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La pobreza argentina, cerca de los niveles que tiene Chile

La cantidad de pobres registrados por el Indec sería menor si se analizara con una vara menos exigente

01 agosto de 2017

El número es contundente: según los últimos datos oficiales el 30,3% de la población argentina es pobre. Más allá del consenso general que existe en torno a la gravedad de la situación social del país, el porcentaje arrojado por el Indec puede prestarse a confusiones si no se mira a la luz de su metodología. Si en una comparación llana ese dato nos ubica en niveles de pobreza similares a  los de Nicaragua o República Dominicana, nos muestra una situación muy diferente si se hace el ejercicio de unificar las varas con las que se mide la pobreza en cada país.

“Argentina tiene hoy, por lejos, la vara de pobreza más exigente de la región”, asegura el doctor en sociología Daniel Schteingart. En 2016, con la llegada de una nueva conducción al Indec se produjo una actualización de la metodología con que se mida la pobreza e indigencia por ingresos. Entre otros puntos, los técnicos modificaron la canasta de consumo ?que resultó un 20% más grande que la anterior en cuanto a cantidad de productos y calorías? y elevaron el Coeficiente de Engel, que indica cuál es la incidencia de los alimentos y bebidas (es decir, la Canasta Básica Alimentaria), en la Canasta Básica Total. Este ajuste resultó en una suba del precio de la canasta, y la ecuación es simple: si la canasta de pobreza es más cara y el ingreso es igual, más personas quedan en expuestas a no poder alcanzarla.

Sin embargo, para Schteingart no sería correcto interpretar que el reajuste metodológico ha generado un sobredimensionamiento artificial de la pobreza, o que se trata de una medición menos válida. “No hay una vara 'más verdadera'. En todo caso, la vara de hoy representa estándares de consumo de 'la clase media baja' (lo que en la jerga se llama 'población de referencia') de 2004/5, en lugar de la vara tradicional, que representaba estándares de consumo de lo que era la 'clase media baja'” de mediados de los '80”, explica.

Más allá del consenso general que existe en torno a la gravedad de la situación social del país, el porcentaje arrojado por el Indec puede prestarse a confusiones si no se mira a la luz de su metodología.

Según los cálculos del especialista en base a los datos del Indec correspondientes al tercer trimestre de 2016, si Argentina usara la vara de Estados Unidos para medir la pobreza, tendríamos 66% de pobres (a Estados Unidos le da 14% con su propia vara). Si usáramos la vara de Chile, mucho menos exigente, tendríamos 12,6% (ellos tuvieron con su propia vara algo similar, 11,7% en 2015). Si usáramos la vara de Brasil, tendríamos 6,7% de pobres. Si usáramos la que el Banco Mundial utiliza para medir pobreza extrema en el Africa Subsahariana o Asia del Sur, 1,7%. “A igualdad de vara, Argentina y Chile se parecen bastante, y ambos países están muy por detrás del mundo desarrollado y muy por delante del resto de América Latina, salvo Uruguay”, resume.

Para el economista Federico González Rouco, el 30,3% de pobreza registrado por el Indec para el segundo semestre de 2016 dice, en la comparación regional, poco más que nada. “No se puede comparar directamente los hábitos de consumo de Argentina (los que definen sus canastas) con Chile, Bolivia o Brasil. Lo que sí se puede hacer es elegir una canasta ?la argentina, por ejemplo? y compararla con los precios de otro país, pero eso no dice nada de lo que pasa en ese país”, apunta. Pese a las salvedades, y haciendo un esfuerzo por generalizar, González Rouco señala que el Argentina “está lejos de ser el país más pobre de la región”, como ese 30,3% podría llevar a concluir, pero también está lejos de ser el que está en mejores condiciones. “Ese porcentaje muestra que hay años de errores en términos de justicia social, económica e institucional”, resume.

Rouco, especializado en Economía Social, destaca también el hecho de que el Indec se limite a registrar la pobreza por ingresos, lo que deja por fuera toda una serie de variables que no sólo generarían un registro más cabal de la situación social del país sino que también harían más factibles las comparaciones internacionales. “Si yo quisiera comparar Argentina con cualquier otro y tomara en consideración la calidad de vida entendida en todas sus dimensiones ? infraestructura, acceso a servicios públicos, educación? sería una comparación mucho más factible y objetiva, porque no dependería tanto de lo que cada país define como su estructura de consumo, aunque también sería una medición mucho más compleja ”, apunta.

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