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La elección en la PBA y el tablero nacional

Los resultados bonaerenses definirán los rasgos del mapa político argentino de los próximos dos años

31 julio de 2017

Por Juan Radonjic

Distintos comentarios de los últimos días cuestionan la estrategia electoral del oficialismo por haber alentado una polarización que ahora puede resultarle contraproducente. Y por  haber sobredimensionado la importancia de  las elecciones de la provincia de Buenos Aires que puede perder. Ambas críticas son equivocadas porque ninguna de esas situaciones son producto de la voluntad del Gobierno, sino de la realidad política.

Las encuestas más recientes sobre intención de voto en la provincia de Buenos Aires se dividen entre las que muestran una gran paridad y las que le otorgan una leve ventaja a Cristina Fernández. Eso lleva a que la polarización suba otro escalón en las semanas previas a las primarias. Pero la polarización, si bien puede ser funcional a algunas estrategias electorales, no es una creación artificial sino que es un dato de la realidad porque está en la base de la sociedad. Hay un núcleo duro de apoyo a la expresidenta y que tiene una visión muy crítica de Mauricio Macri.

A su vez, un amplio sector de la población rechaza fuertemente al kirchnerismo y quisiera ver condenada a su líder. Es sobre es base preexistente, que no fue la creación de ningún gurú, que se montaron las estrategias electorales que exacerban la polarización. Y la coyuntura ayuda. El Gobierno sabe que no tiene éxitos económicos como para producir una corriente electoral a su favor más allá de su núcleo duro, y por lo tanto, convocar a votar para que el pasado no vuelva, es un camino inevitable. Pero también la expresidenta sigue un recorrido similar al presentarse como la única que estaría en condiciones de ponerle un freno a las políticas del Gobierno que, a su juicio, perjudican a los sectores de menores ingresos. A todo eso, se suma el dato ,de que por primera vez, un expresidente vuelve a la competencia electoral a menos de dos años de haber dejado la Casa Rosada, lo cual contribuye a azuzar la polarización.

El peso de Buenos Aires

Otras líneas de análisis insisten en que el ganador de las elecciones será el que obtenga más votos obtenga en el ámbito nacional y por lo tanto hay que relativizar la importancia de Buenos Aires. Luis Gregorich, en una nota publicada en La Nación, es uno de los que defiende esa tesis que no contempla la naturaleza política de esta elección y lo que está en juego.  Cambiemos va a ganar la elección en el plano nacional porque es la única fuerza que está constituida en 23 de los 24 distritos, y en el que no lo está, la CABA, está claro que los votos que logre la a lista que encabeza Elisa Carrió se deberán contar para la coalición oficialista. Mientras que la oposición se presenta con distintas caras y no se pueden sumar los votos de sus diferentes expresiones.

La importancia de Buenos Aires en estas elecciones no surge de ser el distrito más grande  sino porque definirá los rasgos centrales del sistema político de los próximos dos años. No será lo mismo para el país, ni para los reacomodamientos internos de las principales fuerzas políticas, que el tránsito hasta 2019 se haga teniendo como hipótesis más probable que Macri sea reelecto que si el escenario más factible es que haya elecciones presidenciales reñidas con Cristina liderando al grueso del peronismo. Son dos situaciones completamente diferentes y que influirán sobre todos los aspectos políticos y económicos. Y eso se define en Buenos Aires, porque allí compite Cristina. Ninguna otra elección provincial, ni la sumatoria de los votos nacionales, determinarán cual escenario prevalece.

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