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El Gobierno se enfrenta a una semana de alta conflictividad

06 marzo de 2017

Comienza hoy una de las semanas más difíciles para el Gobierno de Mauricio Macri. Se iniciará con el paro nacional de docentes, que bloqueará el inicio de las clases en las escuelas públicas de casi todas las provincias del país e incluso en algunos establecimientos de gestión privada. El martes, el segundo día de huelga docente se articulará con la movilización que realizará la CGT al Ministerio de Producción, que cuenta con un respaldo multisectorial labrado dedicadamente en las últimas semanas por la conducción cegetista. Frente a esta situación, largamente anticipada y ya sin margen para ser revertida, el Gobierno buscará resguardarse e, idealmente, salir fortalecido.

Para el politólogo Fabián Bosoer, los conflictos por venir no deberían sorprender ya que se trata del desenlace obligado de la dinámica de los últimos meses. “Un gobierno no peronista, de orientación liberal y sin bases de apoyo sindicales; una economía que demora los prometidos indicadores de reactivación; un panorama complicado para el empleo y los ingresos y un año electoral decisivo en términos políticos configuran un combo perfecto para que la protesta social se exprese de manera creciente y en un clima más confrontativo”, señaló.

Más marchas

A las movilizaciones mencionadas anteriormente se suma que el miércoles se realizará un paro de mujeres contra la violencia machista que implicará en algunos casos movilizaciones y que el lunes 13 marcharán las organizaciones sociales con motivo de los cuatro años de la llegada del papa Francisco al Vaticano. Así, si bien la CGT busca ser el polo aglutinante de la movilización ?y lo ha logrado del alguna manera al recabar avales muy diversos? lo cierto es que quienes saldrán a la calle en los próximos días constituyen una constelación de actores sociales y sectores de actividad diversos. Para Bosoer el Gobierno “acepta” este escenario de conflicto no sólo porque confía en que tiene espaldas suficientes para soportar la protesta sino también porque cree que “saldrá fortalecido frente a una oposición fragmentada y un sindicalismo que también debe compartir espacios con esos otros actores y movimientos sociales”.

Ana Natalucci, directora del Grupo de Estudios sobre Participación y Movilización Política (GEPyMPol), coincide en que el hecho de que se realicen cuatro marchas en poco más de una semana expresa cierta “desarticulación” de las organizaciones, alentada también por las muchas diferencias que existen al interior de cada espacio. “En la CGT hay sectores que no quieren movilizar, otros que quieren y otros que quieren hacer directamente un paro. ¿Cómo negociás con otras organizaciones si vos mismo no estás de acuerdo?”, señaló.

De todos modos, para la politóloga Julieta Haidar ?docente de Relaciones del Trabajo e investigadora del Instituto Gino Germani? “la CGT ha sido muy inteligente” al lanzar una serie de reuniones multisectoriales para sumar respaldo político y al decidir marchar al Ministerio de la Producción en lugar de hacerlo a Plaza de Mayo. “En ese doble movimiento deja aislado al Gobierno y se quita de encima el estigma de que los gremios buscan desestabilizar”, reflexionó.

Para Natalucci, la decisión de la CGT de movilizarse hacia el Ministerio de Trabajo así como la de los docentes de hacerlo hacia el Ministerio de Educación habla de una “estrategia dilatoria para no confrontar directamente” con el Presidente. “Hay cierta tibieza de la CGT todavía, que no termina de ubicar a Macri como el principal antagonista del conflicto”, precisó.

El dilema oficial

De cara a medidas de fuerza que ya no puede revertir, el Gobierno debe definir cómo atravesarlas. Una de las opciones es apuntar a deslegitimar la protesta, estrategia que ya está en marcha en conflicto docente. Los “voluntarios” convocados para colaborar en tareas educativas por la gobernadora María Eugenia Vidal, el intento por subsumir los reclamos docentes bajo la figura de Roberto Baradel, secretario general de Suteba, van en esa línea. Los sucesivos días de conflicto en la calle también podrían jugar a favor de esa estrategia, generando hastío entre los ciudadanos de a pie.

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