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Economías regionales y competitividad

Es necesario que la acción del Gobierno se dirija hacia la optimización de los procesos que estimulen la exportación y la apertura comercial

25 septiembre de 2017

Por Eliana Scialabba y Leandro Moro

Las cifras oficiales sobre el origen de producción de las exportaciones permiten conocer la distribución del la producción de los envíos al resto del mundo y, por lo tanto, tener una mejor idea sobre la matriz exportadora, a la hora de analizar la competitividad de las economías regionales.

Mientras que el principal tipo de producto exportable son las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), generadas en mayor medida en la zona pampeana, seguido por las Manufacturas de Origen Industrial (MOI), los productos primarios y la energía y combustibles; los principales destinos de los productos son el Mercosur, la Unión Europea, China y, de acuerdo al tipo de producto, se encuentran destinos como Suiza, la ASEAN, o el Nafta.

Analizando la evolución de la participación regional en el total de envíos, desde 2010, se ha venido produciendo un efecto concentración en la región pampeana: mientras en ese año, la región producía el 71,9% del total exportado, en el primer semestre de este año totalizaron el 75,5%, en detrimento de la participación del resto de las regiones.

En tanto, la tasa de caída acumulada de las exportaciones desde 2014 es del 6,9%, explicado de manera importante por la apreciación permanente del tipo de cambio real (producto de la creciente inflación), que se recuperó levemente luego de la unificación cambiaria de fines de 2015, y, para determinados grupos de productos, las altas retenciones a los envíos al exterior.

Según datos de IERAL, en el mercado internacional, los precios de los principales productos de las economías regionales han subido 53% en los últimos diez años, guarismo que compara con un aumento de 209 % de los costos laborales en dólares.

Sin lugar a dudas, las necesidades de financiamiento del Tesoro, cubiertas a través de la emisión monetaria, se trasladó rápidamente a precios, y, consecuentemente, al poder de compra del tipo de cambio, lo que generó un ahogamiento de las economías regionales, que han perdido tanto en términos de volumen relativo como de competitividad.

En el mismo sentido, la falta de infraestructura en materia de transporte es, además, otro de los grandes problemas a los que nos enfrentamos cuando analizamos la falta de competitividad, ya que desalienta las exportaciones desde el interior del país hacia los puertos. El permanente deterioro de la red ferroviaria, uno de los medios de transporte más eficientes, (utilizado como principal medio de transporte de carga en los países más desarrollados) genera sea más costoso transportar un bien en territorio argentino, que lo que sale atravesar el océano. De acuerdo a estimaciones sectoriales, el transporte por carretera cuesta el doble que el ferroviario.

Como agravante adicional a lo expuesto previamente, la presión impositiva ha generado fenómenos tales como símiles “aduanas internas” entre las provincias mediante el incremento de la alícuota de Ingresos Brutos a aquellos productos que no fueran de origen provincial, producto de la creciente necesidad recaudatoria, generando incrementos adicionales al costo de los bienes.

Por estos motivos es que la política económica debe hacer foco en estas cuestiones para dinamizar y desarrollar el potencial exportador de interior del país, dado que tal situación daría lugar a recursos derivados de la producción para las administraciones provinciales, cuyas finanzas se encuentran, en general, en un estado de fragilidad, a la vez que permitiría generar trabajo genuino para los habitantes.

De la misma manera, un mayor nivel de producción provincial estimularía el comercio interior generando una situación sinérgica donde el intercambio entre provincias aumentaría el bienestar social, a la vez que generaría crecimiento económico y una distribución más equitativa del ingreso, sin atajos redistributivos.

En definitiva, es necesario que la acción del Gobierno se dirija hacia la optimización de los procesos que estimulen la exportación y la apertura comercial de Argentina con el mundo, y deje de perjudicarlos mediante la voracidad fiscal creciente, que a largo plazo solo prolongan el subdesarrollo.

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