La intención del Gobierno de introducir un gravamen de la renta financiera en su proyecto de reforma tributaria que presentaría luego de octubre no fue visto con buenos ojos en el mercado.
En lo inmediato, los más perjudicados, sostienen algunos analistas, serían los inversores minoristas con depósitos a plazo fijo, un instrumento que ya tiene tasas reales negativas.
Pese al escepticismo, algunos operadores afirmaron que si la inflación baja, sería lógico gravar la renta financiera, aunque no apuntando a los minoristas que hacen plazos fijos. Esto último generaría, además de desalentar una de las pocas inversiones de los minoristas, una suba de tasas de bonos y del crédito.
Por ahora, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, relativizó que esta iniciativa se encuentre dentro del paquete de la reforma tributaria: “No es algo que estemos tratando ni en lo que se haya pensado avanzar”.
En Twitter, el analista Germán Fermo se quejó de que “de un gobierno populista, gastador y políticamente correcto como el que tenemos, se puede esperar gravar renta financiera al pequeño ahorrista”
Y el profesor de economía Martín Krauser, explicó la connotación de lo que está en juego: “La renta financiera parece desatar en los votantes imágenes de banqueros gordos, fumando habanos, responsables del corralito y el corralón, veraneando en Miami con nuestro dinero. La palabra renta sugiere una ganancia para la cual no se ha hecho nada”.
