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“Trump no debe ponerse rudo con China”

01 diciembre de 2016

El gran temor que debe recorrer el mundo en la era Trump es qué pasará con China. Es el gran motor económico global desde la crisis de 2008-2009 y, pese a que crece a más de 6%, es la que tiene los mayores problemas ocultos. Los analistas apuntan a un problema particular y no vacilan en señalar las similitudes con las condiciones que precedieron a la crisis subprime: la deuda privada. Es cierto: el temor está hace rato y nunca hubo una crisis. Pero eso no implica que el problema no esté allí y puede activarse si las políticas de Trump complican el devenir del Gigante asiático. Según el BIS, la deuda privada en China (corporativa y familar) es de nada menos que 210% del PIB.

En una interesante columna, Yanis Varoufakis, el ex ministro de Finanzas de Grecia, sostiene que China ha sido el responsable de mantener la economía global a flote en los últimos años, además de los estímulos de la Reserva Federal y el Tesoro de Estados Unidos, a costa de aumentar sus burbujas.

Tras la caída de Lehman y cuando el mundo se encontraba ante la posibilidad de una reedición de la Gran Depresión, el dragón jugó fuerte. “El Gobierno chino aumentó la inversión interna hasta niveles inéditos, y ocupó así el vacío dejado por la contracción del gasto en Estados Unidos y Europa. Por muchos años, China dejó a su sector bancario (formal e informal) crear crédito sin control, e incluso le permitió aprovechar la generosidad monetaria de la Reserva Federal para tomar préstamos en dólares”, dice Varoufakis.

Agrega: “La dirigencia china sabía lo que hacía: estaba creando una burbuja de inversiones insostenible, para dar a Europa y Estados Unidos tiempo de recomponerse. Qué lástima que ninguno de los dos lo hizo: Estados Unidos, por la parálisis del enfrentamiento entre Barack Obama y el Congreso bajo control republicano, y Europa, por razones que es demasiado penoso recordar. Y cuando en 2015 se desató la tormenta perfecta (alza de las tasas en Estados Unidos y caída simultánea del precio de las materias primas), China tuvo que intensificar otra vez la creación de crédito”. Hoy, argumenta, el boom crediticio chino se sostiene sobre garantías casi tan malas como las que tenían Bear Stearns, Lehman y otros en 2007. “Encima, como el yuan está demasiado sobrevaluado, las corporaciones toman préstamos en dólares para devolver anticipadamente deudas que arrastran en esa moneda, lo que presiona el tipo de cambio a la baja”, amplía.

Ojo con el gatillo

Los problemas, y el famoso gatillo para que la crisis de la deuda se materialice, pueden llegar a ser los planes de Trump de “ponerse rudo con China” con amenazas de aranceles y demás. Allí, dice Varoufakis, “corre el riesgo de pinchar la burbuja china de deuda privada y desatar un diluvio de terribles consecuencias que empequeñecerían cualquier plan de estímulo interno”. Eso crearía condiciones para una futura austeridad, cuando el temor a nuevos aumentos de las tasas de interés y del gasto en Estados Unidos ponga presión sobre los pasivos públicos no financiados actuales, como la seguridad social.

“Trump debe entender que lo que necesita reestructuración no es la deuda pública estadounidense sino la deuda privada china. De lo contrario, las tasas del Tesoro de los Estados Unidos pueden irse por las nubes y debilitar seriamente la sostenibilidad de la deuda estadounidense”, agrega Varoufakis.

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