Bienestar es la condición necesaria para que la democracia funcione sin la perturbación que a ella le infiere la “acción directa” tan asociada a la exclusión.

El pleno empleo es un objetivo que requiere instrumentos y lo que sintetiza esos instrumentos es la inversión reproductiva, la que a su vez reclama un horizonte de certezas. Cuando el Gobierno anuncia la estabilidad cambiaria más allá de la tasa de inflación, estabilidad sostenida por el flujo de ingresos abastecidos por la deuda y una tasa de interés en el nivel necesario para absorber esas emisiones inevitables, acaba de invertir la dirección al sentido lógico de las certezas.

Pero ahora, los más militantes de los K, han abandonado la crítica económica y se han concentrado en la búsqueda del argumento de la identificación de esta gestión con la dictadura genocida a través de la imputación de responsabilidad del Estado en la desaparición de Maldonado y ahora, gracias a la presentación del fiscal Federico Delgado, en el delito de encubrimiento: es decir, la negación y ocultamiento de la posible responsabilidad en esa desaparición.

Por esta vía, que ya no es de crítica correctiva, esa oposición estaría comenzando el camino de la construcción de un escenario de ilegitimidad del actual Gobierno que justificaría, en base a la cultura Página 12, el permanente asedio urbano que genera ese clima de malestar e inestabilidad. Clima en el cual poco puede prosperar. Eso ya empezó. Y difícilmente se detenga antes de las elecciones.

Como las elecciones han sido ya denunciadas por el kirchnerismo como susceptibles de fraude, una eventual derrota de CFK en la provincia de Buenos Aires abrirá la puerta para un provocado estado de continuidad conflictiva.

El Estado de Bienestar es la condición necesaria para que la democracia funcione sin la perturbación que a ella le infiere la “acción directa” tan asociada a la exclusión

Veamos que así como la crisis económica 2001/2002 instaló la protesta piquetera, que no desapareció de las calles nunca, de la misma manera los conflictos molotov tenderán a perpetuarse en la medida que perdure en el kirchnerismo la conducta de “resistencia” y conflicto de base, alejado de la cultura de oposición de alterativa. Es verdad y es grave.

La política ¿Cómo escapar a esa cultura de conflicto que acompaña el estancamiento de 40 años?

Es obvio que esta es una tarea de la política. La acción política capaz de reconstruir una mayoría programática que debe tener como eje central la reconstrucción del Estado de Bienestar objetivo en el que, con el debate y análisis adecuado, pueden converger sectores políticos hoy enfrentados y sobre todo los sectores sociales que, además de las organizaciones sindicales y empresariales, hoy incluyen a las organizaciones que canalizan a los que, en ausencia de participación en la mesa de decisiones, acuden a la acción directa perturbadora.

La Historia no se repite. Pero deja lecciones. Y es hora de aprender de ella. Los conflictos sociales no deben ignorarse, ni ocultarse, ni analizarse en superficie. Hay que ir a las raíces. Una sociedad con el 50% de los niños en la pobreza tiene una enfermedad profunda. Y ninguna mayoría relativa en soledad la puede diagnosticar y curar. Unos tienen que abandonar la violencia y otros la ignorancia. Cuanto antes mejor. Reconocer al otro y acallar la violencia es la condición para acordar. Nunca es tarde para empezar.  Cuando empecemos, en una de esas, viene el Papa.

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