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La difícil apuesta del 2018: ajustar el gasto y crecer

El Gobierno apuesta a crecer en base a la inversión privada y, en menor medida, las exportaciones y el consumo, y eso ayudará a compensar la retracción real del gasto público en 2018

Alejandro Radonjic 18 septiembre de 2017

Por Alejandro Radonjic

“¿Se acuerdan eso de que crecíamos en los años impares y caíamos en los años pares? Eso se terminó”, dice, animada, una alta fuente del Ministerio de Hacienda, unas horas después de que la ley de leyes haya hecho su ingreso en el Congreso. “En 2017 la economía crece 3% y, en 2018, proyectamos un crecimiento de 3,5%”, completa el panorama.  El “esto se terminó”, prima hermana del “creceremos durante varias décadas”, tiene que ver, creen en Hacienda, con la sustentabilidad de la recuperación.

“El crecimiento es sostenible porque es liderado por la inversión. La inversión crece porque los argentinos volvimos a confiar en el futuro de nuestro país. Proyectamos que aumentará cerca de 10% en 2017 y 12% en 2018”, agregan cerca de Nicolás Dujovne. “El crecimiento llegó para quedarse por mucho tiempo y beneficiar a todos los argentinos”, dicen.

Hay, allí, también una grieta: según el REM del BCRA, el PIB crecería 2,9% en 2018. No es una diferencia abismal ni insalvable, pero sí muestra, una vez más, que el Gobierno se ubica en la cota superior del optimismo. Algo, por cierto, lógico y que ocurre en casi todo el mundo.

C y G

El consumo también hará su aporte, así como las exportaciones. “La economía ya opera con todos sus motores en marcha y lo mismo sucederá en 2018. Proyectamos que el consumo privado crezca más de 3% en 2017 y 2018 y que las exportaciones aumenten 1,8% en 2017 y 5,6% en 2018”, agregan en Hacienda. “Es un crecimiento muy saludable del consumo privado”, explican.

No será de la partida el gasto público. Y ese es, quizás, el dato más importante del Presupuesto 2018 porque se espera que los ingresos crezcan 19% y el gasto primario 14,8%, es decir, por debajo de la inflación.  Y, dado que el gasto primario es más de 20% del PIB, el dato no es menor a la hora de pensar cómo impactará en el crecimiento. En Hacienda, sin embargo, creen que el foco es otro (apuntan a que, desde 2004, el gasto siempre creció más que los ingresos) y que la economía ya tiene motores autónomos para crecer aun cuando el gasto primario (en términos reales) cae. “La economía ya opera con todos sus motores en marcha y lo mismo sucederá en 2018”, dicen.

La inflación

A su vez, la inflación promediará 15,7%, casi 10 puntos abajo del número del 2017. Ese 15,7%, explican en Hacienda, es un promedio y no una proyección punta a punta, como la que realiza el BCRA. En rigor, cerca de Dujovne creen que se cumplirá la meta oficial de Federico Sturzenegger: 10% (+ o ? 2 puntos).

Para 2017, la expectativa es una suba (punta a punta) de 21%, 4 puntos por encima de la cota superior de la meta del BCRA. En Hacienda, sin embargo, le quitan gravedad. “Va a ser la mitad que en 2016 y va a seguir bajando en 2018, y se va acercando a la meta. Son normales los desvíos en los regímenes de metas de inflación. No lo vemos como algo preocupante: lo importante es que va bajando la inflación”, dice un funcionario cercano a Dujovne.

El trilema

La política fiscal tiene tres objetivos que son contrapuestos y que deben ser calibrados con astucia. Ese trilema fiscal tiene varios nortes: reducir el déficit para tener cuentas públicas sostenibles;  resolver las deudas de infraestructura y sociales heredadas y converger hacia un sistema tributario más simple, eficiente y equitativo. Rige el síndrome de la frazada corta: si se ataca agresivamente un objetivo, se descuidan otros.

Ese camino, creen, ya comenzó. “Apuntar de manera gradual y ordenada a cumplir con estos tres grandes objetivos de la política fiscal nos ha permitido que en 2017, por primera vez, en más de cien años se logren combinar simultáneamente una reducción del gasto público/PIB, una baja de la presión tributaria y un menor déficit fiscal/PIB con la economía creciendo y la inflación cayendo”, sintetizan.

Obras y gasto social

En 2018, el gasto en servicios sociales pasará a representar el 76% del gasto primario del Gobierno. Técnicamente, el de la Administración Pública Nacional (APN). Su principal componente (las prestaciones sociales, que representan el 58% del gasto primario) crecerá 22%, “bien por encima de la inflación proyectada para 2018”.

Por su parte, el gasto de capital (es decir, la obra pública) aumentará 17% con respecto a 2018, un crecimiento mayor que el que mostrará el gasto corriente. “Adicionalmente, si consideramos todo el gasto en infraestructura (contemplando el gasto de la APN, proyectos de Participación Público Privada ?PPP- y similares) el aumento sería de 62%, con especial foco en infraestructura en energía, transporte y obras hídricas”, dicen en Hacienda. También se priorizará el NOA y el NEA. “En 2018 la inversión social y en infraestructura en esas provincias será 26,8% superior a lo estimado para 2017”, explican.

Subsidios out

El elefante en la sala son los subsidios económicos, que caerán 16% nominales en 2018 y por allí vendrá el ajuste. Algo así como 30% en términos reales. En números: los subsidios económicos (energía, transporte y otras funciones) pasará de $209.804 millones en 2017 a $175.833 millones en 2018. “Eso no implica que las tarifas subirán en la misma magnitud”, aclaran en Hacienda, aunque ciertamente el impacto inflacionario que generen podría golpear sobre el bolsillo, aunque no tanto como en 2016. Allí ayudará el dólar, que avanzará poco y nada en 2018.  Los transferencias energéticas caerán 22,2% y las del transporte, apenas 5%.

En proporción del PIB, caerán 0,6 punto: desde 2% a 1,3%.

El resto del aporte fiscal lo hará el capítulo “gastos de funcionamiento y otros”, que crecerán apenas 11% nominal y su incidencia en el rojo caerá 0,3 punto.

Deuda todo bien

“Cumpliendo las metas estamos asegurando la sostenibilidad de la deuda pública. Si continuamos reduciendo el déficit primario en 1 punto del PIB por año, de forma de alcanzar un superávit en el 2022, podremos estabilizar el ratio de deuda pública con el sector privado y organismos internacionales. Así este ratio no superaría en los próximos años el 38% del PIB y comenzaría a descender a partir de 2021. La deuda se estabilizaría en 36% del PIB y los intereses en 1,8%. Estos indicadores están por debajo de lo observado en la región”, dicen en Hacienda, quitando presión sobre uno de los temas más delicados de las Macrinomics.

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