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Todos esquivan las PASO

Las PASO reciben elogios unánimes como mecanismo, pero casi siempre aparecen como último recurso

12 mayo de 2017

Las Primarios Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) fueron concebidas como un mecanismo para ordenar la oferta electoral, mejorar la representación del sistema de partidos y democratizar la vida interna de los espacios. O, por lo menos, que la designación de candidatos deje de ser un acuerdo de cúpulas. La fragmentación preexistente y los atajos utilizados en la ingeniería electoral de las distintas fuerzas formaban parte del estado de situación que se pretendía superar.

La ley que le dio forma fue sancionada en 2009, por iniciativa del Frente para la Victoria en el poder, y el rechazo de la mayoría de los espacios opositores. El kirchnerismo venía de una derrota importante y los adversarios sólo veían una eventual trampa en la propuesta. Pero fue aprobada y utilizada de manera intermitente hasta aquí. Con una paradoja, si se quiere: al actual oficialismo, contrario al iniciativa entonces, le sirvió para dirimir las pretensiones de sus tres partidos más importantes y fortalecer Cambiemos en la campaña de 2015, mientras que al FpV, que había sido esquivo a su utilización, le significó un dolor de cabeza en la provincia de Buenos Aires cuando la puso en práctiva.

Más allá de esto, las PASO conservan como mecanismo institucional una alta valoración entre la dirigencia política más variada, buena parte de los cientistas sociales y la ciudadanía, como lo muestran los recurrentes sondeos que se hicieron para medir su aprobación y el alto presentismo en las urnas, similar a las generales. Pero no logra tener anclaje extendido. Aún en los escenarios en donde persisten las disputas y hay sectores internos enfrentados, el denominador común parece ser la idea de evitar definir en esa instancia las divergencias. La negativa del PRO de la Ciudad, oficialismo desde 2007, a conformar Cambiemos y aceptar a Martín Lousteau como rival interno, y las dudas en el peronismo bonaerense para habilitar unas primarias entre el kirchnerismo más consustanciado y la disidencia que plantea Florencio Randazzo, son dos de los ejemplos más notorios, pero no los únicos.

Razones

En Cambiemos, la idea preponderante es mantener la unidad de la coalición y evitar las confrontaciones entre fuerzas. Así fue estipulado entre las conducciones nacionales de las fuerzas y avalado expresamente por el presidente Mauricio Macri. En las provincias donde Cambiemos es oficialismo, lo que se dispuso es que la organización de la oferta esté a cargo del gobernador. Mientras que en las provincias donde es oposición, la correlación de fuerzas determinase la conformación de las listas. De todos modos, la práctica resultó más compleja. El radicalismo porteño, con candidato propio taquillero (caso Lousteau), pretende dar pelea interna, por dentro o (lo más probable) por fuera. Desde el PRO le reprochan no respetar lo acordado. Desde la UCR local se defienden diciendo que el socio mayor solo acepta la disputa en los escenario en los que sabe de antemano vencedor, con las PASO a presidente como ejemplo.

Pero esas rencillas porteñas, no han sido las únicas. En Entre Ríos, Chaco y Corrientes no faltaron disidencia entre socios. E, incluso, se dieron al interior del propio PRO, entre la conducción nacional y algún sector local. Mientras que Tucumán (tiene dos candidatos, el peronista Domingo Amaya y el radical José Cano, ambos miembros del gabinete) o Santa Fe (se bajó el radical José Corral y Mario Barletta y el PRO Luciano Laspina disputan la cabeza de lista) son escenarios todavía abiertos. Es cierto, hay otros ya cerrados, como el de Córdoba, con el macrista Héctor Baldassi ya definido al frente; o el de la provincia de Buenos Aires, con Esteban Bullrich en punta como candidato a senador y Facundo Manes y Gladys González en puestos expectantes. Pero aún en estos casos (sobre todo el de Córdoba), las tensiones parecen inevitables. Y las PASO para dirimirlas, una instancia a evitar o, en todo caso, un recurso no deseado o “de última”.

Alternativas

Existen otras razones que alejan la posibilidad de las PASO. Por ejemplo, la naturaleza misma de las elecciones legislativas que ofrece mayores posibilidades (o bancas) para negociar entre fuerzas. Y algunas experiencias previas no lo suficientemente “virtuosa” en términos de acumulación política. El peronismo bonaerense teme que pueda reeditarse lo que se dio entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez para dirimir la candidatura a gobernador. Randazzo quedó afuera de la disputa y la pelea fue más que dura, y dejó malherido al ganador. Por eso la reticencia actual, a pesar de la presión del sector randazzista. Pero tampoco parece darse en otros distritos. En la Ciudad, el peronismo busca una “unidad amplia” entre sus diferentes fracciones. En Santa Fe, las diferencias siguen marcadas entre el sector de Agustín Rossi y el de Omar Perotti, pero sin que se haya pensado seriamente en unas PASO. Mientras que en distritos donde el liderazgo del gobernador resulta claro no parecen existir demasiado márgenes para las disidencias “por adentro”.

El caso de San Luis parece ser sintomático. El exgobernador peronista Claudio Poggi rompió su acuerdo con los Rodríguez Saá en el poder y tomaron caminos diferentes. El primero cerró un acuerdo con Cambiemos. Alberto Rodríguez Saá se acercó al kirchnerismo para obstaculizar a su antiguo aliado. Mientras que también en el Frente de Izquierda y los Trabajadores, que supo aprovechar las PASO, se pretende un acuerdo entre partidos.

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Antecedentes: desde 2009, tres experiencias distintas

Desde que se sancionara la Ley 26.571, el 2 de diciembre de 2009, las primarios se aplicó en dos elecciones presidenciales, y tres elecciones legislativas. El 14 de agostode 2011 fue el debut. Ninguna de las 10 propuestas presidenciales tuvieron duelos internos, mientras que en 18 de las 24 provincias hubo primarias reales, pero de manera marginal en la mayoría de los casos. De hecho, según un relevamiento de CIPPEC, sólo el 9,26% de los ciudadanos participaron en aquella ocasión de primerias en donde competían al menos dos listas para cargos legislativas. En cambio hubo disputa en el peronismo de la provincia de Buenos Aires para el cargo de gobernador, pero sin competitividad: Daniel Scioli venció 93,4% a 6,6% a un “cuasitestimonial” Mario Ishii. Y mucho más a nivel municipal; en las listas de concejales, sobre todo.

En 2013 hubo más competencia: 1 de cada 4 agrupaciones tuvieron más de una lista para los cargos legislativos considerados todos los distritos. Nuevamente, la competencia fue más frecuente entre las fuerzas de oposición.

Mientras que en 2015 fue el gran año de las PASO. Las hubo en la Ciudad para Jefe de Gobierno, pero también en las presidenciales entre los partidos de Cambiemos (el vencedor Mauricio Macri frente Elisa Carrió y Ernesto Sanz), entre las fuerzas de UNA (Sergio Massa le ganó a Jose Manuel de la Sota) y en el Frente de Izquierda y los Trabajadores (Nicolás Del Caño a Jorge Altamira).

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