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Menos impuestos distorsivos y más IVA y Ganancias

La teoría económica indica que los impuestos deben ser neutrales desde el punto de vista de la asignación de recursos en la producción

Jorge Colina 12 septiembre de 2017

Por Jorge Colina Economista de Idesa

La teoría económica indica que los impuestos deben ser neutrales desde el punto de vista de la asignación de recursos en la producción. Esto es, no deben distorsionar las decisiones de los agentes económicos cuando deciden invertir, generar empleos, movilizar capital de trabajo y usar insumos. De aquí, entonces, que el impuesto más neutral es el Impuesto al Valor Agregado (IVA) porque se abona una vez que el proceso productivo de cada eslabón en la cadena de producción concluyó. El otro impuesto recomendado es el Impuesto a las Ganancias que se aplica no sólo cuando el proceso productivo terminó sino que además se dispara una vez que la ganancia se realizó y es el mecanismo más idóneo para efectuar una razonable y socialmente deseable redistribución de ingresos entre la población.

Por el contrario, impuestos sobre el proceso productivo son los conocidos como impuestos distorsivos porque distorsionan la decisión de utilización de algún factor de la producción. Ejemplos de impuestos distorsivos en Argentina abundan. Las cargas sociales gravan la decisión de una empresa de dar trabajo en blanco. El impuesto a los sellos grava la formalización de contratos, tan necesarios para generar negocios sanos, predecibles y transparentes. El impuesto a la ganancia mínima presunta grava los activos productivos. El impuesto al cheque grava el capital de trabajo movilizado por las vías formales. El impuesto a los ingresos brutos provincial y las tasas de comercio e industria municipal gravan los insumos y los encadenamientos productivos largos, tan necesarios para lograr especialización y, por esta vía, mayor productividad y calidad. Definitivamente, son impuestos anti-productivos.

En Argentina, de cada $100 de recaudación de impuestos nacionales y provinciales, sólo $40 viene por la vía de IVA y el impuesto a las ganancias. Los otros $60 vienen por el lado de los impuestos distorsivos. Por eso, la producción no se expande al nivel que se requiere para incluir económicamente a toda la población, hay tanta informalidad laboral, hay tanta informalidad en los medios de pago y hay tanta incertidumbre en las relaciones productivas por falta de explicitación de contratos.

De aquí que, si se quiere tener una economía mucha más grande y formalizada para facilitar la inclusión social, no se puede eludir la reforma tributaria. Sus principios deben ser menos impuestos, más simples, con menores alícuotas, aplicados sobre una base de contribuyentes más amplia. Para ello, hay que recaudar mucho más vía impuestos neutrales y mucho menos vía impuestos distorsivos.

Hay que tener presente que la eliminación de un impuesto distorsivo reduce costos en el proceso productivo, lo que debería traducirse automáticamente en mayor recaudación de IVA y Ganancias. Pero muchas veces la realidad supera a la teoría por lo que sería arriesgado plantear una eliminación abrupta de todos los impuestos distorsivos. Pero esto sí habilita a proponer una mecánica de cambio gradual de impuestos distorsivos por más impuestos neutrales. La forma es convertir a los impuestos distorsivos como parte de pago de IVA y/o Ganancias. De esta forma, se induciría a una mayor formalización ya que el método para “limpiar” de los costos a los impuestos distorsivos serían vendiendo en blanco y declarando las ganancias.

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