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Por Ganancias, cambió el escenario político

12 diciembre de 2016

Nada será igual en el sistema político argentino luego de la última semana. La derrota que sufrió el Gobierno en la Cámara de Diputados tendrá múltiples secuelas.

Una de ellas será interna porque habrá acusaciones cruzadas sobre los errores que se cometieron para llegar a un desenlace tan desfavorable. ¿Por qué se avanzó en un tema si no se tenía la seguridad de que se tendría éxito? ¿Hubo un error de cálculo que llevó a subestimar las posibilidades de la oposición de juntarse? Son algunos de los interrogantes que quedaron.

También el oficialismo tomó conciencia de que si la oposición se une puede complicar sus planes. Allí, un dato clave es la ruptura del vínculo con Sergio Massa, que era de conveniencia mutua. El Gobierno lograba aprobar leyes con su apoyo y Massa podía posicionarse como un opositor razonable y constructivo, que es una ubicación que la sociedad siempre valora. Pero esa relación ya no se podrá reconstruir. Se suponía que los legisladores de Cambiemos lograrían un acuerdo con los del Frente Renovador por el tema de Ganancias. Y que ese sería el último de una etapa de acuerdos, pero se convirtió en el primero de un tiempo de confrontación inevitable.

Otra conclusión de estos días es que se terminó la etapa del Maurico Macri conciliador. Sus definiciones son contundentes y no escatima el cuestionamiento abierto a sus adversarios. Es sólo un anticipo de lo que puede ser la competencia electoral de 2017. Ya el Presidente había mostrado un lenguaje duro al cierre de la reunión de Chapadmalal con todos los miembros de su Gobierno y lo profundizó la semana pasada.

Hacia adelante

Ahora llega el turno del Senado y se abren muchas posibilidades pero ninguna de ellas modificará, en lo esencial, el nuevo escenario abierto.

La estrategia del oficalismo es lograr que haya, como mínimo, algunos cambios en lo que se aprobó en Diputados y apuesta a la presión que pueden ejercer algunos gobernadores sobre los senadores de sus distritos. Macri siempre consideró a los gobernadores socios en la tarea de administrar el país y considera que esta es una buena oportunidad para demostrarlo porque los recursos que se pierdan por los cambios en Ganancias debilitarán tanto al Fisco nacional como a los provinciales.

Pero no todos los gobernadores tienen influencia sobre los senadores y, por otra parte, muchos no querrán quedar en una posición incómoda frente a los sindicatos y los distintos sectores que se benefician con la iniciativa de Diputados. Como suponen que de todas maneras Macri vetará la ley, los gobernadores aspiran a quedar bien parados porque no perderán ingresos ni habrán pagado un costo político.

Todo indica que el Senado acompañará en lo esencial lo que se aprobó en Diputados y el Presidente, tarde o temprano, hará un veto total o parcial de la ley. El veto siempre tiene un costo político, pero para el Presidente también lo habría si no impide, teniendo la facultad constitucional para hacerlo, la entrada en vigencia de una ley que él considera perjudicial para el país.

Se suele recordar el veto a la llamada ley antidespidos pero son normas diferentes. Aquella establecía un derecho a la doble indemnización o a pedir la reincorporación pero se trataba de un derecho en expectativa porque sólo operaba ante un eventual despido. Por otra parte, siempre existe la posibilidad de invocar un despido con causa cuya pertinencia o no habría que demostrar en un juicio. Aquella ley era más un mensaje que algo destinado a producir resultados concretos.

Distinto es ahora porque los que se benefician con los cambios en Ganancias están claramente identificados, tienen una mejora económica inmediata y no depende de ninguna otra circunstancia. Por eso el costo político del veto será mayor. Una prueba más de que todo cambió desde la semana pasada.

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